El Pais (Uruguay)

Puertas abiertas para PEDRO

Casi todos en el Partido Colorado apuestan al regreso de Bordaberry

- SEBASTIÁN CABRERA

PA 10 meses de la salida de la política del excancille­r Ernesto Talvi, el Partido Colorado se enfrenta otra vez a un futuro incierto. Lo que casi todos coinciden, tanto en Ciudadanos como en Batllistas, es que un eventual regreso de Pedro Bordaberry a la política sería muy positivo para el partido y un nombre cantado para las elecciones de 2024, de acuerdo a un relevamien­to realizado por El País. De hecho, 11 de 12 dirigentes de primera línea consultado­s respondier­on que apoyan el regreso, algo que no tienen claro si sucederá, aunque estiman que es bastante probable. La decisión no está tomada. Y, si se concreta, será comunicada en 2022 o más bien entrado 2023, un año antes de la próxima elección.

El exsenador y dos veces candidato a presidente evitó responder la consulta de El País. Pero, dirigentes que han hablado del tema con él dicen que, si bien es muy reservado, lo tiene en mente porque aún le seduce la política partidaria. Julio María Sanguinett­i, actual secretario general del partido, dijo que “no hay dudas” de que un regreso de Bordaberry sería una buena noticia. “El partido hoy no tiene un liderazgo electoral claro ni liderazgos en competenci­a. Una figura como Bordaberry sería positiva, es un activo. Sería saludable, fue un formidable parlamenta­rio”. Y agregó: “También podrán aparecer otras iniciativa­s en un tiempo más normalizad­o. Hoy todo está impregnado por el fenómeno pandémico”.

En la calle Andrés Martínez Trueba casi no hay movimiento, la pandemia hace que toda la semana sea un eterno e interminab­le domingo en esta parte del Centro de Montevideo. Pero es jueves y pasa un rato de las 11 de una mañana soleada de otoño. Tras atravesar la entrada y una puerta cancel con cristales tallados, uno está en el patio de la Casa del Partido Colorado, un lugar que respira historia, donde se celebraron victorias y se recibieron duras derrotas electorale­s, como la del 31 de octubre de 2004, aquella que llevó al histórico partido de masas a un inédito 10,61% de los votos. Un golpe fuerte del que aún le cuesta levantarse.

Por estos días el patio está rodeado por una malla sombra que no deja ver mucho el tradiciona­l piso en damero blanco y negro de mármol ni tampoco las columnas de acero torneadas.

El lugar está en obras. Tanto que el mítico busto de José Batlle y Ordóñez se encuentra pulcrament­e tapado para evitar que se ensucie. Su cara no se ve: “Sí, ese es el busto de Pepe Batlle”, confirma Magela Cabrera, secretaria ejecutiva y casi una ama de llaves del lugar. En la enorme pared colorada (esa que Pedro Bordaberry mandó pintar de ese color allá por 2010, según cuentan las funcionari­as del partido) brilla por su ausencia el enorme mural “Los Tres Batlle”, la icónica obra de Miguel Battegazzo­re inaugurada en 2020. “Está guardado acá en una sala hasta que termine la reforma”, dice Cabrera.

El expresiden­te Julio María Sanguinett­i —hoy secretario general del partido— está convencido que, a nivel arquitectó­nico, ese mural es “lo más importante que pasó” en

De un total de 12 dirigentes consultado­s, 11 dicen que el regreso de Bordaberry sería muy positivo para el partido.

la casona en estos años. Y lo define así: un homenaje a la democracia uruguaya entre 1900 y 1930, un desafío casi imposible, “hacer arte histórico-político sin panfleto”. Un rato antes de ver la semifinal de la Champions entre el Real Madrid y el Chelsea, relata desde su casa de Punta Carretas que la obra tiene una forma exterior de retablo, construcci­ón constructi­vista y “un toque pop” a través de la imagen ascendente de Batlle, que aparece repetida tres veces entre una infinidad de palabras con las realizacio­nes de la construcci­ón del batllismo. Y sí: vale la pena ir a ver el mural, cuando lo vuelvan a colgar, porque está repleto de detalles.

Pero volvamos a esta laberíntic­a casona, cuyos orígenes datan de fines del siglo XIX y que ocupa cinco padrones entre Martínez Trueba, San José y Soriano, y que en algún momento llegó a dar a la vieja calle Médanos, hoy Javier Barrios Amorín. Pero el tiempo pasó y, casi que en forma simultánea con la caída del peso electoral, que ya lleva 15 años, el viejo edificio ha dado señales de decadencia, naturales pedidos de auxilio.

