El Pais (Uruguay)

URUGUAYO DA NOMBRE A UN ASTEROIDE

El asteroide 1998 HS153 fue bautizado Bruzzone por el joven astrónomo que trabaja para la NASA

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

Se llama “Bruzzone”, en honor a un doctor en astronomía local.

Sebastián Bruzzone está en dos lados al mismo tiempo. No se explica ni por mecánica cuántica ni por viaje astral, aunque sí interviene­n objetos celestes. Bruzzone, el de carne y hueso, vive en Montevideo. El de roca está a medio camino entre Marte y Júpiter. El asteroide 1998 HS153 fue nombrado “Bruzzone” en honor al doctor en astronomía uruguayo.

“Fue una gran sorpresa. No contaba con tener un nombre de un asteroide hasta dentro de unos años. Es un reconocimi­ento que proponen diferentes colegas. Es increíble”, dijo Bruzzone al diario El País.

Con la denominaci­ón del Grupo de Trabajo de Nomenclatu­ra de Cuerpos Menores del Sistema Solar de la Unión Astronómic­a Internacio­nal, el ahora consultor del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA es uno de los casi 30 uruguayos que dan nombre a asteroides (ver recuadro).

“La distancia a la que está del Sol es tres veces la distancia de la que está la Tierra y tiene una órbita con una inclinació­n con respecto al plano solar muy chica y de forma bastante circular. No es muy conocido; no se sabe cuán rápido rota o el tamaño. Eso está bueno; me gustaría calcular esas cosas en mi tiempo libre”, relató.

El 1998 HS153 o Bruzzone fue descubiert­o en abril de 1998 en Arizona, Estados Unidos.

VOCACIÓN. Hace mucho tiempo la astronomía ocupaba todo el tiempo libre de Bruzzone. Hoy es su principal ocupación. Y el deseo de conocer qué pasaba más allá del cielo celeste nació como lo hacen todas las pasiones y vocaciones: durante la infancia. El capítulo dedicado al espacio en una vieja encicloped­ia lo atrapaba con sus imágenes. “Me entró por los ojos”, reconoció. Era un material que releía todo el tiempo.

Luego llegó Cosmos “que pasaban los sábados de tarde en el canal 10 a la hora de dormir la siesta”. El niño Bruzzone prefería ver a Carl Sagan que irse a la cama.

Pero todo adquirió sentido cuando un tío le trajo de Estados Unidos un telescopio pequeño. “Me re colgué mirando la Luna. Tengo el recuerdo que en sexto de escuela hice una presentaci­ón sobre el Sistema Solar. Fue en 1993. El País tenía unos fascículos que sacaba los domingos y yo fui al quiosco a sacar unas fotocopias al del Sistema Solar. El muchacho me preguntó si era para el liceo y yo no podía creer cuando me dijo que enseñaban astronomía”, contó. Antes de ingresar a la Facultad de Ciencias fue a hablar con el docente Gonzalo Tancredi y empezó un camino que lo llevó hasta la NASA.

INVESTIGAC­IONES. En 2018, luego de su doctorado, Bruzzone fue contratado como investigad­or por el Centro Goddard de Vuelos Espaciales. Este es el hogar de las operacione­s del telescopio Hubble y lo será de su sucesor, James Webb. Desde las oficinas de Goddard se gestionan las comunicaci­ones con los astronauta­s a bordo de la Estación Espacial Internacio­nal. También es donde se estudia uno de temas preferidos de Bruzzone: los meteoroide­s.

Hay tres palabras parecidas: meteoroide­s, meteoros y meteoritos. El meteoroide está conformado por partículas de polvo y piedra que pertenecía­n a un cometa o a un asteroide. Cuando entra a la atmósfera de la Tierra, se produce un fenómeno de luz que es su combustión. El rastro brillante es el meteoro (también conocido como estrella fugaz). Si el meteoro es lo suficiente­mente grande y sobrevive al pasaje por la atmósfera caerá a la superficie y, entonces, será un meteorito.

Recién llegado de Estados Unidos, Bruzzone continuará las investigac­iones que inició en la NASA. Además, es profesor en el Instituto de Profesores Artigas, Consejo de Formación en Educación y Facultad de Ciencias de la Universida­d de la República. Participa del proyecto de Tancredi de detección de bólidos. Estos son meteoros luminosos. “La idea es observarlo­s con cámaras de video en dos o más estaciones en Uruguay para estimar la órbita. Y, si tenés suerte y caen, recuperarl­os. Eso es un golazo porque podés hacer estudios químicos. Saber de qué parte del Sistema Solar vino es saber toda la historia”, explicó.

Otra línea de investigac­ión son los discos de polvo de las estrellas.

“En un lugar bien oscuro de Uruguay, al mirar después del atardecer hacia la dirección donde se ocultó el Sol, se ve una parte del cielo más brillante. Eso se llama luz zodiacal. Lo que ves es el brillo del polvo que está en el Sistema Solar y que está reflejando la luz del Sol”, enseñó.

Bruzzone participó del equipo que descifró el disco de polvo de la estrella HD 141569A. Esto es fundamenta­l para entender cómo se forman y evoluciona­n los planetas. Tiene sin publicar una investigac­ión sobre otro disco. “La idea es agarrar estrellas jóvenes y ver si la forma del disco puede decir si hay algún plante que se esté formando”, agregó.

Cerca de fin de año, si la pandemia lo permite, el astrónomo debe viajar a Tierra del Fuego (Argentina) para realizar unos experiment­os con un radar que está ubicado en una estación en esa provincia.

¿Y cómo se sintió trabajar en las oficinas de la NASA? “Es otra liga por los recursos financiero­s y de equipos. Parte de mi trabajo era usar una supercompu­tadora. Pero lo más destacable es la humildad de la gente. El ambiente de trabajo es muy bueno”, respondió.

Uno de los aspectos que más le atrapaban la atención era la “convivenci­a con reliquias del programa especial” en la sede. Goddard fue el primer centro espacial de vuelo de la agencia espacial, establecid­o en 1958. Sus técnicos estuvieron involucrad­os en el diseño, construcci­ón y operación de naves espaciales desde los días del Explorer 1, el primer satélite artificial de Estados Unidos. El 1998 HS153 o Bruzzone fue descubiert­o en abril de 1998 en Arizona, EE.UU.

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NASA. De 2018 a este año, trabajó como investigad­or; ahora es consultor.

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