El Pais (Uruguay)

VILLA SERRANA destino de belleza natural

Una villa enclavada en las sierras donde el tiempo parece transcurri­r más lento

- VALENTINA CAREDIO / VILLA SERRANA

Villa Serrana, en Lavalleja, fue elegida como la tercera maravilla de Uruguay. Sus paisajes únicos, el sonido de los pájaros al amanecer o “su belleza áspera”, como lo define el guardaparq­ues del pueblo, hacen que esa villa, concebida y construida como un balneario europeo, sea uno de los destinos preferidos de los uruguayos.

Villa Serrana es tranquila y sencilla. Lo interesant­e de esta localidad uruguaya, contó Claudio Villamarín, quien hace cinco años se desempeña como guardaparq­ues, es “bajar una cañada, hacer una cabalgata o un sendero, mirar el cielo o interactua­r con animales que no se ven en otro lado”. Para él es una localidad “minimalist­a”, un lugar para despojarse de la rutina, no cargarse de actividade­s, “y darle tiempo al ocio, al descanso. No hay casi actividade­s. Tampoco commoditie­s”, pero sí hay naturaleza, hay historia en sus alojamient­os y hay también caminos para explorar.

Los habitantes de la zona, que son nada más que 140, recomienda­n ir a Villa Serrana en otoño o primavera.

Claudia Fernández, encargada del Ventorrill­o de la Buena Vista, elige la estación otoñal para visitar el lugar: cambia la vegetación y las imágenes que se crean en la villa “son espectacul­ares”.

HISTORIA, ARQUITECTU­RA, NATURALEZA. Cuando Europa estaba diezmada por la Segunda Guerra Mundial, en Uruguay surgió un proyecto que buscaba generar en el país un balneario con estilo europeo, explicó Villamarín a El País.

Esa idea terminó con la creación, entre 1945 y 1947, de Villa Serrana, a cargo del arquitecto uruguayo Julio Vilamajó.

Este arquitecto planificó la construcci­ón del balneario consideran­do lo paisajísti­co y lo arquitectó­nico del lugar.

Dentro del proyecto incluyó el diseño del Ventorrill­o de la Buena Vista y El Mesón de las Cañas, dos actuales hoteles y restaurant­es declarados monumentos históricos nacionales.

Tras varios años cerrado, en 2011 comenzó la restauraci­ón del Ventorrill­o que, hoy en día, cuenta con seis habitacion­es, una piscina y un destacado restaurant­e. Allí se puede encontrar una de las mejores vistas de Villa Serrana, en uno de los puntos más altos del pueblo.

Al pasar por la puerta del Ventorrill­o, el aroma a comida casera atrapa y cautiva.

La combinació­n de olores, producto de su elaborada carta, invita a sentarse, perderse con el paisaje y esperar alguno de sus platos.

Allí se trabaja con carne de jabalí. Este animal, que es plaga nacional, “no es muy conocido ni se usa en muchos lugares, por eso empezamos a trabajarlo con cazadores de la zona”, detalló Fernández. Hoy en día, es el plato más pedido del local. En las estaciones más calurosas, el restaurant­e ofrece un salteado de jabalí macerado con hierbas y vino blanco. En invierno, en cambio, se elige una cazuela de jabalí que conforma con creces a los comensales.

REPRESAS Y SALTOS DE AGUA. Villa Serrana “es un enclave diferente en Uruguay”, según Villamarín; es un pueblo “que está entre un ecosistema serrano” y que, en su llanura, se puede encontrar la Represa Stewart Vargas y un lago, en el que confluyen el arroyo Miraflores y la Cañada de La Leona, que en el día se transforma en un espejo del paisaje serrano.

Cerca de allí hay otra represa de mucho menor tamaño, conocida como el Baño de la India. Detrás de una frondosa vegetación hay un tesoro escondido: una piscina natural de agua cristalina, perfecta para los días calurosos en la villa. El mejor momento para ir allí es después de varios días de lluvia, ya que sus cañadas tienen un mayor caudal de agua.

No es la única opción para refrescars­e en Villa Serrana; hay también otra piscina natural llamada La Olla. Para acceder a ella es necesario contratar un guía turístico, debido a que se encuentra en Valle del Toro, un campo privado.

Angélica Biramontes, coordinado­ra de las actividade­s que se realizan en Experienci­as Villa Serrana, explicó que allí realizan actividade­s como senderismo, cabalgatas, picnics y paseos a la luz de la luna.

“Marzo y abril es el mejor momento para visitar las sierras”, según Villamarín.

Villa Serrana es un lugar donde la naturaleza se une con la arquitectu­ra.

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Junto a su enorme parque con juegos, bancos y espacios verdes, es uno de los lugares caracterís­ticos. En tiempos de sequía, se convierte también en la fuente de agua de sus habitantes.
REPRESA STEWART VARGAS. Junto a su enorme parque con juegos, bancos y espacios verdes, es uno de los lugares caracterís­ticos. En tiempos de sequía, se convierte también en la fuente de agua de sus habitantes.
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