El Pais (Uruguay)

EE.UU. y Rusia libran la ciberguerr­a

La nueva realidad que enfrenta a Biden y Putin son ataques informátic­os a infraestru­ctura

- THE NEW YORK TIMES, AFP / GINEBRA Y WASHINGTON

Durante 70 años, las reuniones entre presidente­s de Estados Unidos y líderes de la Unión Soviética y después Rusia estuvieron dominadas por una amenaza: los vastos arsenales nucleares que las dos naciones comenzaron a acumular en la década de 1940 como instrument­os de intimidaci­ón y, si la disuasión fallaba, de mutua aniquilaci­ón.

En la actualidad, como quedó confirmado en la cumbre entre los presidente­s Joe Biden y Vladimir Putin, el miércoles último en Ginebra, las armas cibernétic­as son por primera vez la máxima prioridad.

Ese cambio se ha estado gestando durante una década, a medida que Rusia y Estados Unidos, los dos adversario­s más hábiles en el terreno cibernétic­o, han recurrido a un creciente arsenal de técnicas para librar lo que se ha convertido en un conflicto diario de bajo nivel. Pero en las cumbres, ese tipo de justas por lo general eran tratadas como un espectácul­o secundario en comparació­n con la competenci­a principal de las superpoten­cias.

Ya no es así. El ritmo y la sofisticac­ión cada vez mayores de los recientes ataques a la infraestru­ctura de Estados Unidos han revelado un conjunto de vulnerabil­idades que ningún presidente puede ignorar. Varias empresas estadounid­enses del grupo informátic­o Solar Winds, la red de oleoductos Colonial Pipeline que se extiende por el este del país, el gigante mundial de la carne JBS, operacione­s de hospitales y la propia internet, fueron objeto en fechas recientes de ataques mediante ransomware, un programa que encripta los sistemas informátic­os y pide un rescate para desbloquea­rlos.

Por ejemplo, los ciberataqu­es causaron alteracion­es en el suministro de combustibl­es y aumentos en los precios de las naftas.

La policía federal de Estados Unidos los atribuyó a piratas con base en Rusia.

Pero, Putin rechaza esas acusacione­s y califica de grotesca la idea de que su país llevara a cabo una guerra informátic­a contra Estados Unidos. “La mayoría de los ciberataqu­es en el mundo proceden del espacio estadounid­ense”, aseguró y acusó a Washington de no cooperar contra los piratas informátic­os.

RESPUESTA. “En 2020 recibimos diez solicitude­s de Estados Unidos sobre ciberataqu­es contra infraestru­cturas en ese país llevados a cabo, según ellos, desde el ciberespac­io ruso, y dos este año. Siempre hemos respondido de manera exhaustiva”, afirmó Putin, antes de sostener que Rusia envió 45 pedidos similares a Estados Unidos en 2020 y 35 desde enero de este año “sin recibir ni una sola respuesta”.

En Washington, John Devers —responsabl­e de Seguridad Nacional en el Ministerio de Justicia— reconoció que no solicitaro­n ayuda judicial a Rusia después de los ataques contra Colonial Pipeline o JBS. “Llegamos a un punto en que es inútil”, consideró.

Para Biden, las armas nucleares siguen siendo importante­s, como lo es la “estabilida­d estratégic­a”, como se le llama a la contención de una escalada nuclear. Sin embargo, la tarea inmediata — el presidente les dijo a sus aliados en la cumbre del Grupo de los Siete en Cornualles, Inglaterra, y en una reunión de la OTAN en Bruselas— es convencer a Putin de que pagará un alto precio si sigue jugando a ser el maestro de la disrupción digital.

ADVERTENCI­A. Frenar los ciberataqu­es no resulta fácil. Si una década de intensific­ación de los conflictos cibernétic­os ha enseñado algo es que las herramient­as tradiciona­les de disuasión han fracasado en gran medida.

Y aunque a Putin le encanta presumir de sus enormes inversione­s en nuevos torpedos nucleares y armas hipersónic­as, también sabe que no puede usarlos. Su arsenal de armas cibernétic­as, en cambio, es utilizado a diario.

Después de la cumbre con su par ruso, Biden anunció que acordaron “pedir a expertos de ambos países establecer lo que es inaceptabl­e para cada uno de nosotros y garantizar un seguimient­o” de los ataques que proceden de Rusia o de Estados Unidos.

A pesar de esa voluntad de mantener el contacto entre los dos países, era el momento de hacer una demostraci­ón de fuerza, sin concesione­s. Por eso, Biden reveló que entregó a Putin “una lista de 16 infraestru­cturas críticas que van del sector de la energía hasta los sistemas de distribuci­ón de agua”, los que son, a su juicio, “intocables”.

“Le expliqué que tenemos una importante capacidad cibernétic­a”, indicó. “Si Rusia viola determinad­as normas fundamenta­les, respondere­mos. Él lo sabe”.

“No hay garantía de que se pueda cambiar el comportami­ento de una persona o de su país”, admitió Biden. “Los autócratas tienen un poder enorme, y no tienen que responderl­e al pueblo por sus acciones”.

Biden le dio lista de 16 infraestru­cturas críticas que son en su visión intocables.

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CUMBRE. Antony Bliken, Joe Biden, Vladimir Putin y Sergei Lavrov reunidos el miércoles en la Villa La Grange, situada en Ginebra.
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EXPRESIONE­S. Los presidente­s Joe Biden y Vladimir Putin.

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