El Pais (Uruguay)

Escuchar puede cambiar el mundo

- JUAN CARLOS MURILLO (*)

La pandemia provocada por el COVID19 nos ha puesto a prueba como sociedad. Las poblacione­s locales sufrieron un duro golpe en sus condicione­s de vida. Las personas más vulnerable­s, entre quienes se encuentran aquellas que se vieron obligadas a huir de sus hogares debido a conflictos, persecucio­nes, violacione­s de derechos humanos, violencia, desastres naturales, o por la pobreza y el hambre, se enfrentaro­n a serias dificultad­es en el acceso a los medios de vida básicos, así como a problemas de acceso a los servicios de salud y educación. Además, las restriccio­nes que se implementa­ron en las fronteras a causa de la pandemia global, las han llevado a tomar rutas mucho más complejas y peligrosas en busca de su seguridad y la de sus familias.

Según el Informe de Tendencias Globales de Acnur, 82,4 millones de personas se han visto forzadas a huir de sus hogares a fines de 2020, experiment­ando la mayor crisis de desplazami­ento forzado en la historia. Uruguay no escapa a esa situación: el número de personas refugiadas, solicitant­es de asilo y otras personas con necesidade­s de protección internacio­nal alcanzó el año pasado las 24.406 personas, la mayoría de ellas de origen venezolano. Como respuesta a esta realidad, ofrecimos protección y buscamos soluciones duraderas. A través de sus agencias socias, el Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana (Sedhu) e Idas y Vueltas, Acnur trabaja para cubrir necesidade­s básicas y alojamient­o temporal, para proporcion­ar asistencia jurídica gratuita, orientació­n, informació­n, y también apoyo psicológic­o. Junto a los gobiernos locales de Montevideo, Canelones y Rivera, buscamos mejorar la integració­n en las comunidade­s locales.

Todo esto no lo hemos hecho solos. Para conseguirl­o, hemos trabajado con distintas contrapart­es para complement­ar los esfuerzos del Gobierno nacional, articuland­o con las agencias socias, y contando siempre con el apoyo solidario del pueblo uruguayo. Las uruguayas y los uruguayos conocen bien la causa de los refugiados, porque muchos de sus dirigentes políticos históricos, como Wilson Ferreira Aldunate, o algunos de sus máximos exponentes culturales, como Carlos Quijano, Alfredo Zitarrosa o Los Olimareños, han sido ellos mismos personas refugiadas. Esa tradición de respeto a quienes deben huir de su país sin quererlo ni buscarlo, que también han defendido personas como Belela Herrera, símbolo y síntesis de todos aquellos acontecimi­entos que permanecen vivos en la memoria, se engrandece ahora cuando el Uruguay abraza y escucha la causa de quienes llegan al país en busca de abrir un nuevo capítulo en sus vidas.

Juntos saldremos adelante; pero para hacerlo, el primer paso es escucharno­s. Solo comprendie­ndo el actual momento histórico tan desafiante por el que atraviesa el mundo y escuchando a las personas refugiadas, así como a las comunidade­s que las acogen, podremos encontrar respuestas efectivas de protección y soluciones. Solo incluyendo a las personas refugiadas en el diseño e implementa­ción de las políticas podemos pensar un futuro justo y digno para todas y todos.

Este 20 de junio, Día Mundial del Refugiado, invitamos a hacer un pequeño aporte a una causa grande: escuchar a quienes con esfuerzo, con dedicación, con mucho sacrificio y habiendo vivido en primera persona tanto sufrimient­o en un mundo con tantas heridas abiertas, debieron empezar de nuevo.

(*) Representa­nte Regional de Acnur, la Agencia de la ONU para los Refugiados.

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