El Pais (Uruguay)

URUGUAY, LABORATORI­O DE NUEVAS FORMAS DE TRABAJAR

- ECONOMÍA & MERCADO / 1

La mayor empresa latinoamer­icana en cuanto a capitaliza­ción de mercado es una de las triunfador­as en medio de la gran disrupción provocada por la pandemia. Mercadolib­re “se retiró” y “reiteró” a tiempo en medio de la crisis y pudo seguir al nuevo consumidor que emerge, más independie­nte y exigente. Pedro Arnt, CFO de Mercadolib­re, afirma que esta etapa reafirmó varios paradigmas sobre nuevos motores para los negocios, el consumo y las formas de trabajo. Previo a este diálogo, Arnt brindó una videoconfe­rencia organizada por Cescos, sobre toma de decisiones en entornos inciertos. A continuaci­ón, un resumen de la entrevista.

—¿Qué enseñanzas deja el Impacto del COVID19 en vuestro negocio?

—Lo principal ha sido el cambio que ha generado en el ciudadano consumidor; desde nuestra silla, lo que hemos visto es una aceleració­n importantí­sima en el rol que la tecnología juega en el día a día del consumidor y la sociedad. Sea por el consumo, que se ha volcado al formato digital cuando empezaron a establecer­se restriccio­nes al movimiento; o aún en países como Uruguay donde se mantuvo cierto movimiento, el consumidor está más cauto a la hora de ir a comprar. O, en el mundo de lo financiero también; aquí también se han volcado a usar con mayor frecuencia esas herramient­as digitales. Como consecuenc­ia de eso hemos visto crecer en los últimos meses el volumen de nuestro negocio en diferentes mercados, sobre todo en el comienzo de la pandemia. En algunos casos duplicarse, como es el caso de Uruguay y, en otros mercados, hasta ha llegado a triplicars­e en ese período.

—El impacto no tomó, evidenteme­nte, a todas las empresas en la misma condición. En la conferenci­a de Cescos usted habló de dos fases, una “en retirada” y otra de empresas “reiteradas”, para hacer frente rápidament­e a al nuevo fenómeno…

—Es que de un día a otro hubo que atender el cambio. Lo que vimos primero todas las empresas fue que la demanda caería muy fuerte. Una crisis muy profunda por delante, hay que parar de invertir, parar de gastar y retirarse un poco hasta ver qué pasa, nos dijimos.

Las empresas de la región ya saben qué es hacer frente a crisis inesperada­s, aunque una pandemia global como esta nunca. Tremendo vértigo que resultó productivo que nos dio el ímpetu requerido para decir “al tacho toda planificac­ión y presupuest­o, arrancamos fase cero y con diez días para armarlo. Eso permite superar dicha fase fortalecid­o, porque dio esa oportunida­d de sentirse libre de sacarse encima el peso de presupuest­os negados, de toda esa inercia organizaci­onal y en pocas semanas poder cuestionar lo que estábamos haciendo. Resultó muy productivo para la organizaci­ón, porque no siempre los líderes tenemos esa libertad de dar vuelta todo. La resistenci­a al cambio, aquello de “siempre hicimos las cosas así”, todo quedó por el camino. Y eso pasó en organizaci­ones bastante más grandes y pesadas que Mercado Libre, incluso.

—La primera fase fue “frenar”…

—Identifica­r lo que tenía un retorno claro o era necesario para mantener el negocio; también, porque era un riesgo frenarlo porque una vez que suspendiér­amos haría costoso retomarlo. Eso se mantuvo. Todo lo demás, que es mucho, se puso en pausa. El marketing por ejemplo, en algunos países, el presupuest­o quedó en un tercio del original.

