EE.UU. y Rusia libran la ciberguerra
La nueva realidad que enfrenta a Biden y Putin son ataques informáticos a infraestructura
Durante 70 años, las reuniones entre presidentes de Estados Unidos y líderes de la Unión Soviética y después Rusia estuvieron dominadas por una amenaza: los vastos arsenales nucleares que las dos naciones comenzaron a acumular en la década de 1940 como instrumentos de intimidación y, si la disuasión fallaba, de mutua aniquilación.
En la actualidad, como quedó confirmado en la cumbre entre los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin, el miércoles último en Ginebra, las armas cibernéticas son por primera vez la máxima prioridad.
Ese cambio se ha estado gestando durante una década, a medida que Rusia y Estados Unidos, los dos adversarios más hábiles en el terreno cibernético, han recurrido a un creciente arsenal de técnicas para librar lo que se ha convertido en un conflicto diario de bajo nivel. Pero en las cumbres, ese tipo de justas por lo general eran tratadas como un espectáculo secundario en comparación con la competencia principal de las superpotencias.
Ya no es así. El ritmo y la sofisticación cada vez mayores de los recientes ataques a la infraestructura de Estados Unidos han revelado un conjunto de vulnerabilidades que ningún presidente puede ignorar. Varias empresas estadounidenses del grupo informático Solar Winds, la red de oleoductos Colonial Pipeline que se extiende por el este del país, el gigante mundial de la carne JBS, operaciones de hospitales y la propia internet, fueron objeto en fechas recientes de ataques mediante ransomware, un programa que encripta los sistemas informáticos y pide un rescate para desbloquearlos.
Por ejemplo, los ciberataques causaron alteraciones en el suministro de combustibles y aumentos en los precios de las naftas.
La policía federal de Estados Unidos los atribuyó a piratas con base en Rusia.
Pero, Putin rechaza esas acusaciones y califica de grotesca la idea de que su país llevara a cabo una guerra informática contra Estados Unidos. “La mayoría de los ciberataques en el mundo proceden del espacio estadounidense”, aseguró y acusó a Washington de no cooperar contra los piratas informáticos.
RESPUESTA. “En 2020 recibimos diez solicitudes de Estados Unidos sobre ciberataques contra infraestructuras en ese país llevados a cabo, según ellos, desde el ciberespacio ruso, y dos este año. Siempre hemos respondido de manera exhaustiva”, afirmó Putin, antes de sostener que Rusia envió 45 pedidos similares a Estados Unidos en 2020 y 35 desde enero de este año “sin recibir ni una sola respuesta”.
En Washington, John Devers —responsable de Seguridad Nacional en el Ministerio de Justicia— reconoció que no solicitaron ayuda judicial a Rusia después de los ataques contra Colonial Pipeline o JBS. “Llegamos a un punto en que es inútil”, consideró.
Para Biden, las armas nucleares siguen siendo importantes, como lo es la “estabilidad estratégica”, como se le llama a la contención de una escalada nuclear. Sin embargo, la tarea inmediata — el presidente les dijo a sus aliados en la cumbre del Grupo de los Siete en Cornualles, Inglaterra, y en una reunión de la OTAN en Bruselas— es convencer a Putin de que pagará un alto precio si sigue jugando a ser el maestro de la disrupción digital.
ADVERTENCIA. Frenar los ciberataques no resulta fácil. Si una década de intensificación de los conflictos cibernéticos ha enseñado algo es que las herramientas tradicionales de disuasión han fracasado en gran medida.
Y aunque a Putin le encanta presumir de sus enormes inversiones en nuevos torpedos nucleares y armas hipersónicas, también sabe que no puede usarlos. Su arsenal de armas cibernéticas, en cambio, es utilizado a diario.
Después de la cumbre con su par ruso, Biden anunció que acordaron “pedir a expertos de ambos países establecer lo que es inaceptable para cada uno de nosotros y garantizar un seguimiento” de los ataques que proceden de Rusia o de Estados Unidos.
A pesar de esa voluntad de mantener el contacto entre los dos países, era el momento de hacer una demostración de fuerza, sin concesiones. Por eso, Biden reveló que entregó a Putin “una lista de 16 infraestructuras críticas que van del sector de la energía hasta los sistemas de distribución de agua”, los que son, a su juicio, “intocables”.
“Le expliqué que tenemos una importante capacidad cibernética”, indicó. “Si Rusia viola determinadas normas fundamentales, responderemos. Él lo sabe”.
“No hay garantía de que se pueda cambiar el comportamiento de una persona o de su país”, admitió Biden. “Los autócratas tienen un poder enorme, y no tienen que responderle al pueblo por sus acciones”.
Biden le dio lista de 16 infraestructuras críticas que son en su visión intocables.