La mitad cambió hábitos para bien y mal
Un 50% de las personas de hogares con ingresos medios y altos confesaron haber cambiado su alimentación desde que se detectaron los primeros casos de la COVID-19 en Uruguay, según un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de la República y el Mides en mayo de 2020. El cambio más mencionado fue el aumento del consumo de comida casera, seguido por las harinas, arroz, fideos y otros cereales, y el aumento de la cantidad consumida. El estudio se realizó en forma online con 891 participantes reclutados a través de Facebook e Instagram, con edades entre 18 y 64 años.
El 58% dijo haber incrementado la elaboración de alimentos en el hogar y 65% disminuyó la frecuencia de consumo de comidas elaboradas fuera. El 32% indicó consumir más cantidad de alimentos y bebidas que antes, y 27% comer con más frecuencia que antes. Las preparaciones más cocinadas resultaron las comidas de olla, las preparaciones a base de carne/pollo/cerdo y las tortas dulces/galletas/alfajores caseros. Un 29% dijo que sus habilidades culinarias aumentaron. Cerca de la mitad reportó haber aumentado el consumo de tortas, galletas, panes y pizzas hechas en casa. En cuanto a las frutas y verduras, 26% las consumió más y 13% menos. Los principales motivos a los que atribuyeron los cambios en la alimentación fueron las modificaciones en la rutina en el hogar y la disponibilidad de tiempo. El 44% consideró que los cambios fueron “mayormente positivos” y el 35% “mayormente negativos”. Estos últimos responsabilizaron a la ansiedad, el estrés y el aburrimiento generados por el distanciamiento social. El estudio recomienda implementar estrategias para desterrar los cambios negativos e incorporar los positivos, y extender la exploración a la población de bajos ingresos.