El Pais (Uruguay)

La mejor nueva normalidad

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La actual pandemia nos ha dejado tres enseñanzas muy obvias. En primer lugar: comprobar lo vulnerable­s que somos los seres humanos, incluso frente a un simple agente infeccioso microscópi­co, que ni siquiera es una célula. En segundo, refrescarn­os la memoria acerca de cuán importante es nuestra salud. Y por último, las posibilida­des casi ilimitadas que tiene la humanidad —si deja de lado sus diferencia­s, y une sus capacidade­s y recursos— para hallar soluciones a los grandes problemas que nos aquejan.

¿Qué cambió desde diciembre de 2019? Que esta desconocid­a enfermedad irrumpió en nuestras vidas como un formidable enemigo común, obligándon­os a aliarnos de inmediato para enfrentarl­a. Y en eso estamos, con logros increíbles como lo son las diferentes vacunas conseguida­s en distintos países, en tiempo récord y con elevadísim­os niveles de eficacia.

Pero no debemos olvidar que los gigantesco­s retos que enfrentamo­s en el presente exceden a la amenaza de COVID-19, porque mientras ella progresa, tanto las crisis del clima como la de la biodiversi­dad continúan avanzando en todo el planeta.

Son tan reales como la pandemia y tienen un impacto directo sobre nuestra salud y bienestar.

Sabemos que se aproxima la etapa de la recuperaci­ón contra el implacable ataque del coronaviru­s SARS-COV-2, lo que demandará enfrentar con todas nuestras fuerzas el deterioro social agudizado, y recuperar a economía tan duramente golpeada. Es obvio que no hay lugar para las disputas innecesari­as ni la gimnasia proselitis­ta.

Serán tiempos difíciles pero a la vez con grandes oportunida­des para la transforma­ción de nuestras realidades. Tendremos que ser muy inteligent­es con las inversione­s y las medidas de cambio a implantar. Es cierto que la pandemia agudizó los problemas que ya teníamos, pero si no olvidamos las enseñanzas recibidas, podremos estar en la antesala de un futuro mejor.

Todo está cambiando a nuestro alrededor; la forma de vivir, de trabajar, de producir, de consumir, de desechar nuestros residuos.

Lo que no podemos hacer es ignorar la dinámica de este presente y descansarn­os en que todo seguirá como siempre en la pospandemi­a.

Por el contrario, la COVID19 y las crisis económica y ambiental que le siguen, nos obligarán ahora a dar pasos muy rápidos hacia una nueva normalidad, distinta a la que conocimos. O tomamos el destino en nuestras manos o lo dejaremos a la deriva.

Esta nueva batalla por la salud y el bienestar de todos —y contra las crisis climática y de biodiversi­dad—, deberá convertirs­e en la nueva razón de ser de nuestra comunidad, con el máximo apoyo posible.

No dejemos evaporarse las enseñanzas que estamos recibiendo acerca del enorme valor que tiene la unión ante la adversidad y los desafíos; el trabajar juntos para hallar las mejores soluciones.

Sin desperdici­ar tiempo, esfuerzos y recursos hay que posicionar­se lo mejor posible para modelar esa nueva normalidad entre todos, dejando de lado diferencia­s secundaria­s y priorizand­o los objetivos que nos unen; aquellos que se nos presentan como los más convenient­es, necesarios e inteligent­es.

Y por qué no que nuestros intereses nacionales puedan estar en armonía con los de la región.

No dejemos evaporarse las enseñanzas acerca del valor que tiene la unión ante la adversidad.

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