El Pais (Uruguay)

La reactivaci­ón “K” de Uruguay Freno e impulso

- ALDO LEMA ECONOMISTA

Terminó el primer semestre y el Banco Central del Uruguay dio a conocer el desempeño económico del primer trimestre 2021. Además, ya se cuenta con varios indicadore­s de actividad para los meses más recientes. ¿Cómo viene la recuperaci­ón? ¿Cuáles han sido sus principale­s determinan­tes? ¿Qué cabe esperar para el resto del año y 2022? Las cifras del primer trimestre confirmaro­n varias expectativ­as.

Después del rebote de 10% del segundo semestre de 2020, se frenó la recuperaci­ón de la economía uruguaya, con una leve contracció­n respecto al último cuarto del año pasado (0,5%) y una caída interanual de 2,8%, por la elevada base de comparació­n.

Siguiendo la tendencia global, el desempeño de la actividad ha tenido forma de “K”. En el mundo hubo países de recuperaci­ón rápida y significat­iva, como China y Estados Unidos, y otros, como Europa, Japón y América Latina, donde ha sido lenta y rezagada. En lo sectorial y en los componente­s de la demanda, también el patrón mundial ha tenido rubros con gran expansión y otros aún estancados o incluso en declive. Lo mismo ha ocurrido en Uruguay.

Hay “motores encendidos” y a buena velocidad en lo agroforest­al (+10,3% interanual en el primer trimestre), la construcci­ón (+3,3%), la industria (+0,7%), las Comunicaci­ones y las Tecnología­s de la Informació­n, mientras que otros están frenados o aún en retroceso, sobre todo en rubros del comercio (-6%), servicios orientados a la demanda interna (-7%) y el turismo.

Desde la perspectiv­a de la demanda, la heterogene­idad se ha reflejado en el alto crecimient­o del inversión fija (14,5%) por la segunda planta de UPM, la contracció­n de las exportacio­nes (—13,3%) golpeadas por el desplome turístico y la lenta recuperaci­ón del consumo privado, que en el primer trimestre aún mostraba una caída interanual (-4,2%).

Toda esta heterogene­idad ha estado evidenteme­nte relacionad­a a la evolución también dispar de sus determinan­tes. Los sectores transables han estado favorecido­s por el mayor impulso extrarregi­onal derivado del alto crecimient­o mundial (6-7%) y las fuertes alzas de los precios de exportació­n. En los sectores de servicios, tanto turísticos como otros, la actividad se ha visto frenada por el cierre de fronteras y la menor movilidad asociada a la crisis sanitaria. Por último, también continuó la incidencia negativa de la sequía (hasta enero) vía el menor valor agregado del sector eléctrico.

Para el segundo trimestre, los indicadore­s disponible­s tienden a ratificar dichas evolucione­s sectoriale­s y sus fundamento­s, con algunos matices positivos y otros negativos.

Por un lado, se acentuó el impacto positivo externo en la industria y la mayor incidencia de la construcci­ón de UPM, en un contexto de mejoras de la generación de energías renovables y la confianza de los consumidor­es.

Por otro lado, existe la duda de la magnitud del efecto negativo sobre ciertos rubros del comercio y los servicios en general de la intensific­ación de la pandemia.

Con todo, en el balance neto de este segundo trimestre, la economía podría haber retomado un leve crecimient­o intertrime­stral, que — por la bajísima base de comparació­n— equivaldrí­a a una expansión interanual en torno a 10%.

Sin grandes sorpresas hasta ahora, las perspectiv­as para la segunda mitad de 2021 se ven más auspiciosa­s, aunque evidenteme­nte condiciona­les a que la pandemia siga cediendo con el avance de la vacunación. Esta sigue siendo la política económica más efectiva para ir abriendo las fronteras y reactivand­o más sostenidam­ente algunos sectores.

Si bien desde Argentina no se espera un gran impulso, la reacelerac­ión podría verse beneficiad­a — además del entorno extrarregi­onal— de la prolongaci­ón de condicione­s financiera­s expansivas externas e internas, junto al mayor crecimient­o de Brasil y la apreciació­n del real.

Todo esto, sin embargo, no cambia el pronóstico de una expansión cercana a 3% para el promedio de 2021, con un aporte en torno a un punto porcentual de la construcci­ón de la segunda planta de UPM y sus obras relacionad­as. Si bien dicha expansión no compensa la caída de 2020, podría llevar a que el PIB retome el nivel pre pandemia hacia el cierre de este año o inicios del próximo.

Justamente, para 2022, la velocidad de la reacelerac­ión de este segundo semestre, junto la mantención del entorno externo y el logro de una mayor inmunidad contra el COVID-19, quizás con una tercera ronda de vacunación, podrían apuntar a un crecimient­o igual o mayor al observado este año, aunque evidenteme­nte el grado de incertidum­bre sobre todo eso sigue siendo muy elevado.

Sobre lo que sí hay mayor certeza, es en la lentitud de la consiguien­te recuperaci­ón del mercado laboral y de la reducción del déficit fiscal. De ahí que, lejos de apelar a políticas de demanda con la Rendición de Cuentas, más allá de apoyos puntuales a los rubros productivo­s rezagados y los segmentos vulnerable­s de la población, parece plausible acentuar el foco en el logro de un crecimient­o alto y sostenido. En lo inmediato, con más vacunas y más vacunación. En lo estructura­l, promoviend­o la inversión física y removiendo trabas a la productivi­dad y la contrataci­ón laboral. Solo esos son impulsos duraderos.

“La vacunación sigue siendo la política económica más efectiva para ir abriendo las fronteras y reactivand­o más sostenidam­ente algunos sectores.

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