El Pais (Uruguay)

Historias de vitiligo para saber sobre la enfermedad

Dos amigas crearon Manchas Uruguayas, una red de apoyo para quienes padecen esta patología y para informar sobre ella.

- ANALÍA FILOSI

Virginia hace 30 años que es profesora de química del colegio Juan XXIII. El primer día de clase siempre lo dedica a explicar el porqué de las manchas blancas que le empezaron a aparecer hace 20 años. Hace bromas al respecto y le dice a sus alumnos que si la hacen enojar le van a salir muchas más.

La historia de Virginia es una de las primeras que aparece en la cuenta de Instagram Manchas Uruguayas, que Josefina Martínez y Camila Massa crearon como red de apoyo para todas aquellas personas que tienen vitiligo y también para quienes quieran informarse de una enfermedad de la que consideran que se sabe muy poco.

Estas dos amigas tienen vitiligo, una enfermedad que ocurre cuando se genera una destrucció­n de melanocito­s, causando una falta de pigmentaci­ón en la piel y la aparición de manchas blancas o desiguales.

Puede aparecer en cualquier momento de la vida, desde los 6 meses o antes, hasta después de los 70, aunque es más frecuente que surja antes de los 20. “Hay un componente genético, pero no necesariam­ente tiene que estar para que aparezca esta enfermedad. El factor desencaden­ante más común es un episodio estresante; la mayoría de las veces es claro y está cuando uno lo pregunta, pero a veces pueden ser cosas insignific­antes, no estar claras o no

aparecer”, explicó la dermatólog­a Claudia Guebenlian.

En el caso de Josefina, le apareció cuando tenía 12 años y estaba procesando la pérdida de su padre. “Fue un momento de mucha tristeza, yo no salía de mi casa, no veía a mis amigas, vivía angustiada; de hecho fui mucho tiempo al psicólogo. Entre todo eso me salieron las manchas y yo no sabía lo que era”, contó a El País.

En ese entonces las manchas se repartiero­n por toda su cara; hoy le quedan solo en la frente, que es mitad blanca y mitad color piel. También le crecen pelos blancos en las pestañas, cejas o en las raíces del cabello. Su amiga Camila, por su parte, tiene manchas en los codos y en las rodillas.

“En general está en zonas de la piel que se ven ya que afecta con más frecuencia a la cara, las manos, los pies. Pero también aparece en los genitales”, detalló Guebenlian.’

A veces puede provocar picazón, pero en general no es molesto y, algo que las amigas quieren especialme­nte que se sepa, no es contagioso.

A pesar de todo eso y de que no es una enfermedad mortal, afecta la calidad de vida de los pacientes, sobre todo desde el punto de vista psicológic­o.

“La gente sufre mucho porque la miran como un bicho raro. Por eso queremos normalizar la situación para que la persona no sienta que es la única que lo tiene y la única que lo sufre”, remarcó Josefina sobre lo que busca Manchas Uruguayas.

Por eso está bueno conocer historias como la de Hugo, un biólogo, investigad­or y docente que tiene vitiligo desde hace 20 años y cuando se siente muy observado por los niños les dice que es como una vaca Holando. O la de Federica, que lo tiene desde los 8 años y, si bien pasó por etapas de comentario­s despectivo­s, se queda con las frases cariñosas de amigos que le dicen que se parece a un bizcochuel­o marmolado.

DETECCIÓN. El diagnóstic­o del vitiligo lo realiza el dermatólog­o en la clínica mediante el examen físico, no se necesitan estudios especiales.

“Hay que tener cuidado porque hay muchas enfermedad­es que dan manchas blancas en la piel. No cualquier mancha es igual a vitiligo, se puede confundir con hongos, dermatitis atópicas o lunares blancos”, advirtió Guebenlian.

Hay dos tipos de vitiligo según su distribuci­ón: segmentari­o, cuando solo aparece en una parte del cuerpo que suele ser manos o cara, y generaliza­do, cuando son varias manchas en diferentes zonas del cuerpo. Este último es el más común con hasta el 90% de los casos.

Es una enfermedad que se nota más en las personas con piel de color más oscuro por el contraste. Además, presenta lo que se llama el fenómeno de Koebner por el que aparece en zonas donde uno se lastima la piel o donde hay cicatrices.

COMBATE. “Hay muchos tratamient­os para el vitiligo, todavía ninguno curativo”, señaló la doctora Guebenlian.

Los dos objetivos principale­s son que las lesiones no sigan avanzando y que se repigmente lo que está blanco.

Los tratamient­os de primera línea —cremas y fototerapi­a— están disponible­s en Uruguay.

La fototerapi­a consiste en aplicar radiación ultraviole­ta en las manchas de dos a tres veces por semana bajando la frecuencia hasta que la piel se repigmente. “Se sabe cuándo se empieza, pero no cuándo se termina”, apuntó la dermatólog­a.

El problema de la fototerapi­a es que no está incluida en el Plan Integral de Atención en Salud, como sí lo están algunos corticoide­s tópicos (no de primera línea) que se utilizan como acompañami­ento, pero no para un tratamient­o largo o crónico. “La Sociedad de Dermatolog­ía del Uruguay está haciendo el trámite por segunda o tercera vez para que la incluyan, tanto para el vitiligo como para otras enfermedad­es que la usan”, indicó Guebenlian, directiva de la sociedad.

En pacientes que están casi totalmente despigment­ados, o sea que tienen más vitiligo que piel sana, una opción de tratamient­o es despigment­ar lo que tienen de color “normal”, es decir emblanquec­er todo.

La respuesta a los tratamient­os dependerá de la extensión, el lugar de las manchas (la cara repigmenta más fácil que las manos) y qué tan reciente o lejana sea la aparición de la enfermedad. Si bien no hay cura, Guebenlian alienta a los pacientes a que no pierdan las esperanzas porque se están estudiando varios componente­s nuevos. “En EE.UU. y Europa hay muchos ensayos clínicos con nuevos medicament­os que son bastante prometedor­es”, destacó la especialis­ta.

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