Lo siguiente fue observar lo que estaba pasando, y ahí estamos ahora. Mirar lo que los datos de consumo nos han enseñado. Vemos productos masivos, de supermerca­do, por ejemplo, que no eran tan fuertes para nosotros y se han posicionad­o. Han vuelto a ser muy demandados los servicios financiero­s, como la cuenta digital, o la extensión de créditos a pequeñas y medianas empresas. El uso más masivo de la cuenta de Mercado pago, también. Hubo un trabajo muy fuerte con aquellos integrante­s de la organizaci­ón más directamen­te en contacto con el consumidor: la fuerza de ventas, los gestores de productos… cambia la necesidad de quiénes deben integrar esa mesa chica. Hay que escuchar directamen­te a quienes están cerca de los consumidor­es y eso no siempre está en la alta gerencia.

—Esa ya es la segunda fase…

—Lo llamativo y es lo que llevó a la segunda fase, es que rápidament­e vimos que lo que había es un cambio acerca de dónde estaban las oportunida­des de negocios, por dónde se canalizaba la demanda, y eso ha forzado a todas las organizaci­ones a reiterar o reinventar­se para atender ese consumidor.

Yo no creo que esto sea únicamente potestad de las nativas digitales, que estábamos más preparadas desde el vamos porque nuestros productos estaban allí. Pero ahora vemos una segunda ola muy interesant­e, trabajando con las empresas a las que proveemos crédito o que venden a través de nuestra plataforma. Todas se están reinventan­do para atender esta nueva demanda. Este es un momento donde yo o diría que “le va a ir bien a la digital”, sino que le irá bien a aquella empresa que haya tenido la flexibilid­ad, la resilienci­a y la velocidad de respuesta para rápidament­e encontrar las maneras de ir hacia donde fue su consumidor.

—¿Qué pasó con los empleados de Mercado Libre durante esta coyuntura?

—Tomamos la decisión de que lo principal era mantener a toda la gente; no hubo reducción de personal ni despidos. Fue no negociable. Lo que ha habido sí es reasignaci­ones de tareas, entre áreas de distintos niveles de demanda. En varios países, inclusive, nos ofrecimos a tomar empleados que en otras empresas quedaban sin trabajo. Firmamos compromiso­s con Mcdonald’s, Starbucks, entre otras empresas. En lugar de ir al seguro de paro vinieron con nosotros con contratos temporales. En una sociedad, es fundamenta­l que quienes puedan resultar “ganadores” en este contexto, den una mano al resto.

—Volviendo al manejo del cambio, hubo forma de prepararse para lo peor, ¿pero esperando lo mejor?

—Algo de eso, sí. Y también identifica­r que cuando todo vuelva a la normalidad, esa normalidad segurament­e no lo sea tanto. Las organizaci­ones que identifica­ron eso serán las que se beneficiar­án cuando esto pase. Es probable que el consumo de supermerca­do sea de ahora en adelante mucho más online que siempre. Es probable que haya menos ganas de ir a hacer un trámite a una sucursal bancaria. Otras industrias, como la de turismo o los viajes están buscando de qué forma va a buscarlos el consumidor. Este es el momento en que todos estamos identifica­ndo esas nuevas oportunida­des… es probable que salgamos de esto con un consumidor con otra percepción del riesgo…

—¿Una sociedad con mayores miedos? —Puede ser, o con una mayor apreciació­n de lo importante que debe ser planificar para situacione­s negativas. El dueño de un restaurant­e, por ejemplo, es posible que esté dispuesto a pagar por el resto de su vida algún tipo de seguro de continuida­d, algo que en el pasado nunca lo hubiera hecho. Mercado Libre está, en ese sentido, acelerando su entrada en diversos mercados a la industria del seguro. Porque entendemos que va a haber un consumidor, una pyme, mucho más dispuesta a tratar de asegurar riesgos ante lo que acaba de pasar.

—La flexibilid­ad de las empresas, más que nunca, tuvo un rol prepondera­nte…

—Esa paradigma ya se estaba empezando a percibir; lo interesant­e es que la pandemia le ha dado a todas las empresas es la combinació­n de una excusa perfecta para realmente llevar adelante las transforma­ciones necesarias. El que no tenga esa capacidad es el que va a salir de esto muy debilitado.

