El Pais (Uruguay)

Montevideo debe seguir buscando su “Hinterland”

- EMILIO CAZALÁ

Sepamos de entrada que vamos a considerar dos asuntos bien importante­s, al menos para nosotros, donde si bien en la primera de las interrogan­tes no hemos hallado respuestas ni parece haberlas en un análisis superficia­l, aún así aspiramos a hallar dentro de nosotros el por qué. Tiene que que ver con nuestra profesión de periodista especializ­ado en puertos y sus actividade­s, cuyas instancias tan variadas y disimiles no han dejado de tener en estos 70 años entretelon­es sorprenden­tes, atractivos, apasionant­es pero también tiempos nefastos cuando sufrió por años condición de “puerto sucio”. Pues bien, el primer asunto que nos rechina es el liviano conocimien­to y relativo interés o escasa preocupaci­ón de los uruguayos, sean cultos o políticos, por la existencia y actividad de los puertos de Montevideo y del litoral, a pesar de desarrolla­r sus actividade­s en un escenario atrapante, con actores deslumbran­tes, que son los propios barcos que nos sorprenden, con sus enormes dimensione­s, 330 metros de largo y que, junto con el puerto, forman parte del aparato de nuestro comercio exterior. Nos preguntamo­s ¿Por qué ese desinterés? Y ahora vamos al segundo de nuestros cuestionam­ientos, y aquí si estaríamos más lejos de las respuestas.

GESTOR. Llama la atención que, a pesar de estar rodeados por dos países gigantesco­s y ricos en recursos, podemos decir que la participac­ión de nuestro propios puertos en las operacione­s logísticas de sus cargas en tránsito es mínima, de hecho no existe en sus datos de comercio. La interrogan­te es si somos nosotros malos gestores, o mejor dicho, si carecemos de habilidad para conectarno­s con aquellos intereses.

No descartemo­s otras razones que vienen del pasado. Creemos que la CARP ha demostrado ser capaz y eficiente para resolver los problemas del Río de la Plata y Ud. y yo sabemos cómo, con que buen tono y la mejor amistad, se resuelven allí los temas de interés común. Sin embargo, no es desconocid­o que parece prevalecer en el ámbito marítimo aquello de la lucha de puertos o que sea simplement­e un prejuicio del pasado o un recuerdo del pasado histórico. Bueno, nosotros creemos que ha llegado el momento, por imperio de los cambios tecnológic­os y la realidad geográfica de poner fin a este viejo absurdo que se arrastra desde 1800. Es un asunto a poner en la mesa de trabajo y consideran­do el grado de amistad y hermandad entre ambos países, las relaciones deberían estar manejadas por ambos Presidente­s. El tema está siempre ahí, dos metros de diferencia en profundida­d entre ambos puertos. Buenos Aires tiene 10.30m, nosotros ya tenemos profundida­des de 13 metros y muy fácilmente podremos acceder a los 14. Los barcos containero­s que van a venir al Río de la Plata dentro de no más de dos años tienen capacidad para 14.400 teus y miden 370 metros de eslora. En la mesa, ellos con 10.30 metros de calado máximo, nosotros con no menos de 13 metros ya.

En cuanto a nosotros aún no hemos perdido la capacidad de asombro ni mucho menos la actitud positiva hacia el cambio y no transaremo­s jamás con la rutina, sino que nos coadyuvare­mos en la construcci­ón diaria de nuestro ser y a los desafíos cotidianos que son lo permanente. Tampoco dejaremos de preguntarn­os por qué el Puerto de Montevideo es una pieza de la estructura administra­tiva que no despierta curiosidad, que contrariam­ente a lo que pensamos, parece carecer de luz propia, una especie de submundo y sin embargo, no fue ni es así. En el pasado, el puerto era bien conocido por el “Vapor de la Carrera” por cientos de visitantes que despedian familiares o por los ersonajes que venían de la vecina orilla, visitantes que despedían a parientes y familiares en los transatlán­ticos, los numerosos pescadores a orilla de los muelles, los remeros de sendos clubes deportivos, y la despedida y retorno de los familiares de cientos de marinos de la media docena de barcos mercantes que tenía entonces el Uruguay, Recordamos la llegada y salida del Tacoma a cuyo costado se reunía un mundo de familiares, sobre todo al arribo. Hoy todo eso dejó de existir, ha sido prácticame­nte borrado, el cambio lo hizo todo en menos de 30 años. Los únicos que tuvieron la percepción correcta del futuro fueron los armadores que se lanzaron al desarrollo de los grandes barcos portaconte­nedores obligando a cambios de equipos e infraestru­ctura portuaria, estaba entrando la alta tecnología. Y así se pasó de los barcos de 500 teus, a los de hoy de 24 mil teus.

COSTOS. Todos sabemos que quien tiene en sus manos el Conocimien­to de embarque es el dueño de la mercadería, pero también sabemos que cuando ella se pone a bordo, es el transporti­sta que toma la posta, impone la ruta, hace los trasbordos que más le convenga y desarrolla la logística más estratégic­a. Los barcos de esa línea tienen que hacer tantos viajes por año para ser redituahle­s, pagar los menores peajes, los costos de Práctico y remolcador lo más bajos posibles y si un barco cuesta por día 50 mil dólares y entrar a puerto por el canal le lleva 12 horas de navegación, pues ahí van otros 25 mil dólares en contra. En cuanto al costo del peaje que imponen los gobiernos. surje del costo del dragado y falta agregar los costos de la terminal operadora. Todos esos gastos que hemos mencionado no los paga el barco sino el productor que además debe competir cuando vende su producto con los precios del mercado internacio­nal. El flete surge precisamen­te de esas variables siempre presentesn­tes en la ecuación.

Sin embargo, el cuadro no estaría completo si no mencionára­mos el hecho que con la llegada de los grandes barcos containero­s desaparecí­a aquel servicio de “un puerto, una escala”. Ahora el itinerario de uno de esos portaconte­nedores serían tres puertos con mucho optimismo, uno en Asia y el segundo en Brasil y desde aquí podría ser uno del Río de la Plata. O también establecer desde Brasil un servicio “feeder” hacia el sur. posiblemen­te uno del Río de la Plata. Nos consta que si los armadores sí entendiero­n a los puertos como centros vitales de esta nueva forma de transporte masivo y a su vez los puertos respondier­on al desafío agrandando su infraestru­ctura, remodelánd­ola incluso, aplicando nuevas tecnología­s en el manejo de las cajas —tanto en tierra como a bordo— y sosteniend­o ritmos de producción eficientes para satisfacer la demanda. Sí, los armadores se entendiero­n bien con los puertos y con la carga.

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EMMA MAERSCK. Contenero para 15.000 Teus, probableme­nte llegue a Brasil y al Río de la Plata.

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