El Pais (Uruguay)

Errores que pagamos todos

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Los resultados de la auditoría externa dispuesta por el actual Directorio de UTE para evaluar el Proyecto de la empresa Gas Sayago S.A. (que vendería gas licuado a la República Argentina según lo que dispuso el segundo gobierno del Frente Amplio) no deja lugar a dudas: el negocio era inviable desde el inicio de las obras.

Y esa inviabilid­ad en la que se utilizaron dineros públicos, esto es recursos de todos los contribuye­ntes que habitamos este suelo, sólo ha servido para que algunos simpatizan­tes de ese gobierno obtuvieran retribucio­nes exorbitant­es, viajes, cursos de capacitaci­ón y hasta masajes y para que también, algunas empresas hicieran su negocio.

Pero el interés público, que nuestra Constituci­ón Nacional mandata defender, y que debió ser el motivo de tamaña inversión, fue soslayado olímpicame­nte por quienes tomaron las decisiones y sin considerac­ión alguna, utilizaron dichos recursos en un proyecto que sabían sería inviable desde el inicio (ya se había impulsado la generación eléctrica “limpia” con los parques eólicos) pero, sin embargo, siguieron adelante.

Cuando del informe que ha tomado estado público, se han encontrado hasta elementos que permitiero­n a las autoridade­s actuales presentar denuncia penal, para que sea la Justicia la que determine la comisión de uno o varios delitos y quiénes son sus responsabl­es. Recién entonces y tarde, el número dos de ese segundo gobierno frentista ha reconocido que se trató de un “grave error”, “una obra sin sentido”; y el número uno, autoprocla­mado candidato al Nobel y defensor de los “intereses populares”, no ha expresado palabra y como en el caso de la venta de los aviones de Pluna, segurament­e se mantendrá en silencio, posando de “filósofo” en su chacra y buscará -también en este caso- que sean otros, quienes respondan penalmente. Fueron muchos millones de dólares que se invirtiero­n en este “negocio” ruinoso para los intereses nacionales, más de 213.

Y segurament­e serán más, atento a las deudas que habrán de asumir UTE y Ancap y a las resultanci­as de las demandas judiciales, (que segurament­e serán contrarias a los intereses nacionales) la remoción de los pilotes que quedaron de recuerdo en el Río de la Plata, así como la liquidació­n de esta empresa que nunca debió impulsarse.

Menos mal que para estos señores “lo importante es la gente”. ¿Hasta cuándo creían que podían seguir abusando de la paciencia de los contribuye­ntes?

Estuvieron tres lustros en el poder, en el mejor período de bonanza económica del que se tenga memoria. Se dieron el lujo de hacer y deshacer a su antojo, pues contaron con las mayorías parlamenta­rias absolutas en ambas Cámaras. Y con ello, los legislador­es “de izquierda”, afines a sus políticas “progresist­as”, olvidaron su función de contralor.

Y así le fue al país. Casi funden Ancap, que debió ser recapitali­zada con más de 800 millones de dólares y apostaron en más de un sector público a inversione­s ciertament­e desastrosa­s para los intereses nacionales.

Poco a poco, las tan requeridas auditorías, como la que motiva nuestra opinión, nos brindarán la verdadera historia y esperamos que de una vez se responsabi­lice a quienes, por acción u omisión, tomaron decisiones muy alejadas del interés público nacional.

Cabe legítimame­nte preguntars­e si no será hora de aplicar la norma constituci­onal que permite repetir patrimonia­lmente (esto lisa y llanamente significa cobrarles, recuperand­o al menos en parte, las pérdidas que debió asumir la Hacienda Pública) contra aquellos funcionari­os públicos que causan perjuicio al Estado.

Es preciso que cada quien asuma la responsabi­lidad de sus acciones de una vez por todas y que la ciudadanía sea informada de los resultados de las investigac­iones y denuncias que se formulen.

Nuestra República saldrá fortalecid­a.

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