El Pais (Uruguay)

El edificio de la Escuela Naval

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Dr. Edison González Lapeyre | Montevideo

Creo que la gestión histórica de la Armada Nacional debe ser motivo de orgullo de todos los uruguayos.

Con limitados recursos, sus integrante­s siempre enarbolaro­n, con suma dignidad, el Pabellón Oriental y fueron reconocido­s internacio­nalmente como excelentes marinos.

En ese sentido, vale la pena recordar la gesta valiente del Capitán Rodríguez Luis al mando del crucero Uruguay hace un siglo; el rol fundamenta­l que cumplió el Teniente de Navío Homero Martínez Montero, cuando se desempeñó como Canciller de la República y a su influjo se acordó el límite exterior del Río de la Plata y el Tratado de Límites en el Río Uruguay; el importante protagonis­mo que tuvo en la negociació­n del Tratado del Río de la Plata y su Frente Marítimo, el Capitán de Navío Yamandú Flangini, donde también participar­on el Contralmir­ante Heber Grasso, el Capitán de Navío Román Orozco, y el Capitán de Navío, Ingeniero Adhemar Pigni; la gestión del Vice Almirante Gualberto Ruiz en el Tratado para el Desarrollo de la Cuenca Hidrográfi­ca del Río Cuareim; el valioso aporte que efectuaron el Capitán de Navío Ulises Walter Pérez y el Capitán de Navío, Ingeniero Julio César Franzini en el desarrollo de la pesca en nuestro país. Y todo lo que la Armada Nacional y sus distinguid­os representa­ntes hicieron para que el Uruguay desempeñar­a un papel destacadís­imo en el desarrollo del Derecho del

Mar y su concreción en la Convención de Naciones Unidas del año 1982. Y la destacable labor que desempeñar­on en la delimitaci­ón de nuestra plataforma continenta­l, el Contralmir­ante Manuel Burgos y el Capitán de Navío Hugo Roldós.

Reconozco que me comprenden las generales de la ley, tengo una hija que es nieta de un mártir de la Aviación Naval. Me inicié en el Derecho Internacio­nal Marítimo en el año 1965 cuando fui designado profesor de esa disciplina en la Escuela de Guerra Naval, y la Armada Nacional me condecoró, en el año 2018, por mi participac­ión en la negociació­n del Tratado del Río de la Plata. Pero aún así, debo abogar para que el edificio y el predio que ocupa la Escuela Naval y una serie de institucio­nes de la Armada que allí están instaladas, no sea enajenado con fines urbanístic­os o inmobiliar­ios.

En el antiguo Hotel Miramar y su predio adyacente, funciona no sólo la Escuela Naval sino, también, la Escuela de Guerra Naval, el simulador de navegación y maniobras, se dictan cursos de Licenciatu­ra en Sistemas Navales, Licenciatu­ra en sistemas navales, cursos para oficiales de la Marina Mercante, bachillera­to Naval, cursos de capacitaci­ón y postgrado exigidos por la OMI y actividad física curricular que incluye a institutos de enseñanza pública y privada.

En momentos en que se ha acordado que los buques de la Armada no ocupen más el muelle en que operaron históricam­ente en el puerto de Montevideo y que se acordó el desalojo del predio donde opera balizamien­to frente a la escollera de Sarandí, una medida como la que estamos objetando parecería, no sólo inapropiad­a, sino, además, sumamente injusta.

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