Los cruces de migrantes a los Estados Unidos no se detienen y se cobran nuevas víctimas
La frontera de México con Estados Unidos no deja de ser un lugar donde miles y miles de inmigrantes se agolpan buscando cumplir con los requisitos para pedir asilo.
Los solicitantes deben esperar a ser transportados a un centro de detención para migrantes, donde luego pueden hacer el trámite para solicitar asilo.
Eso ocurre, por ejemplo, luego de cruzar el río Grande hacia los Estados Unidos desde México, en Penitas, Texas.
Mientras aguardan, puede ser que las inclemencias del tiempo les hagan más difícil aún la espera.
Por suerte cuentan con la buena voluntad de los agentes de la patrulla fronteriza, que les acercan mantas térmicas los días de mucho frío.
Muchos viajan en balsas, otros caminan largas distancias; la mayoría proviene de países de América Central, como Honduras, Guatemala o El Salvador.
Viajan solos o con sus familias, prácticamente con lo puesto, por eso es que cuando las temperaturas bajan y aparece el frío no tienen cómo protegerse.
Incluso hay niños que hacen el viaje solos, sin sus padres, solamente acompañados por los otros migrantes.
Las jornadas enteras de caminata suelen provocarles heridas, deshidratación y otros problemas de salud que la patrulla fronteriza muchas veces no puede atender. Apenas va más allá de los cuidados básicos de emergencia.
Miles son los que han muerto en estos cruces desde finales de 1990, pero son muertes de las que poco se sabe porque se producen en el medio de la nada.