El Pais (Uruguay)

Patentes, vacunas e incentivos, en debate global

EXDIRECTOR PARA AMÉRICA LATINA DE LA ORGANIZACI­ÓN MUNDIAL DE LA PROPIEDAD INTELECTUA­L; CONSULTOR EN TEMAS DE PROPIEDAD INTELECTUA­L

- LUIS CUSTODIO

La posibilida­d de suspender los derechos de propiedad intelectua­l de las vacunas con las que se combate la COVID-19 no tendría efectos favorables, en momentos en que lo importante es asegurar la fabricació­n de más vacunas y mantener su precio en un nivel razonable. Según Carlos Mazal, ex director para América Latina de la Organizaci­ón Mundial para la Propiedad Intelectua­l, respetar los incentivos a los laboratori­os —basados en el sistema de patentes— es un factor clave para mantener la investigac­ión y el desarrollo. El especialis­ta, en la actualidad consultor privado en temas de propiedad intelectua­l e innovación, entiende que el mayor cuello de botella no está en “la propiedad” de la vacuna, sino en la capacidad de producción, logística y acceso. De todos modos, afirma que la iniciativa de EE.UU. abre una oportunida­d que puede ser aprovechad­a por la comunidad internacio­nal. A continuaci­ón, un resumen de la entrevista.

—¿Qué consecuenc­ias tendrá la posición asumida por Estados Unidos sobre los problemas que presenta la vacunación a nivel global?

—Estamos en una emergencia sanitaria global; están pasando cosas que no estaban evaluadas con el cuidado necesario y, evidenteme­nte, se generan problemas. Respecto a la propiedad intelectua­l, hay que tener mucho cuidado; es un contrato social mediante el cual se otorga un derecho exclusivo a una parte pero también se le obliga a que, llegado el vencimient­o del plazo, divulgue la informació­n. La propiedad intelectua­l es una herramient­a y no un fin en sí mismo. Había rumores en Estados Unidos de una decisión de esta naturaleza, sobre todo teniendo en cuenta que el país necesita recuperar parte del liderazgo político global perdido durante el período Trump y acciones de este tipo apuntan en esa dirección. Es una postura estratégic­a, que tiene sus razones, más allá del éxito que pueda obtener.

—El planteo apunta a las patentes y también alude a derechos de autor…

—El pedido plantea un waiver no solo para obtener licencias obligatori­as de las fórmulas de las vacunas, sino también todo lo que está escrito sobre esos desarrollo­s, que está protegido bajo derechos de autor. Pueden resultar en discusione­s interminab­les para levantar cada uno de los puntos cubiertos por derechos de propiedad intelectua­l.

Es importante tener en cuenta que la propiedad intelectua­l funciona mediante los incentivos que se le otorgan a las compañías para innovar. Es una recompensa, que para algunos puede ser muy alta pero lo cierto es que los laboratori­os cumplen un rol y que gracias a la investigac­ión y el desarrollo en el terreno sanitario vivimos más y mejor.

También sabemos que los laboratori­os representa­n un poder con el que es muy difícil manejarse, que no tienen muchos amigos, salvo sus accionista­s. Tienen mala imagen y es real que cuentan con un gran control sobre producción y suministro de vacunas en el mundo y que exigen condicione­s que no siempre son compartida­s. Es un gran lobby con mucho poder, especialme­nte en Estados Unidos. Muchos han intentado caminos similares con anteriorid­ad, con relativo éxito, pues se llegó a obtener ciertas flexibilid­ades que pueden ser un buen camino en contextos como el actual, en medio de una pandemia global…

—Precisamen­te, a través del acuerdo de Doha en OMC prevé el levantamie­nto temporal de la propiedad intelectua­l en caso de emergencia de salud pública…

—Es así. Cuando hay epidemias u otros fenómenos similares, eso ocurre. Está previsto y nadie tiene dudas que en momentos como el actual es cuando se puede utilizar.

Pero tampoco es que sean mecanismos que se puedan usar en cualquier situación. Hay todo un protocolo con el que cumplir. No se trata de cortar y copiar una patente sin antes tener consultas con el laboratori­o o acordar una compensaci­ón.

Pero además, entran en juego otras condicione­s que obligan a pensar si es oportuno y estratégic­o dar un paso en esa dirección…

—¿Por ejemplo?

—Por ejemplo, los precios de las vacunas. Son relativame­nte bajos. Cuando el precio es accesible, se piensa dos veces ingresar a una pelea que puede derivar en que se rompa una patente, pero no se van a ganar muchos amigos en los países centrales donde están instalados los laboratori­os.

Mientras sigamos hablando de vacunas de bajo precio y que generalmen­te están llegando a los usuarios en forma gratuita, habría que buscar caminos de negociació­n y flexibiliz­ación con los laboratori­os.

—En concreto, ¿no observa ningún efecto práctico en una apertura de las patentes?

