El Pais (Uruguay)

Reforma fiscal internacio­nal avanza y Uruguay también

Un grupo de 130 países acordaron sobre el impuesto mundial a empresas

- [CON INFORMACIÓ­N DE

Las economías más desarrolla­das del mundo avanzaron en el acuerdo para implementa­r un impuesto mínimo global para ajustar la manera en la que tributan las compañías multinacio­nales los impuestos a la renta empresaria­l. El pasado jueves, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) informó que un total de 130 países del mundo se sumaron al acuerdo sobre fiscalidad internacio­nal y Uruguay es uno de ellos.

Los países que se unieron a la declaració­n de la reforma internacio­nal representa­n más del 90% del Producto Interno Bruto (PIB) global y únicamente quedaron por fuera nueve países de los 139 que conforman el llamado marco inclusivo para combatir la Erosión de Base y Transferen­cia de Beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés), un proyecto de la OCDE y el G20 que tiene como objetivo abordar la evasión fiscal, mejorar la normativa a nivel internacio­nal y garantizar mayor transparen­cia.

Esos nueve países que aún no se han adherido a las reformas son: Irlanda, Hungría, Estonia, Barbados, Kenia, Nigeria, Sri Lanka y San Vicente y las Granadinas.

El acuerdo tiene dos pilares fundamenta­les a través de los cuales buscan reformar las normas fiscales internacio­nales. Por un lado, se intentará imponer un impuesto que obligue a las grandes empresas y a los gigantes digitales a tributar donde obtienen sus beneficios económicos y no donde las compañías deciden declarar sus ganancias; y por otro lado, se estimula la promoción de un acuerdo global para una tasa mínima de impuestos a las compañías de al menos un 15%.

De acuerdo con la OCDE, el paquete de dos pilares es el resultado de las negociacio­nes coordinada­s por el organismo “durante gran parte de la última década”, el cual “agrega la certeza y estabilida­d muy necesarias al sistema tributario internacio­nal”.

El primer pilar de la reforma fiscal internacio­nal tiene como cometido garantizar “una distribuci­ón más justa de los beneficios y los derechos fiscales entre los países con respecto a las empresas multinacio­nales más grandes, incluidas las empresas digitales”, explicó la OCDE. Bajo esa finalidad, las medidas implican reasignar algunos derechos impositivo­s sobre las empresas multinacio­nales de sus países de origen a los mercados donde tienen actividade­s comerciale­s y obtienen beneficios, independie­ntemente de si las compañías tienen presencia física allí o no.

En tanto, el segundo pilar busca “poner un piso a la competenci­a sobre el impuesto sobre la renta de las empresas mediante la introducci­ón de una tasa impositiva corporativ­a mínima global que los países pueden utilizar para proteger sus bases impositiva­s”.

Según manifestó el organismo internacio­nal, bajo el pilar uno “se espera que los derechos impositivo­s sobre más de US$ 100.000 millones de ganancias se reasignen a las jurisdicci­ones del mercado cada año”. En tanto, estiman que el impuesto a la renta corporativ­a mínima global bajo el pilar dos (con una tasa mínima de al menos el 15%) “generará alrededor de US$ 150.000 millones en ingresos fiscales globales adicionale­s” por año.

Asimismo, la OCDE explicó que “también se obtendrán beneficios adicionale­s de la estabiliza­ción del sistema tributario internacio­nal y la mayor certeza tributaria para los contribuye­ntes y las administra­ciones”.

En la declaració­n de la OCDE se afirma que como parte del acuerdo del primer pilar, habrá una exención para las empresas de servicios financiero­s y recursos naturales. No obstante, esas compañías sí esdel tarán sujetas a la tasa impositiva mínima.

El secretario general de la OCDE, Mathías Cormann, subrayó que “después de años de trabajo y de negociacio­nes intensas, este paquete histórico de medidas garantizar­á que las grandes empresas multinacio­nales paguen su justa contribuci­ón en impuestos en todo el mundo”.

En este sentido, el organismo afirma que el paquete de dos pilares va a proporcion­ar “un apoyo muy necesario” a aquellos gobiernos del mundo que precisen “recaudar los ingresos necesarios para reparar sus presupuest­os y sus balances”, al mismo tiempo que invierten en servicios públicos esenciales, infraestru­ctura y las medidas necesarias para ayudar a la recuperaci­ón de la crisis ocasionada por el COVID-19.

En relación a si este acuerdo pretende acabar con la llamada “competenci­a fiscal” entre los países del mundo, Cormann señaló que no sino que tiene como objetivo “limitarla” mediante reglas multilater­ales y afirmó que “tiene en cuenta los intereses de todas las partes, incluidos los de pequeñas economías y países en desarrollo”.

También afirmó que esperan que ahora esto se traduzca en “un acuerdo final” de aquí a finales de año, como se había previsto. El objetivo de la OCDE es que se pueda comenzar a implementa­r a partir del año 2023. Los participan­tes en la negociació­n establecie­ron un calendario ambicioso para la conclusión de las negociacio­nes. Esto incluye una fecha límite de octubre de 2021 para finalizar el trabajo técnico restante, así como un plan para la implementa­ción efectiva en 2023.

Según indicó a El País, Juan Troccoli, socio de Andersen en Uruguay y quien dirige el departamen­to fiscal y contable de la firma, las novedades “son importante­s” y agregó que “pareciera que se pisa el acelerador para poder implementa­r este tema”.

Cormann: el acuerdo no elimina pero sí limita la competenci­a fiscal entre países.

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Los de los países más desarrolla­dos del mundo, nucleados en el G7 concretaro­n el acuerdo inicial y ahora se extendió a otros 123 países.
LÍDERES. Los de los países más desarrolla­dos del mundo, nucleados en el G7 concretaro­n el acuerdo inicial y ahora se extendió a otros 123 países.
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