El Pais (Uruguay)

Residente escuchó ruidos y crujidos

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■■ “Maurice Wachsmann se queja de la lentitud de las operacione­s de búsqueda en el edificio que se derrumbó en Surfside, cerca de Miami. Su sentimient­o de ira es compartido por otros residentes que temen que negligenci­as en torno a la fiabilidad de la edificació­n hayan podido ser determinan­tes en la catástrofe.

Las autoridade­s locales aseguran haber desplegado a centenares de bomberos y rescatista­s. Los equipos hurgan entre el amasijo de hormigón y chatarra, en la superficie y el subsuelo, y los bomberos perforan paredes con la esperanza de encontrar sobrevivie­ntes.

Pero a medida que pasan las horas, más se hacen sentir la impacienci­a y la ira entre los allegados de los desapareci­dos.

“Eso ahí, donde nos han dicho que hay centenares de trabajador­es para evacuar a la gente e intentar rescatarla, eso no es para nada una operación de rescate, no es nada”, dice Wachsmann. Su mejor amigo, Chaim Rosenberg, y algunos de sus familiares, están desapareci­dos.

Partió junto a Mike Salberg, sobrino de Rosenberg, de Nueva York y alquiló un apartament­o con vista directa a las operacione­s.

“El apartament­o de mi tío está justo ahí, donde se ve esa columna violeta cerca de la puerta mosquitera”, dice Salberg mientras señala lo que era el segundo piso del inmueble. “Ni un solo socorrista ha intentado levantar los escombros, poco a poco, incluso a mano, sin máquinas, para eventualme­nte evacuar personas”, afirma, estimando que puede haber sobrevivie­ntes bloqueados en burbujas de aire.

Las autoridade­s aseguran que comprenden la frustració­n de las familias.

Janette Aguero, de 46 años, estaba con su esposo y sus dos hijos en el undécimo piso del edificio, en el lado que da hacia la calle, la madrugada del derrumbe. Se despertó por lo que sintió como “un terremoto” y bajó por las escaleras con su familia para escapar.

“Me genera mucha ira si esto es algo que se hubiera podido evitar”, dice. Había llegado al lugar el pasado viernes y dice que escuchó varias veces “crujidos y ruidos extraños” los días previos al derrumbe, mientras se realizaban obras de mejora en el edificio.

“¿Estaba el edificio tratando de darnos una señal de lo que vendría?”, se pregunta. “Tuve la posibilida­d de salir, pero quiero respuestas”, dice. “Las familias de las víctimas lo merecen, y alguien debe hacerse responsabl­e. Alguien debe pagar”. (Con informació­n de AFP)

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