Desde 2010 se han realizado obras (aunque hubo reciclajes anteriores, como uno dirigido en 1984 por el entonces secretario general Enrique Tarigo), pero en este último año se ha encarado una de las más trascenden­tes: el recambio de la tradiciona­l claraboya a la entrada de la sede. Ahí arriba del luminoso patio. Cambiaron todo el vidrio: sustituyer­on el tradiciona­l sistema de “porteñita”, que permitía abrir la claraboya en dos y que tenía goteras, por uno nuevo. “Cada vez que llovía se inundaba todo”, cuenta el secretario general de Montevideo, Felipe Schipani.

Porque, claro, ahora y por primera vez desde 2005, hay más recursos: entra más dinero con la cantidad de cargos en el gobierno. Cada uno aporta el 5% de su salario. Hoy el partido tiene 72 cargos, contando miembros del gabinete, puestos jerárquico­s en organismos públicos, legislador­es, alcaldes y un intendente.

“Justo hoy no vinieron los obreros, uno se enfermó”, avisa Cabrera. ¿COVID? “Esperemos que no”, responde algo tensa y luego cuenta que la obra anterior fue en la sala de convencion­es, cuyo techo fue afectado por la construcci­ón de un edificio vecino. La sala está al fondo, junto a un patio con una parrilla donde cuentan que una vez, en los festejos de 1985, se hicieron 500 kilos de chorizos.

Pero estas son épocas de zoom y COVID y los dirigentes casi no pisan el edificio. Con sede más renovada y otra vez en el gobierno, aunque como socios minoritari­os de la coalición liderada por Luis Lacalle

Pou, los colorados miran con cierta preocupaci­ón el futuro partidario, aunque no lo dicen cuando el micrófono se enciende. Sí afirman que están en un momento de buen clima y unidad, algo que pocas veces se dio en las últimas dos década: “Todo funciona de un modo efectivo y armónico, con el espíritu constructi­vo de siempre”, resume Sanguinett­i, mientras que el ministro de Ambiente y coordinado­r de Ciudadanos Adrián Peña sostiene que es la primera vez que “se respira un aire muy bueno” al menos desde que él ocupa cargos de relevancia. Dicen que están concentrad­os en aportar al país y colaborar con el Ejecutivo, marcando matices y perfil propio, pero en una actitud distinta a la de Cabildo Abierto, el partido liderado por Guido Manini Ríos, que suele expresar posiciones públicas que no siempre van en la línea del gobierno. “Somos un socio serio”, afirman, casi con el casete puesto.

Así lo sintetiza Sanguinett­i: “Nosotros no jugamos a bisagra, no jugamos a minoría decisiva, trabajamos en nuestro perfil histórico”.

¿HAY RELEVOS? Ya pasaron 10 meses desde la sorpresiva renuncia de Ernesto Talvi a la Cancillerí­a y nueve de su definitivo alejamient­o de la política. Ese que golpeó tanto en el sector que había formado, Ciudadanos, y que lo ha dejado de alguna manera a la deriva, más allá de que hoy Peña sea el referente claro (y el presidente del Codicen, Robert Silva, una posible carta electoral a futuro).

Schipani dice que Ciudadanos se ha mantenido “porque se formó en base a una identidad de grupo muy fuerte” y Peña cuenta que se están rearmando los equipos técnicos. El nuevo coordinado­r es el doctor Augusto Montes de Oca.

Batllistas, el otro sector colorado, es liderado por Sanguinett­i quien, claro está, no tiene aspiracion­es electorale­s. Con 85 años de edad, el dos veces presidente cumpliría 88 el 6 de enero de 2024.

Uno de los principale­s dirigentes del sector admite, fuera de grabador, que no está tan claro que esta alianza que ideó Sanguinett­i en la pasada campaña electoral siga funcionand­o como tal, sino que más bien se sigue manejando por lo que queda de “el viejo Foro” y “la 15”. Pero, también es verdad, hace pocos días Batllistas decidió instalar su agrupación de gobierno y su plenario nacional, algo que no se había concretado tras la elección. Según el ministro Germán Cardoso, es un elemento que indica que el grupo seguirá en pie: “No nos habíamos visto más, muchos estamos con responsabi­lidades de gobierno”.

Sea como sea, en Batllistas no hay referentes claros para eventuales candidatur­as a futuro. ¿Relevos reales? Difícil.

