Un disco oculto de la música uruguaya que vuelve a sonar en vinilo
“Estados de ánimo” se publicó en 1990 en vinilo y cassette, y apenas tuvo una tirada de 300 copias. Gracias al interés de DJS y coleccionistas de todo el mundo, el único álbum de Hugo Jasa fue reeditado.
Cuando Hugo Jasa recibió el mail de un DJ francés que le pedía una copia de Estados
de ánimo, el álbum que lanzó en 1990, creyó que se trataba de una broma pesada. Era entendible. Habían pasado 18 años del lanzamiento de su único álbum solista y en su momento no había pasado nada. Es más, el sello Ayuí / Tacuabé solo había editado 300 copias en vinilo y en cassette, y jamás se había reeditado. Sin dudas, era que raro.
“Me sorprendió muchísimo”, le comenta a El País.
Jasa, que hasta hoy se dedica a los jingles publicitarios y que durante años trabajó como técnico de sonido en el mítico estudio La Batuta, ni siquiera tenía el máster de su disco. “En esa época se regrababa todo el tiempo; vos hacías algo y después venía Jaime Roos o Fernando Cabrera y usaban la misma cinta”, relata. Pero lo que el músico sí tenía era una copia en MP3 que había digitalizado del único vinilo que guardaba de aquella época.
Se lo mandó al DJ y pensó que ese interés no iba a pasar de lo anecdótico. Pero, en cuestión de meses, se volvió costumbre: le escribían coleccionistas, músicos y DJS. “Llegó un momento en que mandaba una copia por mes a personas de todas partes del mundo. Era rarísimo”, relata con una carcajada.
Sin embargo, no es una sorpresa que un disco tan experimental como Estados de ánimo se haya ganado una legión de fieles seguidores. Las infinitas posibilidades que brinda internet permitió que coleccionistas de todas partes descubriesen y se interesasen por rescatar una de las grandes joyas de la música uruguaya. Y, en medio de la creciente fascinación por encontrar discos experimentales que fusionen los climas de sintetizadores ochenteros con las raíces musicales autóctonas, era cuestión de tiempo para que se le hiciera justicia al álbum de Jasa.
Y si encima se repasa la lista de músicos invitados, el combo era irresistible para cualquier coleccionista de la música uruguaya. Eduardo Mateo, Hugo Fattoruso, Jorge Galemire, Mariana Ingold, Fernando “Lobo” Núñez y Popo Romano son algunas de las figuras que aportan su sello a este viaje musical de siete canciones.
El primer paso de este rescate llecandombe gó a finales de 2019, cuando el sello local Little Butterfly Records y la discográfica española Vampi Soul se unieron para lanzar el proyecto de reediciones en vinilo “América invertida” (ver recuadro). Reunieron 11 canciones de los ochenta y los noventa que capturaban el “pop oscuro y el folk experimental” de la época e incluyeron “Kabumba”, la canción que abría Estados de ánimo.
La composición, que incluía el gran aporte de los sintetizadores de Fattoruso y la trompeta de Gastón
Contenti —que recuerda a discos de Miles Davis como Tutu y Amandla— fue el paso definitivo para que el álbum de Jasa volviera a ver la luz. “Le dio un espaldarazo enorme”, comenta el hijo del ingeniero de sonido Henry Jasa.
Ahora, a 31 años de su lanzamiento, Estados de ánimo se reeditó en vinilo y en plataformas digitales en el marco del proyecto “América invertida”. Y le va muy bien. Ya recibió cálidas reseñas de medios extranjeros y está llegando a toda una nueva generación. “Es un premio personal porque mi idea fue generar una fusión de nuestra música: quería granar un con un lenguaje que se fuera fácilmente discernible por un japonés o un ruso”, explica el músico que también trabajó en La Mosca ,el último disco de Eduardo Mateo.
Y Estados de ánimo está atravesado por un constante diálogo entre la raíz local y universal. Basta con escuchar “Tapiz montevideano”, donde los tambores de Fernando “Lobo” Núñez y Manuel Silva se fusionan con las ricas texturas de sintetizadores y baterías programadas, para comprobarlo. Es un valioso experimento musical que no tiene nada que envidiarle a los clásicos de la época.
“Este es un disco intrincado que se puede traducir en sensaciones. Mi idea era que uno pudiera cerrar los ojos y ver imágenes”, explica. Y, 31 años después, Estados de ánimo es un trabajo que sigue cautivando.