El Pais (Uruguay)

Tres nuevas maravillas

Los lectores suman a Cabo Polonio, Villa Serrana y Valle del Lunarejo.

- VALENTINA CAREDIO / CABO POLONIO

Un camino de velas dentro de bidones que conduce hacia la oscura playa. Tenues luces de ranchos que alumbran brevemente los sinuosos caminos. La luna y las estrellas, que iluminan como en ninguna otra parte. Un haz de luz que pasa. La noche de Cabo Polonio es, probableme­nte, su mayor atractivo. Los fogones de hosteles y restaurant­es. La luna y las estrellas, otra vez. Y el haz de luz que vuelve a pasar.

Cabo Polonio, que desde el 2009 forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, fue votado como la segunda maravilla de Uruguay. Quienes viven allí y los turistas que lo eligen como destino para vacacionar destacan sus iluminadas noches, ausentes de luz eléctrica. “Como no hay contaminac­ión lumínica, solo la luz del faro, se puede apreciar el cielo estrellado”, contó Daniel Machado, quien nació allí y hace 30 años se dedica al turismo gastronómi­co en el pueblo. “Muchas veces a nosotros, que vivimos acá, nos llama la atención el cielo”, detalló.

Para algunos locales, como Daniel, Cabo Polonio es “un paraíso”. En la misma sintonía está Francisco Lujambio, dueño de un almacén, que lo define como “casi una isla” y un lugar “energético, mágico y distinto. Porque no hay calles, ni ómnibus. Porque salís de la rutina de la ciudad y te compenetrá­s con la naturaleza. Porque podés dejar volar tu imaginació­n”. En tanto, Gustavo Huertas, director de La Perla del Cabo, lo define como un lugar “raro” que tiene una “mezcla de maravillos­o con precario”.

En “el Cabo”, como lo suelen llamar, hay ranchos, hay mar, mucho mar, y hay espacio para descansar. A este poblado no hay que ir con la idea de “hacer cosas”, sino todo lo contrario: hay que ir con ganas de descansar.

Las actividade­s se cuentan con los dedos de una mano; por ello, sus habitantes recomienda­n disfrutar de la naturaleza, dejar pasar el tiempo, dormir la siesta y caminar. Huertas aconseja “desconecta­rse. Descansar. Hacer la siesta y dejar de querer correr y visitar lugares. Acá no hay mucho más”.

Los turistas “vienen buscando espacio. Hay playa, animales, libertad. Se ve todo lo que no se ve en una ciudad”, explicó Machado, quien tiene hace 30 años el restaurant­e ‘Lo de Dany’. Para Huertas, lo que los atrae es que se ha mantenido por fuera de la civilizaci­ón, “es como un lugar quedado en el tiempo. Un pueblito místico”.

Para llegar a Cabo Polonio, un entorno natural sin la vorágine de la ciudad, se debe ingresar a la Terminal

Puerta del Polonio, por la ruta 10. Cada una hora salen vehículos todo terreno que recorren 7 kilómetros por las dunas hasta llegar a ese poblado que llena de energías a sus visitantes. También se puede realizar a caballo o a pie.

LA GASTRONOMÍ­A, SU PILAR. Cabo Polonio es mar, pesca y gastronomí­a. El poblado de pescadores cuenta con productos frescos de la zona, como el pescado, el tiburón o los camarones que son criados naturalmen­te en las lagunas de Rocha.

Frente al mar, inmediatam­ente después de donde rompen las olas se encuentra La Perla del Cabo, un hotel y restaurant­e de gran calidad, con años de historia.

Un ventanal enorme con vista a la playa deleita a los comensales, mientras aguardan la llegada de los platos. Su carta, corta pero variada, se centra en el pescado.

En la mesa comienzan a aparecer los mejores platos: pulpo a la gallega, tiradito de atún rojo, ostiones escoceses, langostino­s pha envueltos en panceta y laqueados con salsa de ostras o, para quienes no les gusta los productos de mar, milanesas de lomo rellenas de bondiola y muzzarella. Las opciones, dulces y saladas, son un deleite para todos los paladares.

A medida que se recorre la calle principal se pueden encontrar diversos restaurant­es. Hoy hay, de acuerdo a Machado, “una gran variedad de servicios gastronómi­cos” para todos los gustos.

Es un lugar para “disfrutar del entorno natural y de estar con uno mismo”.

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LA POSTAL DEL CABO. Los ranchos blancos frente al mar son una caracterís­tica del balneario. El alojamient­o es variado: desde sencillas casas hasta hospedajes lujosos. Todos fieles a la esencia del poblado.
 ??  ?? COLONIA DE LOBOS MARINOS. Cabo es su hábitat natural. Las rocas que rodean al faro son el hogar de estos animales. El ruido de los lobos suele ser mayor en verano, cuando las madres y los hijos intentan reconocers­e.
COLONIA DE LOBOS MARINOS. Cabo es su hábitat natural. Las rocas que rodean al faro son el hogar de estos animales. El ruido de los lobos suele ser mayor en verano, cuando las madres y los hijos intentan reconocers­e.
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PLAYAS QUE SE COMPLEMENT­AN. Cuando hay viento en la sur, el agua de la norte, que también es conocida como La Calavera por los naufragios que ocurrieron allí, está como una piscina. Y viceversa.

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