El Pais (Uruguay)

LA VIDA, LA AUSENCIA Y LA MÚSICA

De una infancia cruda relacionad­a con el nazismo a ser una de las personas más ricas de Suecia, la singular historia de Anni-frid Reuss von Plauen, “la morocha” de ABBA

- BELÉN FOURMENT

Sabías que la morocha de Abba es hija de un experiment­o nazi?” El popular y controvers­ial youtuber argentino Martín Cirio, conocido como La Faraona, hizo de esa frase un latiguillo que sus seguidores repiten en contextos aleatorios. Suena, puesto así, a metáfora más brutal que sutil, pero hay algo de verdad detrás de semejante afirmación.

La morocha de Abba, sin embargo, ya no es morocha. Ya no canta en público ni vive de editar música y cambió el escueto “Frida” por el que la conoció el mundo entero, allá por la década de 1970, por toda una presentaci­ón rimbombant­e. Ahora es Su Alteza Serenísima la princesa Anni-frid Reuss Von Plauen, condesa de Plauen y la 259° persona más rica de Suecia según el sitio Bilan.

La transforma­ción radical que ha tenido en su vida no impidió que, en los últimos meses, se reflotara una historia de origen que comienza en su nacimiento, el 15 de noviembre de 1945, seis meses después del final de la Segunda Guerra Mundial, y que está ligada de manera directa a un plan nazi. Toda una revelación que para la cantante, quizás, habrá encontrado algo de bálsamo en un puñado de canciones pop que aún hoy atraviesan a varias generacion­es.

En 2002, el diario británico The Guardian publicó el informe “El tormento de la estrella de Abba con un padre nazi”, en el que se detallaba que Anni-frid integraba una lista delicada. Era una de las 12.000 personas conocidas en su momento como niños “tyskerbarn­a”, hijos de madres noruegas y soldados alemanes.

El cruce fue orquestado por el Partido Nacionalso­cialista Obrero Alemán para “‘enriquecer’ el acervo genético ario”, recogía The Guardian que aseguraba que algunos de estos recién nacidos se habían transforma­do, además, en conejillos de Indias para experiment­os con drogas.

La historia de Anni-frid es, más allá de los éxitos y la vida larga, una de sufrimient­o y de resilienci­a.

EL ORIGEN. Synni Lyngstad tenía 16 años cuando se enamoró de Alfred Haase, soldado nazi de la Wehrmacht y del que quedó embarazada, para desprecio de todo el pueblo noruego de Ballangen, donde vivía; otras versiones dicen que tuvo sexo a cambio de unos pocos alimentos que la ayudaran a mitigar el hambre.

Sufrió el mismo desprecio que muchas de sus coetáneas y coterránea­s, señaladas como traidoras a la patria y también como prostituta­s.

A Synni, pobre y sola al final de la guerra, le quedó abrazarse a la esperanza de la bebé por venir, más allá de que detrás de su gestación estaba la idea de una organizaci­ón llamada Lebensborn Eingetrage­ner Verein, que incitó a los alemanes a embarazar a mujeres que fueran considerad­as racialment­e aptas, con el único fin de “perpetuar” el legado ario.

De Alfred Haase nunca más supo nada, pero esta “iniciativa” que se conoció como plan Lebensborn sí tuvo fuerte impacto a nivel social. De los más de 12.000 chicos nacidos, muchos fueron internados en clínicas psiquiátri­cas, y la gran mayoría expulsados de Noruega junto a sus familias. Eran vistos como la semilla de una futura oleada nazista.

Synni, su madre Arntine y la pequeña Anni-frid se exiliaron a Estocolmo tras dos años de hostigamie­nto; allí, la primera moriría en meses y la crianza de la niña se volvería responsabi­lidad de Arntine, pieza clave en el desarrollo de su carrera.

LA MÚSICA. Anni-frid se inclinó por la música desde pequeña y dicen que su abuela ahorró para comprarle un piano y fomentarle esa vocación. Ya para la adolescenc­ia su potencial era evidente y comenzó una carrera al tiempo que formaba una familia: se casó por primera vez a los 18 años y en un período de cuatro años tuvo a sus dos hijos y se divorció.

El mismo año del divorcio, en 1967, ganó un concurso de talentos, firmó contrato con el sello EMI; y en 1971 lanzó su primer disco solista (Frida )y empezó la aventura con ABBA junto a Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus y Benny Andersson, que sería su segundo marido. Con la banda sueca conquistó el mundo. Ganó el Festival de Eurovisión en 1974 y una lista larguísima de éxitos —“Dancing Queen”, “Mamma Mia!”, “Chiquitita”, “Fernando”, “Gimme! Gimme! Gimme!” y se podría seguir— permitió que el cuarteto se mantuviera sonando por todo lo alto durante, al menos, una década.

En pleno éxito, Anni-frid supo que el padre al que había dado por muerto estaba, en verdad, vivo; era pastelero, tenía más hijos y aseguraba no saber que Synni estaba embarazada cuando dejó de verlo. El exsoldado nunca hizo referencia al plan Lebensborn y aunque al principio el reencuentr­o fue emotivo, la cantante entendió luego que todo había sido muy superficia­l y enmarcado en la fama que ella tenía.

“Es difícil... Habría sido diferente si hubiera sido una adolescent­e o niña”, dijo alguna vez Anni-frid sobre ese reencuentr­o. “Realmente no puedo conectar con él y quererlo de la manera que lo hubiera hecho si hubiera estado cerca cuando crecí”.

ABBA se separó en 1982 —antes, Anni-frid rompió con Benny— pero el furor se reavivó en los noventa con el lanzamient­o de discos recopilato­rios, y más cerca con las dos películas de

Mamma Mia!, encargadas de que todo este encantador repertorio pop atravesara a otra cantidad de generacion­es.

En 1992 se casó con el príncipe Heinrich Ruzzo Reuss Von Plauen, un arquitecto que le legó fortuna y títulos y que falleció en 1999, apenas meses después de que la hija de Anni-frid muriera en un accidente de tránsito. Las tragedias estuvieron siempre en su vida, así como el empezar de nuevo, así como la música.

En 2016 se reunió con sus viejos compañeros de ruta en un evento privado, y dos años después anunciaban el regreso de ABBA en forma de gira holográfic­a y nuevas canciones; nada de eso ha ocurrido todavía.

Se habrían reunido en Londres en setiembre de 2020 para filmar este nuevo show, reportó la prensa inglesa en su momento, y lo lanzarían en 2022 para festejar los 50 años de historia y música de ABBA.

Mientras tanto, radicada en los Alpes suizos, Anni-frid está en pareja con un aristócrat­a británico. Ya no es morocha ni se sube a los escenarios, pero sigue, para muchos, siendo Frida: la que a pesar de tener una cruda historia logró encantar al planeta con esos hits pop irresistib­les. Y todo gracias a la música, porque al final, ¿qué somos sin una canción?

Más allá de su éxito, la vida de Anni-frid es una historia de sufrimient­o y resilienci­a

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