Nadia murió por una pelea en una cancha de fútbol
Una disputa entre dos adolescentes desató el drama en La Unión
■■ Un motivo banal terminó en el crimen de Nadia, una niña de 12 años que recibió un disparo en el abdomen dentro de su casa en La Unión la noche del 9 de abril pasado.
Según declararon imputados a la fiscal de Homicidios Mirta Morales el enfrentamiento entre dos traficantes de droga comenzó con una riña de dos adolescentes en una canchita de fútbol. Uno de los jóvenes estaba vinculado a la banda del “Gordo”, un narco proveniente de una familia acaudalada, y el otro era hijo de un almacenero vecino de Nadia.
Después de la riña, los dos jóvenes siguieron con amenazas a través de las redes sociales. Ahí intervino “el Gordo”, que ordenó que había que darle un “aviso” al hijo del almacenero. “El Gordo” y otros cuatro integrantes de la banda fueron en un auto hasta Félix Laborde y Tibidabo. Se generó un intercambio de disparos con el almacenero. Once días más tarde del asesinato de Nadia, “el Gordo” y un cómplice fueron procesados.
La canchita está ubicada en el corazón de la Unión. Allí van a jugar adolescentes del barrio. Durante un partido de fútbol, el hijo de un almacenero de la zona se enfrentó con otro menor vinculado a una banda de narcotraficantes liderada por “el Gordo”.
La pelea podía ser una de las tantas que suceden en las canchas de distintos barrios de Montevideo y del interior. Sin embargo, el lío no quedó en el forcejeo entre los dos adolescentes en la canchita. Continuó con amenazas a través Whatsapp y Facebook, y fue creciendo.
En Campo Galusso, un asentamiento ubicado en la Unión, “El Gordo” se enteró de que uno de sus “soldados” se había enfrentado con otro adolescente. Este traficante de drogas sabía que el menor era de temer: andaba armado y se lo vinculaba con rapiñas en la zona.
“El Gordo”, que viene de una familia acaudalada y se “ganó” un lugar en el submundo de la droga en base al dinero de sus familiares, entendió que había que dar un “aviso” a ese menor y a su padre almacenero.
En la noche del 9 de abril pasado, un auto se detuvo en la esquina de Félix Laborde y Tibidabo. En el interior del vehículo se encontraban cinco personas, entre ellos “el Gordo”. Por lo menos dos de esas personas extrajeron armas automáticas y dispararon una decena de veces hacia la casa del almacenero. Desde la vivienda agredida repelieron el ataque.
Una de las balas disparadas desde el auto de la banda narco cruzó un portón de lata de una casa vecina e impactó en el abdomen de Nadia, una niña de 12 años que hacía los deberes en su dormitorio.
Nadia, quien jugaba al fútbol femenino en el Club Malvín Alto y soñaba con ser delantera en la Selección Uruguaya de esa disciplina, murió poco después en el Hospital Pasteur.
Dirigidos por la fiscal de Homicidios Mirta Morales, investigadores de la Zona II (la Unión y barrios aledaños) comenzaron a buscar testigos.
En un principio intuyeron que iban a escuchar la manida frase “no vi nada”. Sin embargo, los vecinos no temieron las represalias de los narcos como ocurre en forma habitual y brindaron a los investigadores detalles sobre el tiroteo. Estaban muy molestos y conmovidos por la muerte de la niña, dijeron a los policías.
“La balacera surgió por un motivo banal. Por un problema en una canchita de fútbol entre dos adolescentes. Luego continuó con amenazas por la web y terminó con la muerte de la niña”, dijo a El País la fiscal Morales (ver nota aparte).
PRIMERAS DETENCIONES. El 16 de abril pasado, por orden de Morales, investigadores de la Zona II detuvieron a cinco personas que podrían estar relacionadas con la balacera. Cuatro de los detenidos quedaron en libertad. El quinto, un
La Policía Científica recogió una decena de casquillos de bala en Félix Laborde y Tibidabo. joven de 26 años, continuó privado de libertad durante varias horas. Luego quedó libre, pero en calidad de emplazado.
Poco después de la balacera y muerte de Nadia, “el Gordo” se fue del asentamiento Galusso y se escondió en otro barrio marginal cercano a la Ruta 5 y Luis Batlle Berres. Allí fue capturado el 30 de abril pasado.
A pedido de la fiscal Morales, la Justicia le imputó los delitos de homicidio, lesiones graves y violencia privada agravada. Diez días más tarde, el 20 de abril, el joven de 26 años, que había quedado libre pero emplazado, fue procesado por la Justicia por los mismos delitos que “el Gordo”.
“La investigación continúa. Tenemos evidencias de que adentro del auto de donde partieron los disparos había entre dos y tres personas más”, afirmó la fiscal.
MÁS PRUEBAS. Según una fuente de la investigación, los entretelones del caso aún no cobran luz porque quedan pericias por hacer, como las revisiones de celulares y de balística, que llevan su tiempo.
La Policía apunta además a los negocios del “Gordo” de ventas de armas y drogas. En videos y fotos colgadas en redes sociales, el delincuente posa orgulloso portando subfusiles y armas automáticas. Esos hechos también son investigados.
Buscan identificar a otras tres personas que participaron en el tiroteo.