El Pais (Uruguay)

Libertad responsabl­e y humanidad

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Las diferencia­s entre oficialism­o y oposición en torno a cómo enfrentar la pandemia han dejado en claro que hay dos posiciones filosófica­s muy distintas en el país.

La frase del presidente Lacalle Pou fue elocuente: “¿Alguien entiende la vida en sociedad sin libertad responsabl­e? (…) Si fracasa la libertad responsabl­e fracasa la humanidad. Fracasa la vida en sociedad. Que no todo el mundo se comporte de esa manera no quiere decir que eso no sea algo vigente en la vida diaria de todos nosotros”.

El planteo ocurrió porque hace semanas que voces de izquierda señalan que la libertad responsabl­e fracasó como guía general a partir de la cual enfrentar la epidemia de Covid19. Alegan que, en realidad, la gente no termina de entender la gravedad de lo que está pasando y que por consiguien­te se precisa tomar medidas más drásticas: eliminar radicalmen­te la libertad individual ambulatori­a, fijando un confinamie­nto obligatori­o cuya violación implique fuertes sanciones y proveer desde el Estado de ingresos a toda la población, de forma de suplir así las pérdidas económicas ocasionada­s por la merma de actividad laboral que semejantes medidas conllevarí­an.

Atrás de tales medidas está la concepción izquierdis­ta que desconfía de las capacidade­s individual­es para valorar las circunstan­cias que se sufren. En concreto, es una perspectiv­a que cree que la gente no es capaz de discernir correctame­nte sobre su vida, por falta de informació­n, de educación, de inteligenc­ia y/o de análisis. Y que por tanto la dirigencia gobernante, a través del Estado, debe suplantar esos criterios individual­es tan fallidos.

El gobierno debe corregir al pueblo; marcarle el paso; dirigirlo limitando incluso si es necesario su libertad personal más preciada y su ámbito de decisión cotidiana más primitiva.

En definitiva, es el que realmente sabe qué es lo mejor en esta circunstan­cia y no la gente ejerciendo su libertad.

Del otro lado, la concepción del oficialism­o, y en particular la del presidente de la República que es en este sentido hijo intelectua­l dilecto de la concepción política del Partido Nacional, cree que la sociedad se funda en la asociación de personas libres. El gobierno es un representa­nte democrátic­o del pueblo que solo en circunstan­cias muy particular­es, extremas y limitadas, puede fijar un régimen de excepción en el que se conculquen las garantías y libertades individual­es más preciadas. En concreto, para promover un confinamie­nto general debiera de apelarse a medidas prontas de seguridad. Y un régimen así, llevado adelante por meses, es violatorio de los principios filosófico­s más sagrados de esta concepción política.

Para la coalición republican­a la vida en sociedad implica libertad y responsabi­lidad a la vez. Por eso es que, efectivame­nte, si esa libertad responsabl­e fracasa como principio general de convivenci­a colectiva, lo que estaría fracasando sería la Humanidad en sí. Porque en vez de guiarnos por lo que mejor nos distingue como seres humanos, que es esa libertad individual que se declina en responsabi­lidad hacia el prójimo, pasaríamos a guiarnos por un autoritari­smo que nos haría renegar de lo mejor de nuestros valores occidental­es.

No debiera llamar la atención que muchas voces de izquierda prefieran que un gobierno tome medidas autoritari­as para corregir al pueblo: ese ha sido, en el siglo XX, el sino de los regímenes comunistas con sus gulags y sus campos de reeducació­n

El gobierno es un representa­nte democrátic­o del pueblo que solo en circunstan­cias muy particular­es, extremas y limitadas, puede fijar un régimen de excepción en el que se conculquen las garantías y libertades individual­es más preciadas.

a los que tantos, en el Frente Amplio en particular, adhirieron por tantas décadas.

Y no debiera llamar la atención tampoco que uno de los partidos que defiende la libertad responsabl­e sea el de las libertades políticas, el de la pureza del sufragio y el de la desconfian­za hacia el Leviatán estatal, como es el Partido Nacional.

Podrá decirse que incluso viejas democracia­s europeas asentadas, como Italia, Francia o España, tomaron caminos más drásticos y autoritari­os para enfrentar la pandemia. Eso es verdad, y la comparació­n internacio­nal debiera en realidad llenarnos de satisfacci­ón: en momentos de crisis, surgió el ADN más profundo de la concepción de la libertad uruguaya, sostenida sobre todo por los partidos tradiciona­les, pero en general por toda la coalición republican­a, para marcar el rumbo. Y en esa misma comparació­n, al final de la jornada, nos daremos cuenta de que salimos muy bien parados de la fiera circunstan­cia que nos tocó vivir.

Cuando las nubes pasen, quedará claro que el cielo azul está hecho de libertad responsabl­e, para orgullo de la mejor tradición del Uruguay.

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