“Facilitarle la tarea al que paga y rigor máximo con incumplidores”
La visión de que lidera la en entrevista
Está a cargo de la principal caja del Estado, la Dirección General Impositiva (DGI). Pero, a diferencia de sus antecesores, la directora general de Rentas, Margarita Faral prefiere mantener un perfil “muy bajo”, que cultiva desde que ingresó al organismo en 1982 ¿A dónde piensa llevar a la DGI? ¿Cómo va a utilizar los datos? ¿Qué va a pasar con los evasores? Sobre esto y más Faral habló en entrevista con El País, la primera que da desde que asumió en marzo del año pasado.
—Una de las líneas del plan estratégico de la DGI es la de facilitar el cumplimiento voluntario de los contribuyentes, ¿cómo se va a llevar adelante? —Estamos atravesando una situación muy particular como país. En este escenario de emergencia sanitaria lo que hemos intentado es priorizar que la gente pueda hacer sus trámites sin tener que venir, ofrecerles un canal que no sea presencial. Cuando empezó la pandemia, en 10 días tuvimos a disposición de los contribuyentes a través de servicios en línea y aplicaciones que logramos implementar, además de correo electrónico, una forma de que puedan hacer todos sus trámites desde su casa o su empresa para cuidar a la gente y cuidar a los funcionarios también. Otro aspecto es reducir los costos de cumplimiento, como evitar trámites innecesarios. Estamos en ese proceso de revisión de todos los trámites. —La cantidad de días que requiere un trámite y la cantidad de trámites en el año para pagar impuestos es algo que se mide en índices de competitividad o de clima de negocios. Se venía reduciendo ya.
—Hubo un análisis de costo de cumplimiento ya hace unos años, en el 2016 o 2017 era tal, pero como va cambiando la tecnología y todo esto es muy rápido, el proceso de adaptación también. Tenemos que encarar una solución. En un momento los costos de cumplimiento pueden hacer que el índice de bajo o alto, pero como va cambiando hay que ir adaptándose. Este año a raíz de todo el tema sanitario intentamos tener contacto más diversificado con todos los contribuyentes. El plan estratégico nos establece los objetivos hacia mediano plazo, que es importante porque nos da un rumbo, si no uno se dispersa, más en situaciones críticas donde tenés que apagar incendios. Este año estamos tratando de priorizar la implementación de nuevas herramientas de comunicación. Desde hace años tenemos ya un call center que atiende todo tipo de interrogantes, desde “dónde puedo pagar un impuesto” hasta “tengo una duda de la liquidación del impuesto por la deducción de las pérdidas del ejercicio anterior”. Compramos tecnología similar a la que hay a nivel privado para mejorar el servicio de respuesta y una interacción con el contribuyente más como cuando uno llama a un banco y pide un trámite de gestión bancaria. Por ejemplo uno llama a un banco y quiere hacer una transacción y puede terminar haciéndola y es a dónde vamos. No va a ser en todos los trámites y estamos garantizando que en ese proceso haya todos los requerimientos de seguridad. —Eso tiene que ver con el segundo eje del plan estratégico
“Entré a la DGI siendo estudiante, en un cargo de estudiante, me recibí de contadora, pasé a un cargo profesional, me casé, tuve hijos —que ahora son universitarios—, y siempre trabajé acá”, resume Margarita Faral. En 1982 ingresó como asesora al organismo, desde 1985 y hasta febrero de 2020 fue secretaria general de DGI (desde 2005 está en la dirección general además). En marzo de 2020 fue designada como directora general de Rentas. que apunta a mayor agilidad, eficiencia y seguridad en las operaciones de DGI. ¿Hay algo más en esa línea?
—Está todo lo que tiene que ver con las herramientas de planificación que comentaba, tiene que ver con capacitación, el plan de continuidad del negocio. Esto último fue un elemento que me tocó liderar antes de ser directora, que es cómo trabajar en contingencia, que a nivel de administración central no conozco otro organismo que lo tenga, probablemente alguna empresa pública lo tenga. Trabajamos con el “hipotético caso que haya un terremoto o una gripe masiva como la porcina” y eso nos ayudó a que cuando tuvimos que hacer frente al desafío de mantener la oficina en funcionamiento, ya teníamos identificados todos los procesos críticos. Y de alguna manera las personas que trabajan en determinadas áreas tenían claro qué era lo que tenía que hacer y que eran ellos los elegidos. Cuando ocurrió la pandemia, en 10 días la DGI activó su plan de trabajo en contingencia, que implica formar equipos y tener líderes en diferentes roles. Todos los procesos vinculados a la recaudación son procesos críticos y le agregamos algunos como ser la factura electrónica. Lo habíamos bajado al plan, pero cuando vino la ola (de contagios) tuvimos que activarlo y estamos en contingencia en este momento. Tenemos un 23% de funcionarios presencial y el resto está en teletrabajo. Por lo crítico de esta situación, estamos a puertas cerradas. A ningún local, salvo excepciones, está entrando gente de fuera de la DGI. Hemos tratado en este proceso de cuidar a los funcionarios. —Otro de los puntos del plan estratégico de la DGI es potenciar la gestión de riesgo cumplimiento, ¿cómo se va a hacer? —El