No hubo acto ni asado, pero el Pit-cnt salió a la calle
La central sindical apuntó a llegar al medio millón de firmas contra la LUC
La pandemia dificulta, claro, y requiere de mayores niveles de organización. Pero de todas maneras creo que hoy vamos a alcanzar 500.000 firmas”, dice a El País la dirigente Florencia Leymonie, integrante de la Mesa Ejecutiva del sindicato de Antel (Sutel) y una de la organizadoras de la jornada.
Leymonie —como varios otros dirigentes gremiales y del Frente Amplio— estaba desde temprano en locales sindicales y comités de base coordinando la recolección de firmas para promover un referéndum sobre 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC). Para ella, llegar a ese medio millón de firmas no es algo “meramente administrativo”, como dice, sino que significa que hay “500.000 voluntades para profundizar la democracia, para que cada uruguayo y uruguaya pueda decidir si está de acuerdo o no con los artículos” que se intenta derogar.
En otro punto de Montevideo, el Centro Cultural Goes, el exministro de Economía Álvaro García y el actual senador Alejandro “Pacha” Sánchez se saludaban chocando los puños. García dijo que se llegaba a las 700.000 firmas y Sánchez, por su parte, evaluaba que aún si no se llegara a las firmas necesarias, eso no sería “un fracaso”. “Como se sabe, propusimos modificar el período de recolección debido a la pandemia y a un marco legal que prohíbe las aglomeraciones. Estábamos reclamando un derecho constitucional, pero bueno: los otros partidos no lo entendieron así. Tendremos que agudizar la inteligencia, pero es un marco muy adverso”.
Cerca del Centro Cultural Goes, por calles adyacentes, dos militantes recorrían el barrio golpeando puerta tras puerta. Habían arrancado a eso de las 10 de la mañana y tras aproximadamente una hora, habían conseguido cuatro firmas, una de ellas de un vecino que se acercó a pedir para firmar. “He estado en muchas recolecciones de firmas y esta es sin duda la más complicada, por la pandemia. Pero como verás, hay un clima muy cordial. Nadie nos trata mal. Y nosotros nos acercamos a todos con el máximo respeto”, dice una de las activistas.
En Ciudad Vieja, en la sede del sindicato bancario (AEBU), su secretario general, Fernando Gambera, le mostraba a El País algo de los alimentos que habían recolectado para distintas ollas populares y merenderos. Porque además de movilizar a un reducido número de militantes, el Pit-cnt también llevaba a cabo una jornada de apoyo a las organizaciones que asisten con alimentación a quienes lo necesitan.
Gambera es consciente del contexto en el cual se quiere alcanzar las firmas necesarias, y como todos los consultados dice que es muy complicado. Pero aún así, cree que se llegará. “Algunos estudios que se han hecho dan que habría aproximadamente un millón de personas que están dispuestas a firmar. Pero nos la tenemos que ingeniar para poder acercarnos a la gente sin que alguien sienta que estamos poniendo en riesgo su salud. Si logramos eso, creo que hay chances ciertas de llegar”, sostiene.
En el antiguo local del sindicato Federación del Vidrio, en el barrio La Teja, el director responsable de Los Diablos Verdes, Fernando Ribero, recibe a El País para mostrar el trabajo que se está haciendo para inaugurar una olla popular. “Va a funcionar los miércoles y los sábados aunque la gente necesita comer todos los días, vamos a entendernos”, comenta entre gente que va de acá para allá. Aunque extraña el Carnaval, Ribero siente Diablos Verdes y siente que este tipo de actividades son necesarias. “Teníamos que hacer algo”, dijo.
Eso, claro, sería el primer paso. Luego habrá que ver si la ciudadanía acompaña con el voto. “Y... perder es una de las posibilidades. Pero primero lo primero”, había comentado antes Álvaro García.
En otra parte de la ciudad, en el barrio Tres Ombúes, los encargados de una olla popular sacaron una mesa con papeletas para firmar al frente (no hay vereda), con pegotines y banderines para señalar que ahí se recolectaban firmas. Cuando El País se acercó, los encargados prefirieron esperar a que arribara Brenda Bogliaccini, militante frenteamplista e integrante de una de varias redes organizadas de ollas populares y merenderos. “Hablen con ella”.
Cuando llega Bogliaccini, se despide de sus acompañantes y reconoce que era una de las “pesimistas calladitas” respecto de la recolección. Pero el recorrido por Tres Ombúes le dio una importante dosis de optimismo. “Es impresionante. Este barrio firma y firma”. Bogliaccini reflexiona de forma autocrítica sobre los 15 años de gobierno del Frente Amplio, en donde el partido se “alejó de los movimientos sociales”.
Cuando se le pregunta si este proceso de recolección de firmas y organización de redes de ollas y merenderos vuelve a acercar al partido y a dichas organizaciones sociales, contesta que hay cortar con esos análisis “partidocráticos”.
“Los partidos políticos no son el ombligo del mundo. Las ollas populares son parte de una memoria y una historia popular que siempre estuvieron y que ahora renacen. Lo interesante de esta vez es que hay un paso adelante en la organización. Y dentro de ellas hay una gran diversidad de opiniones e ideas. Basta de analizar todo en función de los partidos políticos”, sostiene.