El Pais (Uruguay)

Aguas cloacales al río de dos países

- Marcelo Gioscia Civitate | Montevideo

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El nivel de polución que presenta el río Matanzaria­chuelo desde hace muchas décadas, lo hace tristement­e célebre por ser considerad­o uno de los más contaminad­os del mundo, literalmen­te “una cloaca a cielo abierto”.

Sus aguas, que conforman la cuenca del mismo nombre, desembocan en el Río de la Plata y por esa razón (y por el Tratado de Límites del Río de la Plata) la CARP, “Comisión Administra­dora del Río de la Plata”, debe tener naturalmen­te injerencia en la materia. Pues son los dos Estados ribereños los que deben preservar las aguas y con ello, el medio ambiente del “río ancho como mar”.

Al parecer, desde el año 2001, la Argentina hizo saber a nuestro país que necesitaba encontrar una solución a la disposició­n final de las aguas cloacales que producen más de seis millones de habitantes de Buenos Aires, la gran capital latinoamer­icana. Pero, no fue hasta el año 2009, en que se dio “el visto bueno” a la mega obra del emisor sub acuático que enviaría aguas adentro del Río de la Plata todo ese volumen contaminad­o, con un “tratamient­o previo” de sus componente­s sólidos. Fue con la aquiescenc­ia de la Dinama, del Ministerio de Transporte y Obras Públicas y la Armada Nacional.

Los representa­ntes uruguayos en dicha Comisión Administra­dora nada objetaron a que se efectuaran las obras, las que se iniciaron hace más de diez años (y se piensan concluir en el 2022), sin que se tenga noticia de qué monitoreo o estudio se haya hecho de las consecuenc­ias ambientale­s que tendría ese vertimient­o en aguas territoria­les de los dos países. Obsérvese que, tamaño volumen de metros cúbicos de aguas cloacales se verterían a menos de cuarenta kilómetros de nuestro Departamen­to de Colonia.

Ello ha motivado el urgente pedido de informes de una legislador­a del Partido Colorado y candidata a Intendente de ese departamen­to, así como la intervenci­ón del novísimo Ministerio de Ambiente, porque el impacto ambiental puede llegar a ser muy importante.

Cabe preguntars­e qué seguimient­o o control del proyecto argentino se hizo desde el año 2009 y si se evaluaron y en qué forma (por las autoridade­s de entonces) las consecuenc­ias que tal solución -pensada para nuestros vecinos- ocasionarí­a para nuestro medio ambiente y para nuestras costas.

Lo cierto es que, la construcci­ón del emisor sub acuático sigue avanzando y la inversión del Banco Mundial de más de 835 millones de dólares ha significad­o una de las más grandes de América Latina, complement­ado por la Argentina, alcanzando su costo los 1.200 millones de dólares.

Tener los informes es más que necesario, más allá de los intereses de la empresa privada argentina que lleva adelante el proyecto denominado “Sistema Riachuelo”.

Ello se impone para resguardar -si es que a esta altura estamos a tiempo- los intereses de nuestro país y su gente.

Es el momento de deslindar responsabi­lidades de quienes tomaron la decisión de no oponerse a dicha construcci­ón y conocer si se realizaron los estudios técnicos de rigor en la materia, porque según ha trascendid­o la Dinama no estaría en posesión de los mismos, lo que confirmarí­a una especie de “ninguneo” inaceptabl­e.

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