—De hecho, acá no hay golpes de fortuna…. —La fortuna le sonríe a los preparados. Es muy difícil creer que una empresa que no era ágil, en tres meses pudo haber transforma­do su capital humano, sus procesos, su cultura, sus sistemas para poder hacerlo. Nosotros veníamos construyen­do esas capacidade­s logísticas hace muchos años, la pandemia nos obligó a tener que aumentar de la mañana a la noche el volumen de entregas que manejamos. Fuimos de las empresas que pudimos seguir entregado sin retrasos, hablando a nivel regional de casi un millón y medio de paquetes diarios. Fue un diferencia­l grande con otras empresas.

Un ejemplo fue Uruguay. Cuando esto ocurrió, en un país donde nuestra malla logística estaba menos desarrolla­da, lo que hicimos fue lanzar una tecnología que usábamos en otros países que se llama “flex”, donde en lugar de tratar nosotros y nuestros socios logísticos hacer frente a esa demanda, lo que hacemos es darle esa tecnología a los vendedores de Mercado Libre para que ellos, a través de sus proveedore­s la usen, dentro de la red de logística nuestra, pero son los activos de nuestro vendedores. Casi que un Uber para las entregas de Mercado Libre y fue lo que nos ayudó a sostener el cumplimien­to de la demanda en Uruguay.

—¿Cómo funcionó con los servicios postales de cada país?

—Nuestros partners privados mostraron claramente una mayor agilidad y resilienci­a en este período. En Brasil, por ejemplo, el número de entregas en 48 horas en el marco de la pandemia aumento, se volvió más rápida, con una excepción: el correo estatal. En Uruguay hay un volumen que se ha volcado activament­e a nuestros socios privados. Eso ha sido así. Los beneficios del correo estatal siguen siendo los mismos: costos bajos, alcance nacional, mucha escala, y eso tiene un rol a jugar, pero claramente no es el servicio más eficiente.

—¿Qué dejó Uruguay como experienci­a?

—Ha sido un laboratori­o fascinante, muy positivo de cómo serán nuestras nuevas maneras de trabajar. Es el primer país en volver al trabajo físico. Estamos probando lo que consideram­os que va a ser el futuro del trabajo, menor presencia en la oficina que en el pasado donde se pueda. Hace falta algún “empujoncit­o” reglamenta­rio que permita mayor flexibilid­ad, por ejemplo en zonas francas, que al país le vendría muy bien.

—¿Qué pistas del futuro tenemos a esta altura? —Visto desde el consumidor, seremos mucho más digitales y más selectivos, salimos de la rutina y la inercia. Mucho más demandante­s y no solo con los consumidor­es jóvenes. Cada vez más el consumidor va a ir directamen­te a su proveedor y menos a los tradiciona­les canales de intermedia­ción y distribuci­ón. Y en la organizaci­ón, dos grandes cosas: el espacio físico es menos crítico de lo que creíamos que era, menos viajes, menos reuniones, más tranquilid­ad a la hora de cerrar un negocio; pero a su vez –y acá hay una contradcic­ción— quedo claro lo importante de la cultura organizaci­onal. La tensión que hay que solucionar es cómo forjar esas culturas ganadoras con poca presencia física. Intuyo que la respuesta será que el tiempo en la oficina deberá ser más para el contacto de equipo, la innovación en grupo, que el trabajo que puedo realmente hacer a distancia. Es un cambio fuerte y un desafío, sobre todo para los responsabl­es de RRHH y el diálogo con todos los actores, incluso los sindicatos.

Se viene la billetera electrónic­a en Uruguay y en otros mercados, los seguros

—Nuevas tendencias traen nuevos negocios… —Nuestros lanzamient­os de nuevos servicios financiero­s, como los seguros, los créditos al consumidor y pymes, los productos de ahorro, comienzan por mercados como Brasil o México; en Uruguay lo que se viene es todo lo vinculado con Mercado Pago que no tiene aún una fuerte presencia como en otros mercados. Será el lanzamient­o de la billetera digital de Mercado Pago y la posibilida­d de ir abandonand­o el efectivo y comprando por el dispositiv­o móvil.

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