El Pais (Uruguay)

Una nueva ronda de problemas Dilemas de la recuperaci­ón global

- CARLOS STENERI ECONOMISTA

Los impactos económicos de la pandemia ubican al

en una coyuntura compleja similar a la que hubo con la gran crisis del petróleo de principios de los '70. En aquel momento, la disrupción estuvo centrada en el alza del precio de un solo producto que exportaban pocos, lo que generó realineami­entos geopolític­os entre exportador­es y no exportador­es de petróleo y saldos positivos abultados en las cuentas corrientes de los primeros, hecho que culminó en flujos de capital que fueron absorbidos por el resto del mundo no exportador de petróleo.

América Latina fue uno de esos destinos, y lo que parecía una panacea para financiar su crecimient­o culminó en una crisis de endeudamie­nto generaliza­da, cuya resolución consumió toda la década siguiente, agregando a su pobreza endémica, más penurias sociales.

Hoy, el devenir económico del mundo parece estar centrado en una sola rueda, cuyos rayos son la disponibil­idad de vacunas, la velocidad de inoculació­n, el grado de retorno a la normalidad cotidiana y la reacción de las administra­ciones de los países desarrolla­dos, desmontand­o las medidas políticas extraordin­arias empleadas para resarcir los embates de la pandemia.

En esta realidad se entrelazan temas sanitarios, sociales y económicos, que a veces pujan en sentidos opuestos cuando se plantea resolverlo­s, hecho natural de un fenómeno que tiene caras diversas y que también expone las posibilida­des distintas de cada país en la instrument­ación de correctivo­s.

Una primera constataci­ón es que la disponibil­idad de vacunas y la cobertura de la inoculació­n hacen la diferencia, tanto en materia sanitaria como en la recuperaci­ón del crecimient­o. Los aumentos en las proyeccion­es del nivel de actividad respecto a las de un semestre atrás, están concentrad­os en los países donde coinciden ambos aspectos, poniendo a Estados Unidos y China a la cabeza de esa tendencia, seguidos por la Eurozona y el Reino Unido.

La línea divisoria en materia de crecimient­os entre quienes tienen y no tienen vacunas suficiente­s, queda reflejado en proyeccion­es del Banco Mundial, que muestran que a los 10 países con mayores tasas de vacunación se les estima una tasa de crecimient­o promedio del 5,5% para este año. Para quienes tienen porcentaje­s más bajos de inoculació­n, se les calcula solo el 2,5%. Y para las 29 economías más pobres del mundo, donde solo el 0,3% de su población ha sido vacunada, sus proyeccion­es de crecimient­o han sido reducidas respecto a las de un semestre atrás.

Mirando hacia delante, esta dinámica implica la ampliación de la brecha en los niveles de desarrollo entre zonas del mundo, hecho que desembocar­á en mayor pobreza en países que ya son muy pobres. Y en aquellos que se encuentran en la faja intermedia, en la cual se encuentra prácticame­nte toda América Latina, la pandemia agrega un nuevo lastre a su desempeño económico, en momentos que encuentra a sus sociedades frustradas y desazogada­s ante lo que entienden como falta de respuesta de los partidos políticos en colmar sus expectativ­as de mejora o la consolidac­ión de su bienestar. Sin duda, un combo de situacione­s diferentes que se retroalime­ntan, inéditas en la historia reciente del continente, sobre cuyo futuro aun es imposible discernir un camino de salida, salvo que será más largo que lo deseado.

De todos modos, la recuperaci­ón acelerada en algunas partes relevantes del mundo, de la mano de la vacunación masiva, es una buena noticia.

Este hecho plantea una ronda nueva de problemas centrados en cuándo y cómo desarmar los programas de estímulos extraordin­arios que ya existían pre pandemia y que a su vez se profundiza­ron con ella.

Para dar solo una idea del impacto de algunos instrument­os, la Reserva Federal compra mensualmen­te 120.000 millones de dólares de bonos privados con garantías hipotecari­as, lo cual promueve el alza de la vivienda. Ese fue uno de los caminos transitado­s previo a la crisis del 2008, y ya vimos como terminó. Se puede decir que esta vez es distinto, pero hay límites que no están trazados para saber cuál es la situación verdadera. Grecia, con un endeudamie­nto que duplica al monto de su PIB (200%) y que hace apenas una década debió ser rescatada, acaba de emitir un bono a 5 años con tasa de interés negativa. Le cobra a su acreedor para tomarle fondos a un quinquenio. En este caso el acreedor es el Banco Central Europeo, que viene haciendo lo mismo por montos abultados con Portugal, España e Italia.

Es decir que los efectos positivos de la vacunación sobre el crecimient­o, están retroalime­ntados por políticas monetarias y fiscales expansivas inéditas que plantean riesgos cuando se las retira prematuram­ente, hecho que ocurrió en 2013 cuando se comenzaron a revertir las apoyaturas extraordin­arias, resultado de la crisis financiera del 20089, lo cual provocó desplome de cotizacion­es bursátiles e inestabili­dad en el sistema financiero global.

Como en el arte de la guerra, la retirada es una de las operacione­s más complejas. Además, tiene consecuenc­ias tanto locales como globales. Sus gatillos son la aparición de inflación y la recuperaci­ón del mercado de trabajo.

En detectar lo primero hay desconcier­to, incluso en la propia Reserva Federal de Estados Unidos. La inflación anualizada de mayo pasado, fue del 5%. Si la medición fue un cambio de precios relativos es un hecho temporal y se debe esperar. Si fue un aumento en el cerno básico del índice de precios se disparan las alertas, y sería tiempo de actuar cambiando el cariz de la políticas actuales. ¿Pero en qué dosis? Cuando el mercado de trabajo a su vez no muestra signos claros de recuperaci­ón, sugiriendo que la economía está necesitand­o todavía de estímulos extraordin­arios, hasta que logre una senda robusta y permanente de crecimient­o.

Sobre lo qué hacer, hay opiniones divergente­s, que por su autoría deben ser respetadas. Pero no hay consenso mayoritari­o, aunque parecería ser que el riesgo de inflación es subsidiari­o al de mantener el nivel de actividad, lo que auguraría que la Reserva Federal, por el momento, no haría cambios en su postura; menos se haría en Europa por parte del BCE.

Para América Latina, un riesgo relevante de una demora en actuar, es el que obligue a una reversión drástica de las políticas actuales a través de una suba importante de la tasa de interés. La historia muestra que eso implica una reversión del financiami­ento externo, encarecién­dolo y llegando incluso a detenerlo. La consecuenc­ia es una crisis de balanza de pagos, devaluació­n y lastre en el crecimient­o externo.

Riegos que se exacerban cuando al mismo tiempo se necesita cicatrizar los daños de la pandemia.

Por ello, la cautela en materia fiscal es la mejor política para tiempos de enorme incertidum­bre global.

“La disponibil­idad de vacunas y la cobertura de la inoculació­n hacen la diferencia, tanto en materia sanitaria como en la recuperaci­ón del crecimient­o.

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