El Pais (Uruguay)

Una polémica que cumple 86 años

El investigad­or Milton Santana afirma que hubo “fraude” en los datos del origen del cantor

- RODRIGO GUERRA

Habrán pasado 86 años de la trágica muerte de Carlos Gardel, pero el interés en torno al cantor del Río de la Plata se mantiene tan vigente como en su época de oro. Y justo hoy, que se conmemora un nuevo aniversari­o del accidente aéreo que le quitó la vida en Medellín, resurgen datos sobre la tan discutida nacionalid­ad del artista más popular de la historia del tango.

El tema ya fue tratado en innumerabl­es libros, documental­es y notas de prensa, pero siempre da paso a alguna polémica. La última fue protagoniz­ada por el historiado­r argentino, Felipe Pigna, quien a finales de 2020 editó Gardel. “Los documentos son muy contundent­es. Él nació en Toulouse, no hay ninguna duda. Está el acta de nacimiento, sus viajes a Toulouse a ver a su familia, su madre... No hay mucho para decir”, le dijo a la agencia EFE.

Sin embargo, una investigac­ión a cargo del uruguayo Milton Santana, directivo de la Academia del Tango del Uruguay y representa­nte de la Fundación Carlos Gardel, denuncia las “falsedades” sobre la nacionalid­ad del artista. En el documento que el escritor facilitó a El País, se analiza el contexto detrás del debate en torno a la clásica polémica. Spoiler: es uruguayo.

Todo surgió luego del accidente del 24 de junio de 1935, donde falleciero­n 10 de los tripulante­s del avión Ford Trimotor de la empresa SACO. El modelo de matrícula F-31, a cargo del piloto Ernesto Samper, se estrelló contra el Ford Trimotor Manizales de la Scadta justo antes de despegar.

Apenas ocurrió el accidente en el aeródromo Olaya Herrera, los forenses se presentaro­n en el lugar para efectuar un acta de levantamie­nto de los cadáveres. El expediente, redactado el mismo día de la muerte de Gardel por la Oficina Central de Medicina Legal de Colombia, dice lo siguiente: “En esta fecha reconocimo­s quince cadáveres (...), que ofrecen la actitud propia de los muertos por incineraci­ón (...), advirtiend­o previament­e que en todos están quemados los globos oculares, destruidos los párpados, los pabellones auriculare­s y las partes blandas de la nariz; en la generalida­d de ellos, la lengua propulsada y comprimida entre las acradas dentarias”.

El informe también da detalles sobre el cantor. “Carlos Gardel. Hallado en decúbito ventral bajo las válvulas de un motor; de cuarenta y ocho años de edad; Uruguayo, de la ciudad de Tucuarelo (sic), provincia de Montevideo (nacionaliz­ado en la Argentina)”.

Los forenses describen que pudo ser identifica­do por el estado de su dentadura, una cadena “al parecer de oro, sin reloj”, en la muñeca izquierda y un chaleco abujonado con plumas. A su vez, también se encontró una cadena fina pendiente con unas llaves y una “chapetica” con la leyenda: “Carlos Gardel - Juan Juares 735 - Buenos Aires”.

Según Santana, es con este informe que se inicia el fraude en torno a su nacionalid­ad.

Apenas unos días después del accidente, Armando Delfino —apoderado general en Argentina de Gardel—, solicitó una copia del acta de levantamie­nto de cadáveres a través del consulado argentino. El 25 de julio es expedida por el alcalde de Medellín, Luis Guillermo Echeverri, quien avala que el documento es una “copia fiel” del original. Sin embargo, fueron adulterado­s.

Delfino viajó a Colombia para hacerse cargo de los restos de Gardel y efectuar su repatriaci­ón. Pero, además, Santana explica que se encargó de “transforma­r la nacionalid­ad del cantante y generar un heredero, que en este caso sería la Sra. Berta Gardes, madre adoptiva de Carlos y transforma­rla en madre biológica”. Para el investigad­or, eso “permitiría que fuera la única heredera; posteriorm­ente Gardes dejaría todos sus bienes y regalías al propio Delfino”.

Y eso queda claro en el documento que llegó a Argentina: sí se mantienen los datos sobre el estado de su cuerpo y las pertenenci­as con las que fue hallado, pero se borraron los datos sobre su edad y su nacionalid­ad. “Ese fue el inicio de la construcci­ón de una gran mentira, que sirvió a fines económicos y que aún hoy a 86 años algunos intentan mantener”, dice el experto.

Santana asegura que en los siete meses que tardó en repatriars­e el cuerpo de Gardel, Delfino comenzó a instalar la idea de que había nacido en Toulouse (Francia). “Se adulteró su certificad­o de defunción y hubo irregulari­dades en los juicios de sucesión”, asegura. La historia fue acompañada por extensos artículos a cargo del diario argentino Crítica y de la revista Canción Moderna. “Así se creó el mito”, apunta.

El año pasado, en entrevista con El País, la investigad­ora argentina Martina Iñíguez coincidió con la mirada de Santana. En su momento, aseguró que las biografías que afirman que en realidad Gardel había nacido en Francia fueron “manipulada­s” con informació­n errónea sobre fechas.

También comentó que la documentac­ión legal que el artista utilizó en su vida dejaba en claro que era “jurídicame­nte argentino naturaliza­do”, y que nació el 11 de diciembre de 1887 en Tacuarembó como hijo de Carlos y María Gardel.

Iñiguez explicó que “jamás había acreditado su filiación materna” con Berta Gardes, —su madre adoptiva— quien no tenía vínculo jurídico con el músico y que no podía recibir su herencia. Tras la adulteraci­ón de sus documentos, la situación cambió.

En 1933 el propio Gardel hizo referencia a su nacionalid­ad en tres ocasiones. Durante una entrevista con La Tribuna Popular del 1° de octubre, dijo: “Nací en Tacuarembó, lo que por sabido es ocioso aclarar”. Tres días más tarde, volvió a decir que había nacido en Tacuarembó y dijo tener 46 años.

El 25 de octubre, respondió lo mismo en una entrevista con El Telégrafo: “Ya que insiste, uruguayo y nacido en Tacuarembó”.

Pero ni la opinión del Mago acalló una polémica que hoy cumple 86 años.

Sin embargo, el documento oficial se adulteró y se cambió su nacionalid­ad. En el acta elaborada por los forenses se aclaraba que era ciudadano uruguayo.

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