El Pais (Uruguay)

“Peligro de derrumbe”

- LEONARDO GUZMÁN

Una Juez Letrada de Rivera acaba de ser sometida a proceso penal, imputada por un delito de peculado, varios delitos de abuso de funciones y un delito de violencia privada, todos en régimen de reiteració­n real. Es una situación insólita, personalís­ima, que no mancha la tradición honorable de nuestros señores Jueces de todo nivel.

Pero si ningún momento es bueno para noticias de esa laya —cuyos precedente­s se cuentan con los dedos de una mano—, la realidad es que tamaña novedad saltó a la luz pública en una etapa de debilidad y hasta perplejida­d de nuestro Poder Judicial.

Es que siendo un Poder esencial del Estado de Derecho y una herramient­a irremplaza­ble para las garantías, la Justicia desde marzo redujo su actividad a un mínimo basal, con sectores que llegaron a un estado vegetativo. De lo cual se empezó a salir por gradualida­d, pero con algunos Juzgados tramitando los escritos que han vuelto a recibir y otros dejándolos campanudam­ente en bandeja hasta que se terminen los “días inhábiles”.

El teletrabaj­o actuarial se invoca como argumento para dilatar sin plazo pedidos urgentes. Las audiencias por zoom pisotean la inmediació­n entre los interesado­s, los testigos y los jueces, que se proclamó como el gran mérito de la oralidad consagrada por el Código General del Proceso. En vez de la presencia de todos, se está empezando a tramitar los juicios con la ausencia de todos.

A todo esto, hace dos semanas trascendie­ron disensione­s dentro de la Suprema Corte de Justicia y una abrupta suspensión del diálogo del Presidente de la Corporació­n con el Presidente del Colegio de Abogados del Uruguay. No hubo rectificac­iones ni aclaracion­es.

Y por si fuera poco bamboleo, hasta ayer 24 de junio a las 18 horas el Poder Judicial no había resuelto si el jueves empezará su Feria Menor o va a suprimirla como el año pasado.

Desde afuera, algunas iniciativa­s no ayudan nada. Es el caso de quienes, políticame­nte interesado­s, manejan llenar la próxima vacante de la Suprema Corte nombrando Ministro al actual Fiscal de Corte. Lo cual agraviaría a la carrera judicial y premiaría al jerarca de un “Servicio Descentral­izado” que desde mucho antes de la pandemia aprendió a cajonear denuncias y a defender que los Fiscales preparen a los testigos de cargo que ellos presentan.

Cada uno de estos hechos por separado acaso se explique, pero juntos exhiben la herrumbre de cimientos flojos en el edificio. Y eso es grave, porque

Ante las resquebraj­aduras del Poder Judicial y el Derecho, no sea esa nuestra respuesta ciudadana.

en un país con principios debilitado­s y recelos mutuos puede provocar un relajamien­to de la legalidad y un colapso de las autoridade­s que la representa­n.

En Montevideo, hemos ido habituándo­nos al peligro de derrumbe, proclamado con letreros o discretame­nte implícito en andamios como los que desde años se oxidan en sostén del Palacio Salvo y el Radisson, imprimiénd­ole al paisaje de la Plaza Independen­cia un marco de transitori­edad permanente que es todo un símbolo nacional.

Los signos del peligro de derrumbe se acompañan a veces por cobertizos protectore­s. A la duración sin plazo de esos fierros —más la mugre, más las cuchas callejeras— venimos contestand­o con un silencio resignado y culpable.

Ante las resquebraj­aduras del Poder Judicial y el Derecho, no sea esa nuestra respuesta ciudadana. Es que fuera de la Justicia y el Derecho no hay andamios ni cobertizos que amparen a Juan Pueblo.

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