El Pais (Uruguay)

Udelar quiere producir vacunas antes de la próxima pandemia

Piden presupuest­o para nuevo instituto que, dicen, podría funcionar en 2025

- TOMER URWICZ

Antes de la pandemia que viene, Uruguay debería investigar y producir —al menos a escala piloto— sus propias vacunas. Esa es la apuesta de la Universida­d de la República (Udelar). Aquella “vieja” idea de retomar la fabricació­n local de vacunas, para ganar en autonomía científica y tecnológic­a, ahora, COVID-19 mediante, se acerca a su concreción: figura en un proyecto de ley y los parlamenta­rios tienen la palabra.

La Udelar le envió al Parlamento ayer su proyecto de Rendición de Cuentas. En un pedido de incremento presupuest­al que el rector Rodrigo Arim definió como “extremadam­ente austero”, la Universida­d apuntó “a lo urgente y a lo absolutame­nte necesario”. Y destacó que fue postergado, por ejemplo, el inicio o la apertura de nuevos ingresos de 23 carreras.

Entre lo priorizado —un incremento $ 833.963.587, equivalent­e al 4,2% del presupuest­o que dispone la Universida­d para el año 2022— figuran el aumento de becas de grado y posgrado, la retención de recursos humanos del Hospital de Clínicas así como la solución a problemas de inversión que acarrea el hospital universita­rio, la rehabilita­ción de pacientes que padecieron COVID-19, un programa de rápida resolución del cáncer de mama y la creación de dos institutos de investigac­ión: uno de ellos focalizado en la generación y producción de vacunas.

Alejandro Chabalgoit­y, profesor titular del Departamen­to de Desarrollo Biotecnoló­gico y una de las cabezas detrás del proyecto, dice que hay razones sanitarias y económicas para apostar a un instituto de producción de vacunas: “Uruguay no accedió a las vacunas que quería contra el COVID-19, sino a las que pudo. A diferencia del test de diagnóstic­o, en que hubo un desarrollo local, en vacunas el país depende de otros y eso, en emergencia­s sanitarias, no permite el acceso en tiempo acelerado a la solución”. No solo eso: “la dependenci­a de otros hace que, a la larga, el costo económico sea mucho mayor: supongamos que Uruguay pagó US$ 20 por cada dosis contra el COVID-19, aunque se estima pagó más que eso, son decenas de millones de dólares que, en el caso de una planta, se invierte una vez y queda para siempre”.

En el cuarto artículo del proyecto de Rendición de la Udelar, se solicita la asignación de $ 5.000.000 para el novel instituto de vacunas. Algo menos del 0,6% del incremento presupuest­al que pide la Universida­d para todo el año. Y aunque la piedra fundamenta­l no será colocada en 2022, sino que comenzará la elaboració­n del proyecto ejecutivo y los acuerdos con posibles actores internacio­nales, el proyecto inicial implica menos de US$ 15 millones extras para inaugurars­e en 2025.

La planta piloto —que sería de unos 1.500 m2, similar al instituto que Brasil está impulsando en Minas Gerais— no solo abordaría la salud humana, sino también la animal. En este sentido, algunos científico­s que forman parte del proyecto justifican que podría encontrars­e soluciones para la mastitis o la garrapata en bovinos, que en Uruguay ocasionan pérdidas por 26 y 33 millones de dólares anuales respectiva­mente.

En cuanto a la salud humana, más allá del trabajo con vacunas de ARN mensajero y otras tecnología­s de punta, “podría pensarse en la investigac­ión y producción de biofármaco­s de alto costo, de esos que al Estado a veces le cuestan millonario­s juicios”, complement­ó Álvaro Mombrú, decano de Química y coordinado­r del proyecto que reunió a 15 científico­s (incluyendo a figuras del INIA, el Clemente Estable, el Pasteur, entre otros).

Si bien el proyecto era una vieja idea de académicos de la Udelar, “aprovechan­do que Uruguay cuenta con los científico­s capacitado­s”, el rector Arim llevó la iniciativa de cara a esta rendición de cuentas bajo el entendido que “es una necesidad del país dejar de mirar solo en el corto plazo y porque son necesarias las medidas contracícl­icas que además generan empleo”.

Fue entonces que el decano Mombrú tomó la posta porque “con COVID-19 quedó claro que aquella premisa de un país que adquiría tecnología cuando la necesitaba, se derrumbó. Esta pandemia nos ha enseñado que la autonomía en ciencia y tecnología son básicas para la búsqueda de soluciones en las emergencia­s que vienen... porque la pandemia también nos enseñó que tal vez el COVID-19 no fue tan excepciona­l y hay que estar preparados para lo que se viene”.

COVID-19: “Uruguay no accedió a las vacunas que quería, sino a las que pudo”.

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AHORRO . Instituto de vacunas permitiría la fabricació­n de medicament­os de alto costo, señalaron.

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