Parkinson: los temblores solo son parte del trastorno
Neurólogo explica por qué se trata de una enfermedad personalizada
El temblor no es el síntoma “más importante” de una posible enfermedad de Parkinson. Así de claro fue el neurólogo Ricardo Buzó en el ciclo de entrevistas de Calidad de Vida en El País sobre una creencia común sobre este trastorno progresivo del sistema nervioso que afecta el movimiento. “El temblor es uno de los síntomas más frecuentes al comienzo de la enfermedad pero no es el más importante. Hoy en día es la lentitud en la ejecución de los movimientos”, explicó.
Este fenómeno, llamado bradicinesia, implica un retardo de los movimientos aun en tareas simples como caminar o levantarse de una silla.
Si se le asocia el temblor, que generalmente empieza en una extremidad; la rigidez muscular, que puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo; y alteraciones en la postura y en el equilibrio, la persona debe ser examinada por un especialista.
“Si bien se decía que la enfermedad de Parkinson es un trastorno muy fácil (de diagnosticar) y los estudios demostraban que casi el 70% de los especialistas en movimientos anormales hacían el diagnóstico con certeza, hay casi un 30% de pacientes diagnosticados con enfermedad de Parkinson que años después, por su perfil evolutivo, muestran, en realidad, un ‘primo hermano’ del Parkinson”, apuntó Buzó.
En este sentido, el neurólogo señaló que la enfermedad requiere una estrategia de abordaje diferente para determinar su presencia. Lo primero que el médico debe hacer es distinguir si se trata de un cuadro “establecido” o “probable”.
Por lo primero se entiende que, por ejemplo, el paciente ya padece lentitud en los movimientos y alguno de los otros síntomas. Lo otro implica que no da otras señales.
“Tiene que haber criterios absolutos que soporten el diagnóstico. Una respuesta se la encuentra en la medicación. Si se le administra dopamina y responde, es Parkinson. Pero también tiene que haber una absoluta falta de criterios de exclusión. Si no respondió nunca a la medicación o si tuvo otras complicaciones, no es enfermedad de Parkinson. Hay 10 alarmas. Si el paciente solo tiene algunas, pongo en duda el diagnóstico. Por ejemplo, si en seis meses sufre demencia, esa es una bandera roja”, explicó.
INCÓGNITAS. En la enfermedad de Parkinson, algunas células nerviosas del cerebro se descomponen o mueren de forma progresiva. Muchos de los síntomas obedecen a una pérdida de las neuronas que producen dopamina, un tipo de neurotransmisor. Cuando disminuyen los niveles de dopamina, esto causa una actividad cerebral anormal, lo que conduce a un movimiento deficiente.
En entrevista con Calidad de Vida en El País, Buzó enseñó que es una enfermedad multisistémica y muy heterogénea. “No hay un paciente de Parkinson que sea igual que otro”, afirmó. En este sentido, se la considera una “enfermedad neurodegenerativa personalizada”.
Se estima que entre el 1% y el 3% de la población de mayores de 55 años padece este trastorno. La mayor incidencia ocurre entre los 40 y los 60 años. Si el comienzo de la enfermedad ocurre por debajo de los 40, se llama “Parkinson de inicio precoz” y este representa el 10% de los casos. También puede ocurrir por debajo de los 20; una situación que afecta a otro 10% de los pacientes.
Se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson, pero varios factores parecen influir. Uno de ellos es la alteración de ciertos genes. Se han identificado una treintena de genes vinculados con el desarrollo del trastorno. Si uno de los padres o un hermano desarrolla Parkinson alrededor de los 40 años o incluso antes, se entiende que la persona tiene un 50% de posibilidades de presentar la misma enfermedad. Si se encuentra, a través de un estudio, que la carga genética es mayor, ese porcentaje se eleva. Otro factor es la exposición a ciertas toxinas (como herbicidas y pesticidas) o factores ambientales. Tampoco se sabe por qué los hombres son más propensos a desarrollar la enfermedad que las mujeres. “Lo que no se discute es el estilo de vida. Se sabe que el paciente sedentario tiene mucha más chance de tener enfermedad de Parkinson que la persona no sedentaria”, apuntó Buzó. los síntomas que surgen cuando los medicamentos orales dejan de funcionar repentinamente durante el día. Buzó señaló que es posible la infusión de levodopa a través de una sonda de alimentación que la suministra en forma de gel directamente al intestino delgado. Los resultados que ha demostrado esta técnica son “espectaculares” pero descartó que llegue a Uruguay en el corto y mediano plazo. Cuando el paciente no responde a la medicación puede ser sometido a una cirugía. La estimulación cerebral profunda, que implica la implantación de electrodos en una parte específica del cerebro que están conectados a un generador ubicado en el pecho del paciente, “es muy efectivo para muchos síntomas”, dijo Buzó en Calidad de Vida en El País, pero la operación debe practicarse en pacientes que sean menores a los 70 años. En el mundo ha surgido otra técnica que es el ultrasonido cerebral que puede aplicarse a individuos de mayor edad.