La previa con Biden sonriente y Putin serio
Vladimir Putin llegó a las 12.27 hora de Ginebra al aeropuerto, en medio de un intenso calor (alrededor de 30 grados) y como había especificado que no quería un recibimiento protocolar, enseguida se subió a un vehículo, tras saludar brevemente a los camarógrafos con la mano. A las 13.05 fue recibido en la puerta de la mansión La Grange, al otro lado del lago Lemán, por el presidente de la Confederación Suiza, Guy Parmelin. Había atravesado el puente de Mont Blanc, que estaba adornado con 24 enormes banderas rusas y estadounidenses intercaladas.
La cortesía indicaba que Putin tuviera unos minutos de charla con Parmelin, un político conservador y moderado, como los tuvo el martes Joe Biden.
El presidente estadounidense salió del hotel Intercontinental, donde había pernoctado, a las 13.10, y a las 13.19 fue recibido por Parmelin.
A las 13.20 se cerraron las puertas de la casa La Grange. Seis minutos después Parmelin, Putin y Biden salieron. Biden, que lucía corbata celeste, sonreía. Putin, con corbata roja, estaba serio. Parmelin trató de distender dirigiéndole unas palabras de bienvenida en inglés a Biden y en ruso a Putin. Luego Biden y Putin estrecharon sus manos y volvieron a entrar.
Diez minutos después se abrieron las puertas y el mundo pudo echar un vistazo al lugar en el que se realizaba la cumbre. Separados por una mesa bajita, decorada con flores blancas y sobre la que se podían ver papeles, Putin y Biden posaron para los fotógrafos. Biden sonreía y Putin estaba serio y tamborileaba los dedos de su mano derecha en el apoyabrazos de su silla.
La reunión comenzó en la magnífica biblioteca que perteneció a William Favre, quien la donó junto con la casa y el parque que la rodea en 1917 a la ciudad de Ginebra. Sobre las 13.40 las puertas se cerraron de nuevo y comenzaron las conversaciones con un retraso de cuarenta minutos con respecto a lo planificado.