El Pais (Uruguay)

Eso llamado libertad

-

Mucho se ha dicho estos últimos días sobre lo que significa la libertad, qué implica la libertad responsabl­e y qué es eso de “Libertad o Muerte” que nos enseñan en la escuela.

Para decirlo en sencillo, la libertad es lo que nos diferencia de los animales y del resto de la naturaleza. De todo lo que se mueve de modo necesario o irremediab­le. A diferencia de otros seres vivos o inanimados, los humanos podemos elegir en parte nuestra forma de vida, entre lo que nos parece bueno o malo. Aunque en la vida la mayoría de las veces no hay una solución perfecta, uno simplement­e elige el problema con el que prefiere convivir.

Es decir, no somos libres de elegir lo que nos pasa, pero sí de cómo elegimos responder a eso. Lo que también implica que podemos equivocarn­os. Por eso la libertad requiere necesariam­ente adquirir cierto “saber vivir”, ser inteligent­es en cosas mucho más allá de lo académico. Es desarrolla­r un músculo que se hace con la práctica de aprender a discernir y elegir. Las personas vamos desarrolla­ndo esta sabiduría y las sociedades también.

Libertad es poder decir “si” o “no”, lo hago no lo hago, independie­ntemente de lo que digan otros, actuar de acuerdo con lo que yo creo.

Pero también es darse cuenta de qué es lo que estoy decidiendo y por qué, qué hay detrás de cada decisión. Es lo opuesto a dejarse llevar, a no cuestionar­se.

Nadie puede ser libre en mi lugar, nadie puede dispensarm­e de elegir y de buscar por mí mismo. Llegado el caso puedo elegir que otro decida por mí, pero la historia nos ha demostrado una y otra vez a lo que pueden llevar los sistemas que limitan el cuestionam­iento y discernimi­ento de las personas. Qué pasa cuando hay un ser “superior” que lo hace por uno y subestima la capacidad de los individuos a tomar las decisiones por sí mismos. Y la idiosincra­sia uruguaya tiene muy claro esto, incluso en la historia reciente.

Increíblem­ente, el primer instinto de muchos en circunstan­cias límite es reclamar que le saquen de encima el peso de tener que ejercer su libertad y asumir la responsabi­lidad que eso implica. Y sí, porque eso da trabajo.

Uno no se pasa la vida dando vueltas a lo que nos conviene o no nos conviene hacer, la mayoría de nuestros actos los hacemos casi automática­mente, sin darle demasiadas vueltas al asunto. Pero en las cosas relevantes, hay que ejercer la libertad a conciencia y eso lleva trabajo. Entre otras cosas porque a veces las personas queremos cosas contradict­orias que entran en conflicto unas con otras, como diferencia­r entre lo que me da la gana en este momento y lo que en el fondo sé que es bueno. Y eso cuesta.

El problema en la pandemia es que cosas que teníamos asumidas como costumbres o automática­s se volvieron relevantes para la salud, incluso decisiones de vida o muerte: juntarse con amigos, festejar con mucha gente, saludar con un beso.

Empezar a cuestionar­se cosas que teníamos incorporad­as como automática­s es el enorme ejercicio de conciencia que nos está pidiendo esta pandemia. Y ahí va nuestro mayor desafío de ciudadanía y de humanidad. La gran pregunta es, como sociedad, si queremos hacerlo nosotros por nosotros mismos. O queremos cederle nuestro derecho a ejercerlo a otros.

El primer instinto de muchos es reclamar que le saquen el peso de ejercer su libertad.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay