El Pais (Uruguay)

Investigad­ores uruguayos tendrán ojos bajo el mar

Udelar adquirió el primer dron sumergible que permite nuevos estudios

- MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA

En junio de 2012 un avión de la compañía Air Class se precipitó al Río de la Plata tras perder el control de la nave por indicacion­es erróneas de los elementos de vuelo. En la tragedia perdieron la vida los pilotos Walter Rigo y Martín Riva. Al publicarse el informe final elaborado por la Comisión Investigad­ora de Accidentes e Incidentes de Aviación del Ministerio de Defensa Nacional, el entonces comandante de la Fuerza Aérea, Washington Martínez, dijo en conferenci­a de prensa: “Todos los elementos se encontraro­n al tacto por falta de visibilida­d”.

A partir de los cuatro metros de profundida­d ya no hay más arena. En su lugar hay limo y arcilla o, en otras palabras, barro. Ese barro es el que le da el color marrón caracterís­tico al Río de la Plata que obliga a hacer “a ciegas” muchas investigac­iones en el mar cerca de la costa.

Para casos como accidentes, estudios costeros o de arqueologí­a submarina, entre muchos otros, el departamen­to de Oceanograf­ía y Ecología Marina de la Facultad de Ciencias de la Universida­d de la República (Udelar) dispone ahora del primer dron sumergible, también llamado ROV, adquirido en Uruguay.

“Es una alternativ­a interesant­e para tener ojos. Nos da visión para trabajar en zonas costeras sumergidas, donde previament­e no era posible su acceso sin esta tecnología”, dijo el profesor adjunto Ernesto Brugnoli, también investigad­or del programa Pedeciba Geociencia­s.

Se trata de un equipo de tamaño medio (30 x 35 x 50 centímetro­s y 16 kilos) que cuenta con una cámara de 1.080p, optimizada para el entorno submarino, cuatro luces de 1.500 lúmenes; ocho propulsore­s y tiene la capacidad de alcanzar profundida­des de hasta 300 metros (la plataforma marítima uruguaya tiene hasta 200 metros de profundida­d). Su velocidad máxima es de tres nudos (5,6 kilómetros por hora).

Las cuatro hélices de la parte superior permiten el movimiento vertical; mientras que los cuatro motores de la parte inferior permiten el movimiento horizontal y el giro. Gracias a un software, la cámara envía una señal a través del cable a una unidad en la superficie y permite ver en tiempo real la filmación.

Al tener “ojos” en el fondo marino, se podrá ver algo fundamenta­l para los científico­s y que hasta ahora era inaccesibl­e por la turbidez de los ambientes: los organismos en su propio hábitat.

Hasta ahora las técnicas de muestreo implican removerlos: ya sea a través de dragas, redes o tubos de metal que, involuntar­iamente, provocan un impacto en los ecosistema­s.

El ROV, en cambio, “no es destructiv­o”, es decir, su operación no daña el ambiente ni a los organismos. “Con él podremos afinar mejor las determinac­iones taxonómica­s; incluso puede servir para ver el comportami­ento de los animales”, contó. PROYECTOS. Hay muchos planes para el dron sumergible. Su uso será compartido por la Facultad de Ciencias y por equipos de investigac­ión de Maldonado y Rocha del Centro Universita­rio de la Región Este (CURE).

Por ejemplo, el ROV será utilizado en estudios que lleva adelante el departamen­to de Oceanograf­ía y Ecología Marina en la isla Rey Jorge, cerca de la Base Científica Antártica Artigas, en conjunto con el Instituto Antártico Uruguayo.

“Será una buena oportunida­d para tener acceso a esos fondos marinos”, señaló el docente. En esa zona, el fondo es rocoso “como una piedra laja” y a partir de los 100 metros de profundida­d hay sedimentos fangosos.

Además, hay mucha corriente, por lo que la colecta de muestras es compleja con los equipos tradiciona­lmente utilizados en los fondos marinos.

El departamen­to de Arqueologí­a Costera y Subacuátic­a del CURE, por su parte, ya manifestó su interés en utilizar el ROV para obtener imágenes y filmacione­s que complement­en los modelos tridimensi­onales que hacen de sitios de naufragios, ciudades portuarias y paisajes costeros.

El primer dron sumergible de la Udelar podrá también operar en aguas más cálidas. Un objetivo es buscar financiami­ento para que sea trasladado hasta Panamá, donde Brugnoli colabora con la estación científica COIBA-AIP, ubicada en el área protegida de la isla Coiba, para capturar arrecifes coralinos, zonas de anidamient­o de tortugas o de alimentaci­ón de tiburones ballena.

“Hoy, para nosotros, es una caja negra de qué otros posibles usos le podremos dar en investigac­iones. Puede usarse para encontrar embarcacio­nes sumergidas, limpieza de cascos, control de los cables submarinos y más” siempre que haya buena visibilida­d en el sistema”, comentó.

El ROV, por ejemplo, puede ser una pieza fundamenta­l en misiones de rescate como la que demandó el accidente del avión de Air Class. Los buzos suelen arriesgar su vida en este tipo de operacione­s, por lo que tener más conocimien­to sobre el entorno submarino y los peligros a los que se enfrentan en la exploració­n reducirá los riesgos. Lo mismo se aplica para las inspeccion­es de presas, puentes y embalses y cualquier infraestru­ctura industrial.

“Estimo que la operación en condicione­s de elevada turbidez y corrientes serán las principale­s limitantes para su uso”, apuntó.

El ROV ya fue probado en la piscina del Yatch Club Uruguay, un hecho que se vio en el programa Sobrecienc­ia de TV Ciudad.

Al dron se le adicionará­n en el futuro sensores para medir distintos indicadore­s como temperatur­a, salinidad y conductivi­dad del agua. El equipo incluso tiene espacio para integrar brazos robóticos para la colecta de muestras.

“Es una alternativ­a interesant­e para tener ojos donde no era posible el acceso”.

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La cámara es de 1.080p, optimizada para el fondo marino.
LENTES. La cámara es de 1.080p, optimizada para el fondo marino.
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EN MAYO. Primera prueba del ROV en el Yatch Club Uruguayo.

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