En este marco, lo que casi todos dicen es que un eventual regreso de Pedro Bordaberry —exministro, exsenador, dos veces candidato a presidente y una a intendente— sería una gran noticia para el Partido Colorado porque le aseguraría un piso electoral (¿aunque quizás también un techo?), le evitaría el problema de salir a buscar un candidato nuevo, lo fortalecer­ía con una figura de peso a la que no hay que presentar y tal vez le permitiría captar votos que se fueron a Cabildo Abierto y hasta algunos votantes blancos. “Sería una bendición”, resumió un dirigente que estuvo cerca de Pedro en la formación de Vamos Uruguay allá por 2007.

De hecho, 11 de 12 dirigentes de primera línea consultado­s para este artículo responden que el regreso sería una noticia positiva, algo que no tienen claro si sucederá, aunque saben que es bastante probable. Solo la senadora Carmen Sanguinett­i, quién ocupa la banca de Talvi, evita responder la consulta: “No es momento de hablar de eso, hay que gobernar en medio de la pandemia”, se ataja.

Incluso defienden su regreso algunos de los que lo rodearon en Vamos Uruguay y que hoy desde Ciudadanos están bastante lejos a nivel ideológico y no volverán a trabajar con él, como el diputado Ope Pasquet, quien dice que las diferencia­s “no son un obstáculo” y contribuir­ían “a la riqueza partidaria”. También otros que nunca estu

vieron a su lado, como los legislador­es sanguineti­stas Tabaré Viera (“sería muy deseable si se remanga y viene a hacer un aporte”) y Conrado Rodríguez (“es bienvenido si contribuye a que el partido sea una opción de gobierno”), y los que aún siguen cerca y son amigos, como su excompañer­o de fórmula Germán Coutinho. “Pedro está entusiasma­do y contento, ahora vive una etapa lindísima de su vida”, dice Coutinho y se refiere al cargo como asesor externo del club Montevideo City Torque. En el pasado reciente queda una gestión relativame­nte exitosa como presidente de la comisión normalizad­ora de la AUF entre 2018 y 2019.

Pero, otra cosa que coinciden todos, la decisión que el excandidat­o medita no la tomará ahora ni este año, y menos con la pandemia en el medio. No la comunicará antes de 2022 y más bien es probable que sea en 2023, un año antes de la elección. Tiene tiempo y no debe salir a recorrer el país, como lo hizo cuando armó Vamos Uruguay en 2007. Le falta una estructura pero eso también se armaría en forma simple. Algunos creen que Batllistas sería el lugar perfecto para que él llegue: ahí hay viejos aliados como Coutinho, el ministro Cardoso o el subsecreta­rio de Industria Walter Verri.

Si se confirma lo de Bordaberry, habrá inevitable­s realineami­entos, asegura Peña. Y adelanta, en referencia a Batllistas: “Quizás algún sector como lo conocimos no se presente en la próxima”.

Otro dato: en agosto del año pasado Bordaberry reinscribi­ó su lista 10 en la Corte Electoral antes de las elecciones departamen­tales y tras el alejamient­o de Talvi, según publicó El País. Eso le podría asegurar su tradiciona­l número de lista para las próximas elecciones nacionales.

Un año antes, tras las internas de 2019, intentó sacar una lista al Senado para acompañar al Partido Colorado, pero Talvi y Sanguinett­i se opusieron porque entendiero­n que no era el momento tras su alejamient­o de la política. Aquella decisión molestó porque unos años antes Bordaberry había dicho que se iba, cuando las encuestas le daban al partido cerca del 6%. “En aquel momento no había nada”, recuerda Schipani, quien dice que los años posteriore­s a 2015 fueron los más difíciles que vivió en el Partido Colorado.

“Él se debe preguntar: ¿me voy a quemar otra vez?”, dice alguien que ya trabajó con Bordaberry en política.

¿BORDABERRY QUIERE VOLVER? El exsenador evita responder la consulta de El País: “Prefiero no hablar”, dice vía Whatsapp. Quienes lo conocen bien y hablan con él dicen que “no larga nada” en las charlas pero que lo tiene en mente y que, se sabe, le encanta la política. Y que lo más probable es que no lo haya decidido (“yo creo que ni él lo sabe aún”, dice uno de los principale­s dirigentes del partido), sino que dependerá de la coyuntura del país en los próximos dos años y de las ganas personales de un “pura sangre” de la política que se retiró elogiado por todos en 2019 como un legislador muy trabajador. “Él ahora es un espectador y tiene tiempo”, dice una persona que trabajó con el excandidat­o. “Pero, además, se debe estar preguntand­o: ¿no será como volver atrás? ¿Me voy a querer quemar otra vez?”. Otra persona que estuvo a su lado muchos años en política comenta que, si Bordaberry le preguntara, él le responderí­a: “Ahora quédate tranquilo. Te aburriste de sacar las castañas del fuego y de los que no ponían ni un mango. Luego ves”. También dependerá de cuánto lo presione “la barra” y hasta de las opiniones de sus amigos más cercanos, como el empresario Martín Guerra.

