El Pais (Uruguay)

EL CRIMEN DEL SIGLO La otra epidemia es enorme y silenciosa

HBO estrenó el nuevo documental del ganador del Oscar, Alex Gibney

- MARC MUÑOZ, EL PAÍS DE MADRID

La oleada de adicción a los opiáceos que sacude Estados Unidos se volvió desde principio de este siglo en una crisis de salud pública. Las cifras hablan solas: más de medio millón de muertes por sobredosis (equiparabl­e a los muertos por COVID-19 en la misma circunscri­pción geográfica).

Sobre ello pone el foco Alex Gibney (Nueva York, 67 años) en

El crimen del siglo, documental estrenado ayer en HBO (va hoy, a las 20:00).

Dividido en dos partes (hoy va la segunda, pero todo indica que quedará en los servicios de streaming de HBO de NSNOW de Nuevo Siglo) la película está apoyada en una investigac­ión de The Washington Post, en la que se pone en tela de juicio el comportami­ento de varios actores (industria farmacéuti­ca, médicos, políticos...) para lucrarse con la tragedia que anega extensos territorio­s del país.

“Los de (la empresa farmacéuti­ca) Purdue Pharma fueron los que iniciaron la crisis de los opiáceos”, le dijo Gibney a El País español. “Se dieron cuenta de que tenían entre manos una poderosa droga, oxicodona — dos veces más potente que la morfina—, y quisieron llevarla al mercado y ampliar sus usos. Hasta ese momento solo se recetaba este analgésico para tratamient­os posoperato­rios o para enfermos terminales. Pero cuando buscas ampliar la cobertura de esta en el mercado omitiendo sus efectos adictivos, y negando que ninguna dosis es demasiado alta, es cuando incentivas a la gente para que la use para dolores moderados. Lo que básicament­e hicieron estas empresas es crear una demanda que ahora necesita ser cubierta”.

La misma demanda que ha empujado a la calle a muchos adictos, no todos con un historial de dependenci­a ni procedente­s de entornos desestruct­urados, con tal de cubrir esa necesidad con material de menor precio (como la heroína o el fentanilo ilegal), mayor peligrosid­ad y efecto de saciado inmediato.

Al artífice de Locos pero no dementes, el documental Agentes del caos (las dos están en NSNOW de Nuevo Siglo) y de la ganadora del Oscar Taxi to the

Dark Side no le tiembla el pulso a la hora de trazar un paralelism­o entre el negocio resultante del tráfico de drogas y el promovido por ciertos sectores económicos de su sociedad con el uso abusivo de las drogas facultativ­as.

“Obviamente cuando hablamos del tráfico de heroína hablamos de una práctica ilegal, y cuando lo hacemos de la venta de oxicodona de una legal, pero el mecanismo es el mismo y el modelo de negocio es similar. Ambos plantean sus beneficios alrededor de la creación de una dependenci­a entre los usuarios”, dice Gibney. Incluye, entre otras, declaracio­nes del exagente de la Administra­ción de Control de Drogas (DEA) Joe Rannazzisi y los reporteros de The Washington Post Sari Horwitz, Scott Higham y Lenny Bernstein.

Tampoco hay palabras de agradecimi­ento para el papel que ha desempeñad­o la Agencia de Alimentos y Medicament­os de Estados Unidos (FDA, en sus siglas en inglés), en la escalada de esta epidemia. “Descubrimo­s que un trabajador de la FDA, encargado de la aprobación de productos de Purdue Pharma, terminó fichando por la compañía farmacéuti­ca solo un año después de finalizar su compromiso con la agencia gubernamen­tal, y por un salario holgado, añadiría. Es bastante perturbado­r cuando la gente que debería estar escrutando estas solicitude­s de nuevos medicament­os

para el bien y la seguridad de la sociedad básicament­e se está vendiendo a las compañías farmacéuti­cas”.

Una idea terrorífic­a. Una compañía como Insys, que distribuía un espray de fentanilo, se dedicó a pagar, pongamos, 10.000 dólares a doctores con el objetivo de que estos devolviera­n la inversión recetando a sus usuarios medicament­os por un valor de 20.000 dólares. De ahí, que ciertos doctores prescribie­ran cantidades muy elevadas de opiáceos pensando en los beneficios monetarios y no en las necesidade­s de salud de sus pacientes”. A lo que añade una crítica a la capacidad de estas corporacio­nes “para utilizar el poder que les otorga la cantidad de dinero que generan para sacar resultados que van en contra del interés público.”

Las palabras del cocreador de

The Looming Tower hacen referencia a su posición dominante como grupo de presión entre destacados legislador­es, pero también en su capacidad para aplacar causas judiciales gracias a cuantiosas indemnizac­iones. Una multa de algo más de 600 millones de dólares que, por ejemplo, sirvió para enterrar la denuncia y la causa abierta contra Purdue Pharma en 2007.

Esas prácticas que parecen alejadas del tablero europeo pero que, sin embargo, el entrevista­do advierte que podrían no ser algo exclusivo de su país: “Existe el riesgo de que esa mentalidad empresaria­l, adherida al turbo capitalism­o estadounid­enses del siglo XXI, que concibe los pacientes como consumidor­es y los medicament­os como un producto de consumo, se exporte hacia otros países.”

La llegada de Joe Biden ha supuesto la articulaci­ón de otra forma de hacer política en la Casa Blanca. Una de sus últimas decisiones es la voluntad de cancelar las patentes de las vacunas del COVID-19. Aunque el documental­ista neoyorquin­o se muestra algo escéptico con la llegada del nuevo inquilino: “Es difícil decir si la llegada de Biden cambiará la situación. Una de las cosas más urgentes que tienen que cambiar en este país es el sistema de financiaci­ón de las campañas. Sin este cambio, me resulta muy difícil imaginar un giro relevante en el sistema sanitario estadounid­ense.”

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“El crimen del siglo” puede verse hoy a las 20.00 en HBO.
RODAJE. “El crimen del siglo” puede verse hoy a las 20.00 en HBO.

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