El Pais (Uruguay)

Un disco oculto de la música uruguaya que vuelve a sonar en vinilo

- RODRIGO GUERRA

“Estados de ánimo” se publicó en 1990 en vinilo y cassette, y apenas tuvo una tirada de 300 copias. Gracias al interés de DJS y coleccioni­stas de todo el mundo, el único álbum de Hugo Jasa fue reeditado.

Cuando Hugo Jasa recibió el mail de un DJ francés que le pedía una copia de Estados

de ánimo, el álbum que lanzó en 1990, creyó que se trataba de una broma pesada. Era entendible. Habían pasado 18 años del lanzamient­o de su único álbum solista y en su momento no había pasado nada. Es más, el sello Ayuí / Tacuabé solo había editado 300 copias en vinilo y en cassette, y jamás se había reeditado. Sin dudas, era que raro.

“Me sorprendió muchísimo”, le comenta a El País.

Jasa, que hasta hoy se dedica a los jingles publicitar­ios y que durante años trabajó como técnico de sonido en el mítico estudio La Batuta, ni siquiera tenía el máster de su disco. “En esa época se regrababa todo el tiempo; vos hacías algo y después venía Jaime Roos o Fernando Cabrera y usaban la misma cinta”, relata. Pero lo que el músico sí tenía era una copia en MP3 que había digitaliza­do del único vinilo que guardaba de aquella época.

Se lo mandó al DJ y pensó que ese interés no iba a pasar de lo anecdótico. Pero, en cuestión de meses, se volvió costumbre: le escribían coleccioni­stas, músicos y DJS. “Llegó un momento en que mandaba una copia por mes a personas de todas partes del mundo. Era rarísimo”, relata con una carcajada.

Sin embargo, no es una sorpresa que un disco tan experiment­al como Estados de ánimo se haya ganado una legión de fieles seguidores. Las infinitas posibilida­des que brinda internet permitió que coleccioni­stas de todas partes descubries­en y se interesase­n por rescatar una de las grandes joyas de la música uruguaya. Y, en medio de la creciente fascinació­n por encontrar discos experiment­ales que fusionen los climas de sintetizad­ores ochenteros con las raíces musicales autóctonas, era cuestión de tiempo para que se le hiciera justicia al álbum de Jasa.

Y si encima se repasa la lista de músicos invitados, el combo era irresistib­le para cualquier coleccioni­sta de la música uruguaya. Eduardo Mateo, Hugo Fattoruso, Jorge Galemire, Mariana Ingold, Fernando “Lobo” Núñez y Popo Romano son algunas de las figuras que aportan su sello a este viaje musical de siete canciones.

El primer paso de este rescate llecandomb­e gó a finales de 2019, cuando el sello local Little Butterfly Records y la discográfi­ca española Vampi Soul se unieron para lanzar el proyecto de reedicione­s en vinilo “América invertida” (ver recuadro). Reunieron 11 canciones de los ochenta y los noventa que capturaban el “pop oscuro y el folk experiment­al” de la época e incluyeron “Kabumba”, la canción que abría Estados de ánimo.

La composició­n, que incluía el gran aporte de los sintetizad­ores de Fattoruso y la trompeta de Gastón

Contenti —que recuerda a discos de Miles Davis como Tutu y Amandla— fue el paso definitivo para que el álbum de Jasa volviera a ver la luz. “Le dio un espaldaraz­o enorme”, comenta el hijo del ingeniero de sonido Henry Jasa.

Ahora, a 31 años de su lanzamient­o, Estados de ánimo se reeditó en vinilo y en plataforma­s digitales en el marco del proyecto “América invertida”. Y le va muy bien. Ya recibió cálidas reseñas de medios extranjero­s y está llegando a toda una nueva generación. “Es un premio personal porque mi idea fue generar una fusión de nuestra música: quería granar un con un lenguaje que se fuera fácilmente discernibl­e por un japonés o un ruso”, explica el músico que también trabajó en La Mosca ,el último disco de Eduardo Mateo.

Y Estados de ánimo está atravesado por un constante diálogo entre la raíz local y universal. Basta con escuchar “Tapiz montevidea­no”, donde los tambores de Fernando “Lobo” Núñez y Manuel Silva se fusionan con las ricas texturas de sintetizad­ores y baterías programada­s, para comprobarl­o. Es un valioso experiment­o musical que no tiene nada que envidiarle a los clásicos de la época.

“Este es un disco intrincado que se puede traducir en sensacione­s. Mi idea era que uno pudiera cerrar los ojos y ver imágenes”, explica. Y, 31 años después, Estados de ánimo es un trabajo que sigue cautivando.

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