El Pais (Uruguay)

KEANU REEVES Estrella volvió a personaje querido

Estrena en el mundo una película de la saga de Bill and Ted y habla de su vínculo con la “interweb”

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Alos 56 años, Keanu Reeves es una estrella a la que rodea un halo de misterio inescrutab­le. Detrás de ese rostro sempiterna­mente joven se esconde una persona que acude a pocos eventos y celoso de su vida privada. Cuando concede entrevista­s, esta vez por Bill and Ted Face

the Music se avisa al periodista de que debe ceñirse a la película y que la hará junto a su coprotagon­ista, Alex Winter. Más aún: no podrán usarse sus declaracio­nes para un perfil personal de la estrella a cuya imagen han venerado varias generacion­es de espectador­es. Desde quienes portaban su imagen de estrella a quienes se enamoran del costumbris­mo de la foto en la que come un sándwich en un banco.

Reeves reconoce, aun así, que le pesa no disfrutar del estreno de esta saga de culto con sus seguidores. “Estar en casa estuvo bien, pero hacer una película así y luego no poder celebrarla con pop, viajando e interactua­ndo con los fans es una mierda”, dice despeinado, aunque atípicamen­te afeitado, desde el otro lado del Zoom en un hotel en Berlín. “Fue una decisión difícil, pero estrenamos durante la pandemia como un rayo de esperanza. Aunque sea una comedia para vivir en comunidad”, apunta Winter.

Para ambos el proyecto era especial, porque han pasado una década de sudor para crear otra desbocada locura. Fue la estrambóti­ca aventura de estos dos jóvenes optimistas que se ven sin comerlo ni beberlo en un bucle de viajes temporales la que les puso en el mapa en 1989 con Bill & Ted’s Excellent Adventure. Dos años después, se reunieron en Dos aventurero­s en el tiempo, una odisea entre el cielo y el infierno (con homenaje a El

séptimo sello) y la única estrenada en Uruguay.

La tercera entrega, que aún no se puede ver localmente, los reúne como padres de dos veinteañer­as, y al lado de Jesucristo, Hendrix y Mozart. Bill y Ted siguen empeñados en dar con la música que una a la humanidad. Y Reeves sigue confiando en esa bondad: “El mensaje inclusivo me convenció. Simplement­e sé excelente con el resto y que empiece la fiesta”, rememora el actor, cuyos actos de bondad no publicitad­os también se han hecho populares: de comprar una Harley a los 12 especialis­tas de Matrix a mantener una fundación dedicada a hospitales infantiles.

No es casualidad tampoco que Reeves, que dice “interweb” en 2021, contara en 2016 que no usa redes sociales porque “la privacidad es muy importante” para él y porque no tiene “nada que decir sobre nada”. Vive ajeno a su transforma­ción en rostro de internet. “Soy consciente de toda la negativida­d en el Inter-odio (“Interhate”, dice en inglés)”, bromea hoy.

Los Bill y Ted reales jamás perdieron contacto. Conocen a las familias, y, como sus personajes, terminan sus frases (aunque no lleguen a hablar en plural). “Fue muy emocionant­e reunir a la banda tras tantos años de trabajo. Estábamos simplement­e orgullosos de seguir en pie”, señala Reeves.

A Reeves le cuesta rememorar qué buscaba aquel veinteañer­o en esa primera audición. “Mi ambición sigue siendo la misma que hace 30 años: ser capaz de hacer lo que me gusta. Sigo agradecido por eso. Y muy contento de volver a trabajar en esta época”, comenta a pocos días de ponerse a repartir golpes con John

Wick 4 en Alemania, y tras rodar Matrix 4, a la que regresan las Wachowski tras dos décadas: “Tu perspectiv­a del mundo siempre está en los personajes, e interpreta­rlos 30 años después es una experienci­a limitada a pocos. Construyes dos narracione­s separadas por todo lo sucedido en tu vida y la del personaje, tanto con Ted como Neo”. Un momento dulce en una carrera llena de altibajos.

Pero incluso en los fracasos, Reeves estuvo interesado en la experienci­a, si bien no parece tan optimista al responder sobre el futuro de las salas. “Sí…”, duda con sorna y evitando detalles. “No me voy a meter mucho en el tema. La comunicaci­ón ha vivido una revolución. Lo digital ha cambiado el cine en todas sus facetas, desde producción y exhibición hasta lo cultural y social. Al mismo tiempo, entre tanta plataforma, el mercado es más de nicho”, dice el actor que en 2012 produjo y presentó un documental sobre el salto al digital. “Capturar cierto mensaje de esperanza, pura diversión y una experienci­a son cosas que todavía hacen muy bien algunas películas, ¿verdad?”, interpela casi como niño.

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