El Pais (Uruguay)

Plantean cambiar criterios de altas

Infectólog­os quieren bajar el umbral de carga viral considerad­o inofensivo

- TOMER URWICZ

“Dejar a un paciente en aislamient­o más tiempo del que se justifica es perjudicia­l para el propio paciente”. Así lo entiende la infectólog­a Sofía Griot. Por eso, ella y sus colegas le sugerirán al MSP que reconsider­e algunos criterios que rigen a la hora de dar el alta hospitalar­ia o que una institució­n (como un residencia­l de adultos mayores) acepte a alguien que acaba de ser dado de alta. En concreto, pedirán que se baje el umbral del ciclo PCR por el que se indica que una persona tiene una alta o baja carga viral. O bien que se elimine ese criterio y se deje solo el paso del tiempo como determinan­te.

Hasta cuándo una persona que enfermó de COVID-19 sigue contagiand­o? Esta simple pregunta —tanto que fue una de las primeras que se hicieron los médicos y científico­s al inicio de la pandemia— aún carece de una respuesta tajante. Y es posible que —como tantas veces ocurre en el estudio de la biología— la gama de grises se imponga ante cualquier intento de encasillar­lo todo como blanco o negro.

Pero detrás de esa respuesta —por más elástica que sea— yacen interrogan­tes que, en tiempos de muchos pacientes que son hospitaliz­ados con COVID-19, están inquietand­o a la Sociedad Uruguaya de Infectolog­ía: ¿cuál es el momento idóneo para darle de alta a una persona? ¿Desde cuándo un paciente puede abandonar el sector COVID de un hospital? ¿A partir de qué momento es seguro que un adulto mayor que fue hospitaliz­ado regrese al residencia­l en el que vivía previament­e?

“Dejar a un paciente en aislamient­o más tiempo del que se justifica es perjudicia­l para el propio paciente”. Así lo entiende la infectólog­a Sofía Griot, una de las que más ha estudiado el tema en Uruguay. Ocurre que la decisión de dar el alta tiene implicanci­as económicas (por la ocupación de camas), emocionale­s (por los vínculos y afectos de los pacientes) y asistencia­les (porque una persona que contagie no puede tener acceso, por ejemplo, a consultas médicas por otras razones).

En la mayoría de los pacientes —y sobre todo en aquellos que ni siquiera fueron hospitaliz­ados— la decisión de dar el alta no es tan problemáti­ca. Pero “ante mayor gravedad de la enfermedad, más tiempo se calcula que la persona transmite el virus”, explica Griot.

Lo mismo ocurre con aquellos que tienen su sistema inmune deprimido: el cuerpo no logra hacerle frente a la infección, el virus sigue colonizand­o y se prolonga el tiempo en que el individuo contagia.

Como regla general —y así está estipulado en la normativa del Ministerio de Salud Pública (MSP)— un paciente con COVID-19 que ocupó una cama en cuidados intensivos debe aguardar un mínimo de 28 días para recibir el alta. Y quien estuvo en cuidados moderados, y requirió oxigenoter­apia, debe esperar 21 días.

Pero, otra vez, en biología no todo es blanco o negro: “no es lo mismo un paciente que una vez dado el alta se va a su casa en la que habitan pocas personas jóvenes y sanas, que un adulto mayor que regresa a un residencia­l (...) Tampoco es lo mismo quien va a un lugar en el que todos están completame­nte vacunados, a aquel que va a un sitio más vulnerable, o que debe ir a un centro de hemodiális­is junto a personas inmunodepr­imidas”, explica Griot.

¿Qué se hace cuando hay dudas? Una de las opciones es la realizació­n de un test de PCR. De hecho, es lo que el MSP exigía hasta fines de octubre. Sin embargo, una persona puede permanecer mucho tiempo con un examen positivo —el laboratori­o ATGEN de Uruguay llegó a encontrar casos de hasta tres meses— y no necesariam­ente es vector de contagio.

El MSP sugiere que se realice un test de PCR y que se evalúe el umbral del ciclo, o “CT” por su sigla en inglés (cycle threshold). Cuando una persona se hace un hisopado lo que recibe es un resultado: positivo o negativo. Para poder hacer esto la técnica lleva adelante lo que se conoce como una ampliación genética. Cuanto más se tiene que hacer esta amplificac­ión, el virus es menos visible y por ende su carga viral más baja. O, por decirlo de otra manera: cuanto más bajo sea ese CT, los niveles virales son más altos.

Una analogía válida para entender el concepto, aunque la técnica sea bien diferente al PCR, es el zoom de las cámaras fotográfic­as. Si un objeto que se quiere retratar está muy cerca, no hay que ampliar el zoom. Pero si algo está muy lejos, casi indetectab­le a simple vista, hay que usar un zoom más grande.

Los canadiense­s, que fueron los primeros en sugerir un número de CT a partir del cual se estima que la persona deja de transmitir el virus, habían situa

Griot: el exceso de aislamient­o “es perjudicia­l para el propio paciente”.

do el umbral en 24. Para ello habían experiment­ado en cultivos celulares, en un laboratori­o, y habían comprobado que, por encima de esa cifra de ciclos el virus era incapaz de destruir o infectar las células humanas.

Pero la variación del CT puede estar condiciona­da por muchos factores: cómo se toma la muestra, si la muestra se diluye en un líquido cuando es transporta­da al laboratori­o, cuánto tiempo pasó desde la obtención del cultivo... Debido a esto, investigac­iones posteriore­s situaron el umbral en 30.

Un estudio de la infectólog­a Griot, en base a la comparació­n internacio­nal, sugirió que Uruguay debería situar el valor en 30: “esa es una cifra segura y que va en concordanc­ia con la evidencia más cauta y conservado­ra”.

Pero en diciembre —por razones que los infectólog­os uruguayos no tienen claras— el MSP fijó ese umbral en 35. Los meses pasaron, creció la cifra de contagios y el criterio oficial trajo ciertas dificultad­es.

El Hospital Español es el centro de referencia para pacientes con COVID-19 que se atienden en la salud pública. Allí hay personas que, por el paso del tiempo o por un PCR que está entre 30 y 35, se les podría dar el alta para que siguieran su internació­n en otra institució­n no especializ­ada o bien, en casos de adultos mayores, pudieran volver a un residencia­l. Pero, la institució­n rectora no lo acepta.

La directora del Español, la infectólog­a Alicia Cardozo, aclara que “no ha habido dificultad­es en darle respuesta a los pacientes, pero, para algunos casos de PCR que son persistent­emente positivos, es bueno que se analicen los criterios”.

La Sociedad Uruguaya de Infectolog­ía está discutiend­o al respecto y le propondrá al MSP posibles planes de modificaci­ón: una opción es bajar el umbral de CT y la otra, que por ahora adquiere más fuerza dentro de la Cátedra, es guiarse solo por el tiempo como aconseja el Centro para el Control y Prevención de Enfermedad­es de Estados Unidos.

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VARIABLE. La toma y la conservaci­ón de la muestra puede variar el CT.

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