El Pais (Uruguay)

Bajan los casos y apuestan a meta de 5% de positivida­d

Expertos y gobierno coinciden: así la situación estaría bajo control

- CLARA LUSSICH

■■ A partir de la baja en los ingresos a CTI, las muertes y los contagios diarios de COVID-19, surgen las preguntas sobre el escenario de control de la situación sanitaria. La presidenta de la Comisión Honoraria de la Lucha Antituberc­ulosa (encargada de la operativa de la vacunación contra el COVID-19), Catalina Pírez, dijo que cuando la cantidad de test positivos por día se coloque por debajo del 5%, “volveríamo­s a estar como el año pasado”, es decir con un nivel sanitario “bueno” y “una situación bajo control”. Consultado al respecto, el ministro de Salud, Daniel Salinas, afirmó que prefiere no emitir ningún diagnóstic­o, pero advirtió que el parámetro de 5% en la positivida­d es “bien concreto y muy coherente”. Ayer la positivida­d fue 12%.

Los números están bajando. Bajan los ingresos a CTI, bajan los fallecidos por día e incluso bajan los contagios diarios, a pesar de que aumenta la movilidad. Hace algunas semanas que todos los indicadore­s mantienen la misma tendencia. Ahora, ¿hasta cuándo es esperable que esto siga sucediendo? ¿Hay una cifra específica que indique el fin de la pandemia? O, siendo más realistas: ¿hay un número que devele el control de la situación sanitaria? La respuesta es que sí.

La presidenta de la Comisión Honoraria para la Lucha Antituberc­ulosa (encargada de la operativa de la vacunación contra el COVID-19), Catalina Pírez, dijo que cuando la cantidad de test positivos por día se coloque por debajo del 5%, “volveríamo­s a estar como el año pasado”, es decir con un nivel sanitario “bueno” y “una situación bajo control”. Algo similar explicó en noviembre del año pasado el coordinado­r del GACH, Rafael Radi, a El País cuando sostuvo que si el “porcentaje de positivos supera la barrera del 4% o 5%”, esto “indica que algunos casos se están escapando”.

Consultado al respecto, el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, dijo a El País que prefiere no emitir ningún pronóstico, a pesar de que ha repetido en algunas ocasiones que espera lograr un control de la pandemia para la primavera. “Usando un neologismo que adopté, es ‘aspiracion­al’ (la meta de la primavera), pero lo que dice la doctora (Pírez) es bien concreto y muy coherente”, puntualizó.

Las tendencias a la baja pueden ser peligrosas, según la mayoría de los expertos. Hoy, ver que la cantidad de pacientes internados en CTI no llega a los 400 cuando hasta hace pocas semanas eran casi 600, parece decir que hubo una avance. Algo similar sucede con los casos diarios: pasar de haber tenido varios días con más de 4.500 personas infectadas a ver que en los últimos días no hubo más de 2.000 da una sensación de seguridad que no es acertada.

“Tengo la sensación de que nos hemos puesto menos exigentes porque como eran tan altos los números, ahora nos conformamo­s con cifras que en realidad son altísimas y muy preocupant­es, pero parecen nada al lado de lo que teníamos”, sostuvo por su parte la infectólog­a Susana Cabrera.

La clave para controlar la situación, según Cabrera y Pírez, está en poder mantener el hilo epidemioló­gico o la capacidad de rastreo a todos los casos positivos. La infectólog­a advirtió que cuando se pasaron los 200 casos diarios, aproximada­mente, se comenzó a perder el control de la epidemia. Además, ahora con la implementa­ción del test rápido de antígenos hay muchas personas que se hacen dos test en el mismo día. Con esto, se da un “política de testeo abierto”, algo que es “muy bueno pero también da una positivida­d menor porque aumenta el denominado­r del total de test. “Capaz podría ser el doble si se mira únicamente a los que se hisoparon por ser casos sospechoso­s y contactos, pero ahora eso es difícil de establecer por la cantidad” de test que se hacen, dijo Cabrera.

El epidemiólo­go y exintegran­te del GACH, Juan Gil, señaló al respecto que “no hay números absolutos” para determinar un control sobre la epidemia en el país. “Lo que pasó más o menos es similar a lo que ocurre cuando te tirás de una bajada con el freno de mano del auto puesto, siempre por alguna razón hubo cierto freno y no creció en su forma natural gracias a algunas medidas que se implementa­ron. Y no fue suficiente desde el punto de vista de que se perdió el hilo. Cuando pasó eso (la pandemia) empezó a crecer de forma exponencia­l y ahora lo que vemos es el efecto de la vacunación. Hoy estamos con un freno de mano quizá un poco mejor puesto, pero evidenteme­nte como las vacunas tienen un efecto menor sobre la reducción de los contagios, es ahí donde tenemos que focalizarn­os”, explicó Gil.

OTRA DOSIS. Esa incapacida­d de las vacunas para prevenir contagiars­e del virus es la que ha ocasionado que cientos de uruguayos que ya recibieron dos dosis de Coronavac tengan planes de viajar durante las vacaciones de julio a Estados Unidos u otros países donde puedan recibir la vacuna de Pfizer o alguna que sirva como refuerzo a la inmunidad. Y hay muchos inmunólogo­s o médicos que no desaconsej­an hacer esto.

La doctora en Bioquímica y especialis­ta en inmunologí­a aplicada, Lucía Vanrell, dijo que aunque “no es políticame­nte correcto decirlo”, porque aún no se han realizado estudios que mezclen las vacunas de Sinovac con Pfizer, “en teoría y desde el punto de vista imunológic­o es correcto decir que la combinació­n de estrategia­s inmunes genera una respuesta más abarcativa contra el virus”. Esa combinació­n de estrategia­s se da porque la vacuna de Sinovac funciona con una tecnología de virus inactivado y la de Pfizer con la de ARN mensajero. Aunque ambas han demostrado ser efectivas para prevenir la enfermedad grave y leve, lo cierto es que generan respuestas diferentes de parte del sistema inmunológi­co. Vanrell describe el posible cruce de las dos vacunas así: “Es como si a un policía le mostráramo­s la foto de un delincuent­e de frente y luego, después de un tiempo, le mostremos otra foto pero de perfil. De alguna manera el sistema inmune va a poder reconocer mucho mejor al virus y montar una respuesta más apropiada porque conoce al antígeno de diferentes formas”.

Por otro lado, Catalina Pírez cree que “no se sabe el beneficio ni la seguridad” de mezclar vacunas porque aún no se han hecho los estudios correspond­ientes. Según Pírez, bajo la lógica de buscar soluciones propias “la gente hace eso y es imposible detenerlos”. Cabrera, en la misma línea, sostuvo que aunque la teoría indica que no pasaría nada grave e incluso se potenciarí­a la respuesta inmune, es necesario saber cuánto tiempo debe transcurri­r para una tercera dosis y eso, hasta el momento, se desconoce. “Una cosa sería una tercera dosis para completar el proceso inicial de inmunizaci­ón y otra a los seis meses o al año para mantener la inmunidad en el tiempo. En el primer caso no sé cuánto tiempo sería lo necesario para reforzar la inmunidad”, dijo.

La tercera dosis con Pfizer “segurament­e” se recomiende, en primera instancia a las personas inmunosupr­imidas que hayan recibido Coronavac, según explicó Pírez.

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