enfoque tiene que ver con una planificación específica para el control del cumplimiento voluntario y también vinculado con el compromiso de gestión con el Ministerio de Economía y Finanzas, que suscribimos todos los años y nos comprometemos a cosas concretas. Hay metas institucionales y otras por productos específicos. Entre las institucionales está asegurar la recaudación y disminuir lo que se llaman las brechas de incumplimiento. Esto tiene que ver con reducir la cantidad de contribuyentes que no presenta declaración jurada y reducir la cantidad de omisos de pago. El plan comprende otros aspectos, como ser, podés tener incumplimientos de no presentar una declaración o no pagar, eso se enmarca en las actuaciones de gestión de cumplimiento. Pero, también tenemos que evitar que haya maniobras delictivas para evitar el pago y eso se enmarca en actuaciones de control, inspectivas, que tienen un espectro amplio en cuanto al alcance: intensivas y extensivas, estas últimas con menos detalle pero abarcan a más cantidad de contribuyentes. El año pasado, a pesar de la situación de pandemia y considerando que el proceso de actuaciones inspectivas no calza dentro de los procesos críticos —porque lo crítico es cobrar, no inspeccionar—, igual hicimos inspecciones. Esas actuaciones inspectivas el año pasado a nivel de intensivas se mantuvo casi el nivel de años anteriores y en la parte de extensivas hubo algunas menos. Lo que no hicimos fue los operativos de verano. Este verano estábamos en una situación de alto riesgo, no podíamos ni mandar a los inspectores a hacer puerta a puerta, ni tampoco someter a los contribuyentes a la intromisión de personas externas a los locales porque hay un protocolo sanitario. Pero, eso no quita que desde oficina hicimos controles para detectar incumplimientos.
—En los últimos años, la DGI ha enviado una carta a empresas diciéndole: “mire que en este sector la evasión del IVA es tanto, si incumple tiene tales multas y recargos, etc.” Fue un piloto, pero ¿piensan extenderlo?
—En este momento, llevar una carta, no es algo que le demos prioridad. Hemos priorizado sí otras formas de comunicación. Hemos enviado mensajes de texto y una de las prioridades para este año es ampliar nuestra base de contactos, porque de muchos contribuyentes uno no tiene un número de teléfono. Hemos mandado a personas físicas infinidad de avisos por mensaje de texto. Al que presentó una declaración jurada y no pagó el impuesto, le estamos avisando. También le mandamos mensajes a través de la bandeja de comunicaciones de los servicios en línea si falta algún pago. Es una manera de llegar antes que la carta. Cuanto antes podamos llegar, mejor.
—Han utilizado análisis de datos para saber en qué rubro o zona la evasión es mayor.
—Tenemos una matriz de riesgos donde se detectan situaciones potenciales de incumplimiento y eso es de alguna manera lo que alimenta nuestro plan de control tributario. También tenemos lo que llamamos actuaciones de escritorio donde en estos tiempos fue un desafío reformular el trabajo de los inspectores. La mayoría de ellos está en teletrabajo y desde ahí hace actuaciones y actividades de control. Superada esta etapa crítica, se va a encarar el retorno paulatino a oficinas. Lo que aprendimos con lo pandemia es que esto es día a día. Tenemos un plan estratégico, pero también tenemos un plan de actividades donde priorizamos 29 proyectos para este año.
—En el imaginario popular está que la DGI es un “Gran hermano” que tiene muchísima información de los contribuyentes.
—Sin duda que es un mito. Primero porque en la facturación electrónica hay 966 millones de e-tickets que se emitieron el año pasado que nunca llegaron a DGI, porque las transacciones inferiores a 10.000 Unidades Indexadas ($ 49.212 a hoy) no llegan a DGI, quedan en los servidores de las empresas. El “Gran hermano” es un mito, porque si voy a un comercio y compro un artículo, la DGI no sabe lo que yo compré. Sí cuando son transacciones entre comercios, pero es lo que teníamos antes si íbamos a la empresa. De repente esta cifra de 10.000 UI en algún momento puede cambiar, pero es un mito. —Entonces, ¿hacia dónde va la DGI?
—Nuestra visión de la organización es poder facilitarles a los contribuyentes el cumplimiento de las obligaciones tributarias. Tenemos que focalizar todo nuestro trabajo en ellos, en los contribuyentes que quieren pagar sus impuestos, reducir el costo de cumplimiento, facilitarles la tarea, sin olvidarnos que tenemos que asegurar la recaudación del Estado. Esto no quiere decir que no apliquemos con rigor la norma y tratemos de detectar los casos de incumplimiento y llevar a cabo inspecciones. Uno de nuestros principales objetivos es detectar el incumplimiento en su etapa primitiva y no esperar a ir a una empresa para detectarlo. Recordarle al contribuyente primero que debió pagar el impuesto y no esperar a que vaya un inspector a hacerlo. Es de justicia por el que paga, que el que no paga sea castigado y vamos a aplicar el rigor máximo que corresponda a los incumplidores. Pero a su vez, y me parece importante, lo que queremos enfatizar es que tenemos que facilitarle la tarea al que quiere pagar.
Lo de la DGI como un “Gran hermano” es “un mito”, dice la directora de Rentas.