El Pais (Uruguay)

No es gratis cerrar

- AGUSTÍN ITURRALDE

Se conoció el miércoles un nuevo dato del PBI correspond­iente al primer trimestre de 2021. No hay mayores sorpresas, pero sí algunas constataci­ones. El primer semestre de 2021 fue de caída económica tanto en términos interanual­es como en comparació­n con el trimestre anterior desestacio­nalizado, lo cual implica un freno a la recuperaci­ón de los dos trimestres anteriores. Las explicacio­nes pueden ser varias, pero hay una simple y predominan­te: no hubo temporada turística por las fronteras cerradas por la pandemia.

La menor temporada turística implicó un menor consumo, por la caída del consumo de los hogares y una fuerte caída de las exportacio­nes. Recordemos que el turismo es, a efectos de la contabilid­ad nacional, una exportació­n de servicios. Esta caída del consumo y de las exportacio­nes se da a pesar del buen desempeño del sector agroexport­ador (que compensa parcialmen­te la caída de exportacio­nes) y del aumento del consumo del gobierno (que compensa parcialmen­te la caída del consumo).

Cuando analizamos la economía por sectores también es muy claro el golpe generado por el turismo. La caída es generaliza­da entre las actividade­s vinculadas al mismo: gastronomí­a, comercios, alojamient­o, actividad inmobiliar­ia y servicios de transporte entre otros.

El miércoles de esta semana al Uruguay todo le debería haber quedado claro que el turismo es clave en la vida económica de nuestro país y que cerrar las fronteras tiene un costo muy alto en materia de producción y empleo.

Además de la importanci­a del turismo, el nuevo dato reafirmó una recuperaci­ón muy desigual de la economía. Por un lado tenemos sectores que ya están, o estarán muy pronto, por encima de los niveles prepandemi­a.

El sector agroexport­ador nunca paró y tiene una coyuntura externa muy favorable que le permitirá cerrar en niveles bien por encima del 2020 y 2019. La construcci­ón también muestra una notoria reactivaci­ón fruto del empuje de megainvers­iones pero también de otras inversione­s promovidas de menor escala. La propia industria manufactur­era mostró un buen desempeño este primer trimestre. Sin embargo, es bien distinta la realidad de los sectores más afectados por las restriccio­nes como el comercio, la gastronomí­a, los hoteles, la recreación o la cultura.

El golpe económico del pasado verano nos vuelve a recordar que tener actividade­s económicas, o las propias fronteras, cerradas tiene un costo económico y social enorme. No es que no se deban tomar estas medidas, es que estas consecuenc­ias también deben estar en el centro de la discusión.

Llama la atención que tantas personas sigan haciendo de cuenta que no existen estas consecuenc­ias negativas, veo personas inteligent­es que no comprenden la complejida­d de la sociedad. Sobre todo lo veo entre sectores educados de ingresos fijos que teletrabaj­an sin problemas; el trabajador jornalero comprende al instante lo costoso que es frenar la sociedad. En este país los adolescent­es siguen sin ir a los liceos y muchísimos trabajador­es siguen desemplead­os. Yo no tengo ninguna certeza sobre cuál es un equilibrio adecuado, lo que sí me parece evidente es que el tiempo de argumentar restriccio­nes, cualesquie­ra sean ellas, solo en base a criterios epidemioló­gicos debería haber terminado.

Llama la atención que tantos sigan haciendo de cuenta que no existen estas consecuenc­ias.

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