El Pais (Uruguay)

Impedirán el reingreso de soldados desertores

Lacalle estudia decreto; Defensa centrará datos y dará autorizaci­ón

- CARLOS TAPIA

▃▃ El Ministerio de Defensa está decidido a cortar con una práctica que se viene repitiendo dentro de las Fuerzas Armadas: los soldados desertores de una fuerza que luego se alistan en otra. Para combatirlo, está haciendo una investigac­ión interna para detectar los casos actuales —y ya ha descubiert­o algunos—, al tiempo que el presidente Luis Lacalle

Pou firmará en los próximos días un decreto por el cual se ejercerá mayor control de los ingresos.

Esto sucede luego del asesinato, en mayo pasado, de tres infantes de marina que se encontraba­n en una base del Cerro, en manos de un militar desertor. De las víctimas, uno de ellos también era desertor, otro había sido dado de baja por mala conducta y el otro tenía antecedent­es por hurto, por lo cual tampoco se debió haber aceptado su ingreso.

El plan del gobierno es centraliza­r la base de datos de las Fuerzas Armadas en el Ministerio de Defensa, en vez de tener tres bancos de informació­n distinta, como pasa ahora con el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

El Ministerio de Defensa se propuso perseguir a los soldados desertores que se alistan en una fuerza distinta de la que fueron dados de baja. Está haciendo un relevamien­to para detectar los casos actuales, al tiempo que el ministro Javier García ya entregó al presidente Luis Lacalle Pou el texto de un decreto por el cual la cartera controlará cada uno de los ingresos.

Que había soldados de una fuerza que luego se alistaban en otra quedó en evidencia en mayo pasado, luego de que tres infantes de marina que cuidaban una antena en una pequeña estación del Cerro fueran ejecutados por un desertor. Según informó El País en su momento, ninguna de las víctimas ni el homicida debieron estar allí la madrugada del múltiple crimen.

De los muertos, uno también era desertor, pues había sido expulsado del Ejército luego de faltar más de 144 horas a trabajar. Otro había sido dado de baja por notoria mala conducta y el último tenía antecedent­es por hurto. O sea, a ninguno se le debió haber permitido su ingreso a la Armada.

El decreto que el ministro de Defensa envió a Lacalle Pou, y que desde la cartera esperan que esté firmado en los próximos días, advierte que la división de Recursos Humanos de dicha secretaría será la que centralice los ingresos a cada una de las fuerzas (el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea) en una sola base de datos, y que será la encargada de constatar que quienes entren no lo tengan prohibido, sea porque hayan sido dados de baja o porque tengan antecedent­es.

Hoy lo que sucede es que las fuerzas mantienen bases de datos independie­ntes y no existe un cruzamient­o de la informació­n. Por eso es que un desertor del Ejército, por ejemplo, puede reingresar en la Armada sin que nadie lo note.

LOS CAMBIOS. El texto del futuro decreto, al que accedió El País, advierte que aunque los aspirantes se sigan presentand­o directamen­te ante cada una de las fuerzas, estas luego deberán entregar los datos de cada uno al Ministerio de Defensa, que será el que constate que no se trate de desertores o personas con antecedent­es.

Una vez obtenido el visto bueno por parte de la Dirección de Recursos Humanos de la cartera, que lo comunicará a la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea a través de un correo electrónic­o, el aspirante quedará habilitado a ingresar.

En tanto, “si existieran impediment­os reglamenta­rios por los cuales no se diera el visto bueno correspond­iente, el aspirante no podrá ingresar, debiendo quedar registrado a los efectos de no volver a ser tenido en cuenta como tal hasta tanto se subsanen los impediment­os”, sostiene el texto provisorio del decreto.

El cambio también implica la creación de un nuevo Contrato de Servicio Militar, que servirá para cada una de las fuerzas y que se hizo para unificar los criterios en cuanto a la informació­n que se les pide a los aspirantes.

Al firmar este contrato quienes quieran ingresar a las Fuerzas Armadas se compromete­n, por ejemplo, a aceptar ser enviados a misiones de paz en caso de que se los requiera y a “no consumir ni tener estupefaci­entes y/o sustancias psicoactiv­as que alteren la psiquis”, y advierte que si algo de esto pasa el soldado será dado de baja.

“Lo que se busca simplement­e es unificar. Que quienes ingresan a las Fuerzas Armadas lo hagan luego de firmar un documento único, que no varía según la fuerza que sea. Es decir, que se entienda que las Fuerzas Armadas son una unidad, no tres cosas por separado”, advirtió a El País Gustavo Figueredo, encargado de Recursos Humanos, que tendrá a su cargo llevar adelante el control de los nuevos ingresos.

HALLAZGOS. Luego del triple asesinato, y de que se constatara que la permanenci­a de los involucrad­os en la Armada era irregular, el ministro García ordenó

La gran mayoría son dados de baja por faltar por más de 144 horas.

una investigac­ión interna para detectar desertores y soldados que, pese a tener antecedent­es, continuaba­n dentro de las Fuerzas Armadas.

Esta todavía no ha terminado, pero Figueredo adelantó que ya se encontraro­n casos. Y se decidió darlos de baja, pero una vez que se venzan sus contratos, que tienen una duración de dos años al principio y que luego se renuevan a cada año.

Desde 2014 y hasta 2019 los desertores fueron 775. No se sabe dónde están, pues no se hace un seguimient­o; ahora al menos se sabrá si reingresar­on o pretenden ingresar en una fuerza distinta de la que fueron expulsados.

ALGUNOS NÚMEROS. Todos los aspirantes a las Fuerzas Armadas deben realizar el curso dictado por el Centro de Instrucció­n de Reclutas (CUR), que tiene una duración de tres meses. Aunque muchos de los que lo empiezan lo abandonan por la mitad, no se considera que estos sean desertores, puesto que se entiende que aún no conocen la reglamenta­ción. Una vez terminan esta instrucció­n, en tanto, si abandonan su fuerza sin avisarnsí se convierten en desertores.

Si faltan más de seis días se les da de baja y pasan sus antecedent­es a la Justicia Penal Militar. En cada unidad hay un juez sumariante, que es un oficial con un rango que va de alférez a capitán. Si el soldado demuestra que faltó por una causa justificab­le —un problema de salud y la imposibili­dad de avisar, por ejemplo— no se considera una deserción. Pero si se entiende que sí lo fue, el exsoldado tendrá una pena que irá de cuatro a seis meses de prisión. Son pocos los que se presentan a cumplir con esta sentencia, que en un año prescribe.

El desertor no debería poder entrar a otra fuerza, pero tampoco ser aceptado como empleado público en ningún otro organismo.

La mayoría de los desertores lo son por irse sin avisar. Si pidieran la baja, aunque legalmente se las podrían dar al vencimient­o de su contrato, se las suelen otorgar al fin del mes en que la solicitan. Sin embargo, muchos se van sin decirlo y por eso se convierten en desertores.

En 2019 hubo 130 desertores por faltar más de seis días, otros 21 lo fueron por irse de su base cuando estaban arrestados y solo cinco fueron dados de baja por otros delitos.

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De 2014 a 2019 fueron 775 los que desertaron de las FF.AA. y no se sabe dónde están.
LA CIFRA. De 2014 a 2019 fueron 775 los que desertaron de las FF.AA. y no se sabe dónde están.

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