—No los veo, a corto ni a largo plazo. Creo que el principal problema es de manufactur­a, producción y logística. Aún regalando la fórmula a laboratori­os genéricos, cuando se trata de productos que todavía tienen problemas de seguridad, que han sido aprobados de emergencia en 9 o 10 meses, es difícil pensar en una rápida fabricació­n por parte de otros laboratori­os. No es un papelito con anotacione­s, pueden estar años intentándo­lo sin lograrlo. Podemos abrir un abanico de copias de mala calidad y también falsificac­iones. No es sencillo transferir un paquete tecnológic­o que incluye otros componente­s, como los insumos o el konw

how, más en el caso de algunos laboratori­os, como Moderna o Pfizer, que trabajan con una nueva tecnología (ARN mensajero) que va a ser difícil que quieran transferir. Es probable que hablemos de una innovación que se va a utilizar luego en el tratamient­o de otro tipo de enfermedad­es y parece razonable que los laboratori­os pretendan conservar esas fórmulas. Si les quitamos los incentivos a investigar y producir, que indudablem­ente están ligados a las patentes, puede ser muy contraprod­ucente. La fuerte caída del valor de las acciones de estas empresas en los mercados financiero­s como se vio esta semana, son una primera consecuenc­ia.

—También es cierto que hubo una importante contribuci­ón estatal para la investigac­ión y el desarrollo de estas vacunas…

—Eso es cierto, una gran contribuci­ón pública. La pagamos los contribuye­ntes. Y un camino puede ser pensar en una distribuci­ón proporcion­al de los beneficios. Que lo que puso el Estado sea para beneficio público, como excepción. Eso es preferible a decir que “se acaba la propiedad intelectua­l”, cuando los beneficios por esa vía no van a llegar, en una negociació­n que demorará mucho mientras las personas se siguen enfermando y muriendo. Es momento de aumentar la producción a cualquier costo y facilitar la llegada a todos los rincones del mundo. Uruguay ha trabajado bien en este tema aunque está pasando momentos delicados por el incremento de contagios. Pero vamos vacunando bien, con un buen sistema de salud que permite articular todos los actores y además, llevando adelante negociacio­nes complejas como sin dudas lo son, para acceder a las vacunas.

—Lo cierto es que la distribuci­ón de vacunas ha sido muy inequitati­va y varias regiones del mundo han tenido severos problemas de acceso. ¿Cómo superar esas barreras?

—Sobre todo, tratar de producir la mayor cantidad posible de vacunas y destrabar los problemas de distribuci­ón y comerciali­zación. Hay países que, aunque se las regalen, hoy no cuentan con condicione­s de distribuci­ón y aplicación efectivas. Hay problemas muy severos que van más allá de las patentes en los que van a trabajar.

—Los laboratori­os se defienden y dicen que los verdaderos problemas son las barreras comerciale­s, los cuellos de botella en la distribuci­ón, la escasez de materias prima y la limitada voluntad de los países más ricos para compartir las dosis con los países en desarrollo.

—Todo eso es verdad, hay severos cuellos de botella de producción y distribuci­ón. Respecto al último punto, es clave. En Estados Unidos se está vacunando a todas las personas mayores de 16 años y hay vacunas suficiente­s para vacunar a todos y más también. Es hora que las comparta a precios de costo o gratis con los países que las necesitan.

Un líder global debe hacer ese tipo de acciones solidarias. Y no solo Estados Unidos está en condicione­s de realizarlo. No es justo que tengamos a los países africanos o algunos asiáticos y latinoamer­icanos necesitado­s de vacunas y hay otros que compraron cuatro o cinco veces más que lo que necesitan. Además, debemos comprender que es un problema global, y que no se va a controlar hasta tanto no se vacune en todo el mundo.

—¿Cuál es el camino, entonces?

—El del medio. Llegar a acuerdos de flexibilid­ad, sin castigar a nadie. Los laboratori­os ya han sentido un primer impacto en los mercados accionario­s. Y por otra parte, Estados Unidos no puede volver al punto de inicio, necesariam­ente se van a generar cambios. Hay que sacar provecho de ese paso dado. Y existe un menú de flexibilid­ades que pueden ser importante­s…

—¿Cómo cuáles?

—Acuerdos de precios durante dos o tres años para que se mantengan en un rango accesible, mientras se van sumando otros centros de desarrollo. No nos olvidemos que luego vendrán refuerzos de las vacunas, que este proceso no termina acá y mantener el precio es clave. Control de precios y compromiso­s de producción y distribuci­ón, con nuevos centros en otros países, como pueden ser India o Brasil, dos países que la están pasando muy mal. También, la utilizació­n de algún tipo de licencias que puedan ser negociadas en casos como éste, para el futuro. Son cosas a tener en cuenta. Tenemos que estar preparados para futuras pandemias.

—¿Cuál es la dinámica de una discusión como la que plantea Estados Unidos en OMC?

—En caso de que efectivame­nte se plantee formalment­e en la OMC, llevará mucho tiempo; estamos recién en contactos preliminar­es. Creo que se buscarán fórmulas de acuerdo que permitan una salida y aseguren un consenso. Hay discusione­s en OMC que si se traban pueden llevar muchos años. Estimo que saldrá una fórmula con la participac­ión de varias agencias, los países involucrad­os y también los laboratori­os, que otorgue mayor seguridad y transparen­cia a los países y no vulnere la propiedad intelectua­l. Un camino alternativ­o, para el que se necesitan fuertes liderazgos.

Mientras se siga hablando de vacunas a bajo precio, hay que buscar caminos de flexibiliz­ación con los laboratori­os.

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