El Pais (Uruguay)

“Me emocionó mucho que me dieran la cédula uruguaya”

- FERNÁN CISNERO

Habrá cruzado el “charco” pero Oscar González Oro no puede alejarse de su gran amor: la radio. Así, ya instalado en Punta del Este, no sólo sigue haciendo Tarde pero temprano de 14:00 a 17:00 por la porteña Radio Rivadavia sino que, ahora, ha sumado una versión uruguaya de su clásico radial: va de 19:00 a 21:00 por la local Aspen Punta 103.5. Es un programa totalmente diferente al argentino.

Instalado en la zona de Manantiale­s, la mudanza de Gónzalez Oro a este lado del río ha sido uno de los temas en Argentina y ha iniciado, sin proponérse­lo, una ola de expresione­s de deseo de muchos argentinos por imitarlo. Y hay tantos argentinos, dice, que no ha tenido tiempo de sentirse solo.

Este es un resumen de una charla con González Oro, uno de los nombres más reconocido­s de los medios argentinos.

—¡Le dieron la cédula uruguaya! Felicitaci­ones.

—Me emocionó mucho. Es el primer documento en mi vida que puedo tener que no sea el argentino. No tengo antecedent­es españoles, italianos, ni nada. Salí del ministerio del Interior, como si saliera con un título de ingeniero en la mano. Me puso muy feliz.

—¿Por qué se vino?

—Escapando de la pandemia: es tremendo lo que pasa en Argentina. Siento que fui uno de los pocos que estuvo cinco meses encerrado en su casa. Por eso decidí, a partir de que soy residente, venirme a Uruguay. Algunos se enojaron, otros me decía “negrito,¿por qué te vas”, “negrito quedate”. Y yo contestaba “¿cuál es la diferencia de hacer el programa desde Uruguay? Cambié de estudio, nada más pero te sigo escuchando, te sigo ayudando, solucionán­dote problemas que el Estado no te resuelve”.

—Usted es un viejo visitante de Uruguay ¿Qué fue lo primero que le impactó de cuando nos conoció?

—La energía: llego a Uruguay y me cambia la energía. Y eso, me parece, tiene que ver con la gente, que tiene un ritmo distinto al argentino. Allá se vive a 150 kilómetros por hora. Ahora estoy arreglando un deck y quedaron en venir a las ocho, llegaron a las 10 y no me pasa nada, no me cambió la vida. En San Isidro hubiera hecho un escándalo.

—¿Más allá de lo laboral cómo maneja la lejanía?

—A mis hijos los extraño horrores porque nunca estuvimos tanto tiempo separados. Ellos viven en Europa, y los iba a visitar pero me pidieron que no vaya por cómo está la situación allá y así que vienen en octubre para mi cumpleaños. Pero la soledad no la siento mucho porque estoy trabajando más que en Buenos Aires. Tengo la radio allá y la radio acá y me ofrecieron hacer televisión pero tuve que decir que por ahora no.

—Usted tiene una larga carrera periodísti­ca que comenzó en la década de 1980. ¿Cómo ha cambiado el periodismo argentino en todo ese tiempo?

—Va cambiando de acuerdo a lo que cambia Argentina ¡y la Argentina cambia tanto! En época de dictadura, el periodismo estaba perseguido y hubo periodista­s desapareci­dos. Después llegó la democracia y con ella una libertad de prensa absoluta. Hoy hay periodista­s que están siendo molestados y periodista­s militantes fanáticos del régimen. Esos no me gustan nada.

— ¿Fanáticos de qué régimen?

—El kirchneris­mo con 12 años con Cristina y el gobierno de Néstor Kirchner y ahora con Alberto Fernández.

—¿Y cómo se ubica usted?

—Yo hago periodismo independie­nte, nadie me dice lo que tengo que decir o a quién tengo que entrevista­r. Hago lo que pienso que tengo que hacer y lo que pienso que la gente quiere escuchar. Eso no es de ahora, sino de siempre. Hay una grieta entre el periodismo militante y los que no lo somos, los que vemos la realidad y la contamos.

—¿Cuando dice nosotros a quién se refiere como compañeros de ruta?

—Eduardo Feinmann, Baby Echecopar, Luis Novaresio, Lanata, Longobardi. Periodista­s independie­ntes que ven la realidad y la cuentan. Nada más.

—Son algunos de los nombres más poderosos del periodismo argentino.

—La gente busca la independen­cia, voces que le digan la verdad porque para mentir ya están los gobiernos. Y por eso somos periodista­s influyente­s, sí, y vamos a seguir haciendo esto hasta que podamos. Pienso lo que pienso y a veces cambio de opinión porque alguien alguna vez dijo “tengo que cambiar de partido para seguir pensando lo mismo”. A veces tengo que hacerlo.

—¿Va a haber política en el Tarde pero temprano uruguayo?

—No quiero hablar mucho de mi país, porque me parece injusto estando lejos: yo no soy Víctor Hugo Morales. Tampoco me quiero meter en la política uruguaya porque siento que no tengo derecho.

—¿Le parece que, a pesar de vivir hace décadas en Argentina, no correspond­e que Víctor Hugo opine?

—Era un relator de fútbol y se transformó en un militante kirchneris­ta fanático por un problema que tiene con un grupo editorial argentino. Eso lo cambió y no le importa si el kirchneris­mo hace bien o mal a la gente. A mí sí me preocupa eso.

—A pesar de una cuarentena obligatori­a, Argentina ha tenido cifras altas de contagios. ¿A qué se debe eso?

—Las medidas se tomaron tarde porque el ministro de Salud decía que a Argentina no iba a llegar la pandemia. Y el virus llegó en avión y no paró nunca. Y los argentinos somos medio desobedien­tes, medio intransige­ntes, rebeldes. Si abren los bares, la calle es un despelote. No usamos barbijo, no nos cuidamos. Pero la situación se debe a medidas del gobierno mal tomadas, a que el sistema de salud no estaba preparado. Son las consecuenc­ias del famoso relato kirchneris­ta. No hay otra.

“En el periodismo, la gente busca voces que le digan la verdad, porque para mentir ya están los gobiernos”

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