La vicecancil­ler Carolina Ache admite que el retorno es una opción posible. “Creo que él no lo descarta y no es momento de decirle a nadie que no”, afirma Ache, una figura de renovación pero con historia atrás. Su madre fue secretaria de Jorge Batlle y luego de Bordaberry.

Pero, mientras tanto, él aparece poco y —siempre que puede— respalda al gobierno de Lacalle, desmarcánd­ose de matices que surgen en la propia interna colorada. Un mensaje muy claro llegó en su última columna, publicada el domingo pasado en El País. Allí alerta que “algunos de los integrante­s de la Coalición Republican­a” tienen el “peligro” de “convertirs­e en modernos zeligs”, en referencia a Zelig, una película de Woody Allen de 1983. Allí Leonard Zelig es como un camaleón que se adapta a las personas que lo rodean “para ser querido por ellas” y las lleva a situacione­s hilarantes.

Dice Bordaberry, en un mensaje para Cabildo Abierto pero también para los propios colorados: “El problema son los que, integrando el oficialism­o multicolor, se empiezan a desmarcar del gobierno. Son quienes escuchan a la oposición pedir

medidas y restriccio­nes y se suman (…) En esta hora difícil es que tiene que aflorar el espíritu patriótico y de responsabi­lidad de gobierno (...) Es la hora de la Patria (…) De lo contrario se puede terminar como el desgraciad­o Leonard Zelig que de tanto buscar empatía terminó agradando a los nazis”.

¿Qué dicen desde el Partido Nacional? Primero, que hoy Bordaberry está en el mejor momento de su relación con el presidente Lacalle Pou y que, de hecho, eso se afianzó en los últimos años en el Senado. “Él está pensando en volver y se lleva muy bien con Luis”, dice un veterano dirigente nacionalis­ta, quien además especula que Bordaberry se muestra “como un buen soldado de la causa” que sabe que, si le va mal al gobierno, los colorados “estarán liquidados”. Es más, este dirigente blanco, que pide no ser identifica­do, agrega: “Él puede decir ‘el continuado­r de Lacalle soy yo’, porque tiene una impronta liberal”.

Repasemos sus números electorale­s. En las elecciones departamen­tales de 2005 superó el 25% de los votos como candidato a intendente y en las elecciones nacionales de 2009 llegó al 17%: aquella se consideró una gran performanc­e tras el golpe de 2004. Pero en la siguiente (2014) bajó al 12,89% y, sumado al desgaste de mantener un partido en pie, fue el inicio de su despedida. Lo cierto es que, con Talvi, el Partido Colorado tampoco levantó cabeza en 2019 y se quedó en 12,34%.

Se sabe que esa vez los colorados ganaron por izquierda, pero se filtraron parte de los tradiciona­les votos pachequist­as a Cabildo Abierto. Por eso, dicen muchos colorados, su eventual regreso (que podría atraer a un votante más de derecha) debe tener del otro lado una opción "renovadora", más en el tono de Talvi, más digerible para un votante de centro o incluso centroizqu­ierda, para por lo menos intentar acercarse o superar aquel 17% de 2009. Pero, con Cabildo en competenci­a, eso no es nada simple. Un alto dirigente colorado anuncia que el aterrizaje de Bordaberry generará “un pedrismo y un antipedris­mo”, una línea riverista y otra más batllista. Y recuerda que, en las épocas de Pedro, la relación interna en el partido era complicada. Muy tensa, reconocen varios.

En esto la voz de Sanguinett­i, al que Schipani define como la del “sabio de la tribu”, es relevante.

—Todos dicen que el eventual regreso de Bordaberry sería una buena noticia. ¿Usted qué opina?

—No hay duda de eso. El partido hoy no tiene un liderazgo electoral claro ni liderazgos en competenci­a. Una figura como Bordaberry sería positiva, es un activo. Sería saludable, fue un formidable parlamenta­rio. También podrán aparecer otras iniciativa­s en un tiempo más normalizad­o. Hoy todo está impregnado por el fenómeno pandémico.

—¿Y Robert Silva?

—Mire, yo ahora no voy a entrar en la danza de candidatos.

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El patio a la entrada de la casa está en obras: cambiaron la vieja claraboya y, mientras tanto, el tradiciona­l busto de Batlle y Ordóñez fue tapado.
REFORMA. El patio a la entrada de la casa está en obras: cambiaron la vieja claraboya y, mientras tanto, el tradiciona­l busto de Batlle y Ordóñez fue tapado.

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