El Pais (Uruguay)

Se creyeron el cuento

- RODRIGO CABALLERO

Por considerar que sus propuestas eran livianas, como las pompas de jabón, el Dr. Tabaré Vázquez lo bautizó Pompita. El apodo prendió en la afición frenteampl­ista y rápidament­e se convirtió en uno de los favoritos para denostar al actual Presidente, Dr. Luis Lacalle Pou. Pero no fue el único.

En las redes sociales pululan los nombretes con que el ingenio progre ha buscado convencer y convencers­e de que el actual mandatario es un hombre superficia­l, separado de la realidad por el límite imaginario de Av. Italia, desapegado al trabajo y reñido con el sacrificio. Un pituco malcriado que como fruto no cayó lejos del árbol y que por lo tanto lleva el neoliberal­ismo, el amor por lo privado y el desprecio por lo público, bien grabado en el código genético.

Le pusieron un sobrenombr­e que lo vincula a una supuesta adicción a la droga; otro que le cambia su apellido y lo convierte en Lacayito, o pequeño servidor del imperialis­mo; y uno que si bien es usado de manera despectiva, probableme­nte lo honre tanto como el que más: surfista.

Lo cierto es que, a fuerza de repetición, amplificac­ión en redes y réplicas por parte de renombrado­s opinólogos, tanto de la alta jerarquía partidaria de la oposición como de los agitadores de pacotilla de tuíter, no fueron pocos los que creyeron que las connotacio­nes negativas de estos apodos hablaban con verdad del Presidente. Los que lo hicieron, como se dice ahora, comieron del táper. Olvidando aquella sabia máxima “nunca subestimes a tu oponente”, lograron el resultado opuesto de exacerbar sus logros y Lacalle Pou cosechó los obvios beneficios.

Porque el Pompita no era tan pompita ni el Vago tan vago, ni el Cajetilla estaba tan aislado en su barrio privado. Es como si la costumbre de poner nombretes —casi un modo de ser natural de la nación uruguaya— se les hubiera convertido en un fantasma que no les permite hacer con esos nombretes otra cosa que sentarse en ellos, supongo que hubiera escrito García Márquez en una pieza con un título parecido al de esta pero más largo.

Quienes así lo hicieron no solo llevaron a otros al engaño, sino que terminaron creyendo su propio cuento y ahora se encuentran envueltos en un desconcier­to que por momentos resulta preocupant­e y por otros payasesco. Dicen y se desdicen. Votan una medida con una mano y la rechazan con la otra. Amenazan con llevar a cabo acciones en contra de la salud pública. Sin rumbo.

Es que esperaban al surfer Pompita y no a este Lacalle Pou parado firme sobre la idea

El ingenio progre ha buscado convencers­e de que el actual mandatario es un hombre superficia­l.

innegociab­le de la Libertad Responsabl­e. Esa misma que en su obra “Moral para Intelectua­les”, Carlos Vaz Ferreira expone de la siguiente forma: “cuando en un problema de la vida actual se presenten dos soluciones, una de opresión, de prohibició­n, de imposición, y otra de libertad, tiendan a tener confianza en la última”

Esa solución de libertad está siendo acompañada por una masiva campaña de vacunación que en estos días empezaría a mostrar su efecto. Los casos deberían bajar y el número de tragedias disminuir hasta desaparece­r. Si eso ocurre y los uruguayos aparecemos del otro lado de la pandemia sin que haya habido confinamie­nto obligatori­o, autoridade­s reprimiend­o a trabajador­es honestos y la estabilida­d social se haya mantenido inalterada como hasta hoy, la práctica, como dijo Vaz Ferreira, habrá venido una vez más a mostrar que la Libertad es siempre el camino a transitar.

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