Segundo tiempo
Ayer se cumplieron 16 meses del nuevo gobierno, y también de la nueva oposición. Hay buenas razones para pensar que el marco político de los próximos meses será bien distinto a lo vivido en los anteriores.
Estos 16 meses estuvieron marcados por un tema excluyente que no hace falta ni mencionar. La gestión del gobierno, la agenda pública, los recursos económicos y la energía política estuvieron focalizados ahí. Esto corre tanto para el gobierno como para la oposición.
El gobierno parece salir con cierto aire de la prueba. Luego de unos meses muy complicados sanitariamente la situación parece controlarse y los números acumulados sitúan a Uruguay en la mitad de tabla del mundo y entre los mejores de la región. Al mismo tiempo logró mantener un discurso consistente y respaldado por la opinión pública sobre la forma de gestionar la pandemia.
La oposición también cumplió 16 meses, su línea política parece menos clara. Como suele pasar cuando hay un nuevo y popular gobierno es difícil no bailar al ritmo de este. Hubo dos grandes intentos de confrontar políticamente con el gobierno: la gestión de la pandemia y la LUC. En el primero sus posiciones no fueron del todo consistentes en el tiempo y no parece haber encontrado mucho eco en la gente.
En el segundo estamos por confirmar el éxito o fracaso de la misma, si el 9 de julio no se obtienen las firmas el Frente Amplio se verá derrotado en las dos principales batallas políticas que propuso.
¿Qué podemos esperar para este segundo tiempo pospandemia (y probablemente pos LUC? Desde el oficialismo surgirá la necesidad de seguir dominando la agenda pública en un escenario distinto y menos focalizado. El principal desafío será priorizar y concretar la agenda de reformas que el nuevo gobierno trajo. Personalmente creo que la agenda pro competitividad, que ha estado presente pero con poco protagonismo por culpa del covid, deberá subir en la lista de prioridades. Concretar mejoras en la regulación de algunos mercados (energías, trabajo), reducir los costos logísticos, acelerar la transformación educativa, y consolidar la macroeconomía son algunas partes de este macrobjetivo. No hay casi ninguna cosa tan importante, no hay ninguna posibilidad que Uruguay sostenga niveles elevados de bienestar material sin mejoras sustantivas de productividad.
El Frente Amplio tiene para este segundo tiempo dos desafíos centrales. En primer lugar, encontrar una línea discursiva clara y ser consistente en la misma. Hay temas caros para la izquierda en los que se puede buscar ideas, la atención a la primera infancia y el combate a la fragmentación territorial son dos dramas del Uruguay en los que hay mucho para decir y hacer. El segundo desafío es de liderazgos, la salida de escena de los referentes históricos no parece terminar de relevarse. Los intendentes de Montevideo y Canelones son los interlocutores con mayor peso propio que enfrenta el gobierno, pero no parecen hablar en nombre de todo el Frente Amplio.
Si se confirma que la pandemia está bajo control y que fracasa el referéndum contra la LUC se abre un nuevo tiempo político. Los dos grandes bloques deberán enfrentarse a una realidad distinta a los 16 meses anteriores. Este partido tendrá más de dos tiempos y falta mucho para definirse.
Si se confirma que la pandemia está bajo control, se abre un nuevo tiempo político.