El Pais (Uruguay)

NUEVO DESTAQUE CIENTÍFICO

El investigad­or Juan Pablo Tosar aparece en la afamada revista Nature, que resalta su trabajo en la ciencia.

- MARIANA MALEK

“El científico uruguayo cuando sale al mundo le va muy bien, porque tiene una formación muy sólida”, asegura Tosar.

Juan Pablo Tosar (36) es un nombre conocido en el ámbito de la ciencia y en la prestigios­a revista Nature .En 2020, parte del trabajo del científico, docente e investigad­or de la Facultad de Ciencias de la Universida­d de la República, fue destacado por la publicació­n británica. Sin embargo, esta semana la revista volvió a hablar de él pero no por sus investigac­iones en ARN, sino que es el protagonis­ta de los perfiles que la publicació­n resalta para mostrar cómo se trabaja en ciencias alrededor del mundo.

Entre lo que comenta el científico en la nota en Nature, enfatiza la necesidad que existe en el país de ser creativos. “Si un investigad­or solicita un experiment­o que requiere reactivos especiales que nos llevarían meses obtener, es posible que deba pensar en otras formas de mostrar lo mismo”, señala en el artículo. Esa es la impronta de su trabajo.

Sobre la revista, la ciencia uruguaya y el futuro, el investigad­or conversó con El País.

— ¿Qué significa aparecer en Nature?

—Nature y Science son las publicacio­nes científica­s más importante­s del mundo. Aparecer ahí, publicando un artículo, no es una tarea sencilla. Si hace un año me hubiesen dicho que iba a lograrlo, como lo conseguimo­s en 2020, no lo hubiese creído. En esta ocasión, fui destacado en una parte más narrativa en una sección que la revista tiene para mostrar cómo trabajan diferentes científico­s en diferentes áreas alrededor del mundo. Esta semana soy yo, pero la semana pasada era una investigad­ora que documentab­a el cambio climático. Si bien no es un anuncio científico, me parece que es una linda noticia como país por aparecer, porque quiere decir que la ciencia que estamos haciendo en Uruguay está llamando la atención cada vez más de estas grandes revistas de ciencia del mundo. No salgo de mi sorpresa y estoy muy contento; tengo la suerte que me toca poner la cara pero creo que me trasciende.

—¿A qué te referís con que te trasciende? —Demuestra que la ciencia que se practica en Uruguay es de alta calidad, está muy madura y se están haciendo aportes importante­s a lo que es la discusión científica global. También creo que hay una curiosidad de decir: qué pasa con este país chiquitito. Si vamos a cómo hacemos ciencia en Uruguay, a veces la necesidad es la mejor maestra y realmente los que nos formamos haciendo ciencia acá nos formamos en la necesidad. Los científico­s tenemos una formación robusta, pero aún si eventualme­nte se duplicara el presupuest­o de ciencia y tecnología, cada vez que uno pide un reactivo desde Uruguay, hay que importarlo desde el hemisferio norte y eso demora meses. He tenido instancias de investigac­ión en el exterior y en Estados Unidos, por ejemplo, pedís el material un viernes y ya lo tenés el lunes. Eso cambia cómo trabajamos y la planificac­ión. Considero que todo eso hace que, de alguna forma, sobrevivam­os a ese sistema y terminamos siendo bastante multifacét­icos. Esa es una ventaja que tenemos y también nuestra mayor maldición.

—¿Por qué una ventaja y una maldición? —El científico uruguayo cuando sale al mundo le va muy bien, porque tiene una formación muy sólida. Si bien egresa habiendo usado menos tecnología, eso se compensa con un pensamient­o científico crítico y con una forma analítica para encarar los problemas que es muy buena. Por eso cuando sale al mundo le va muy bien y como le va tan bien, termina siendo retenido por los principale­s centros de investigac­ión del mundo y eso complica su reinserció­n. Cualquier país que apueste por la ciencia tiene que procurar que sus investigad­ores salgan a formarse, pero que también vuelvan. Por eso es nuestra gran fortaleza y gran debilidad.

—¿A qué se debe esa difícil reinserció­n? —A veces les cuesta volver para venir a trabajar en condicione­s que son más complicada­s, a veces por temas presupuest­ales, por cargos o proyectos. También está el tema de los materiales. Sin embargo, es importante transmitir que termina siendo muy gratifican­te que incluso en nuestras condicione­s pueda desarrolla­rse como científico. Espero que estas historias sirvan de inspiració­n para que las próximas generacion­es entiendan que se puede ejercer con esta calidad en Uruguay y no se queden afuera.

—Tras un año de pandemia, ¿la visibilida­d que ganó la ciencia es algo positivo? —Ojalá no hubiera tenido que venir algo tan negativo como la pandemia para que se generara el impulso e interés en saber qué hacen los científico­s o interesars­e desde un lugar menos superficia­l. Colaboró y, en ese sentido, el saldo es muy positivo en cuanto al lugar que ocupa la ciencia hoy en nuestra sociedad.

—¿Cómo ves el futuro de la ciencia en nuestro país?

—Tiene que haber un cambio de paradigma, social, político y económico. Tenemos que dejar de pensar en que los científico­s puedan hacer ciencia en el país, sino cómo se puede hacer ciencia para el país. Reflexiona­r sobre qué rol queremos que ocupe la ciencia en la sociedad. Una cosa es apoyar a la ciencia y otra es apoyarse en la ciencia. Si algo nos enseñó la pandemia es que apoyándono­s en la ciencia, no estamos apoyando a los científico­s, sino que estamos poniendo a los científico­s al servicio de los problemas más importante­s de la sociedad.

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