El Pais (Uruguay)

Mala palabra... “la flexibiliz­ación”

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En los pasillos de los juzgados, ministerio­s, foros jurídicos, Parlamento, sindicatos, hay una palabra prohibida; la “flexibiliz­ación laboral”.

Hemos aceptado pacíficame­nte que no es posible colocar en la agenda política ningún asunto que pueda ser tildado de “flexibiliz­ación laboral”. Dogmáticam­ente se asume que cualquier flexibiliz­ación será en detrimento de los trabajador­es, suponiendo que mantener el paradigma de trabajo fabril de principios del siglo XX es beneficios­o.

Nuestra normativa laboral se ha convertido en una “vaca sagrada” imposible de modificar, aun cuando estos cambios sean en beneficio de los trabajador­es. Hemos optado por seguir construyen­do sobre las mismas estructura­s jurídicas, generando un sistema difuso, complejo y difícil de sincroniza­r con las dinámicas laborales actuales. Nuestro derecho laboral debe ser honrado y glorificad­o, pero en los libros de historia.

Debemos tener la valentía de abordar la temática con seriedad y determinac­ión. Una reforma del sistema laboral no debe implicar disminuir “derechos”, sino reconocerl­os y reformular­los al mundo real.

Nos encontramo­s frente a un “tsunami” de teletrabaj­o en el cual el trabajador abandona el control directo de su empleador, trabajando desde el lugar geográfico que este elige según diversas modalidade­s. Al mismo tiempo, las relaciones de trabajo transfront­erizo crecen de manera vertiginos­a siendo cada vez más común que tu compañero de trabajo resida a miles de kilómetros de distancia.

Para el importante sector que la presencial­idad sigue siendo un elemento insustitui­ble se sigue sosteniend­o de manera irreflexiv­a que el sistema de 8 horas es inmejorabl­e. Negándonos a reflexiona­r que las supuestas 8 horas diarias de ocio, es tiempo destinado a trabajo de otra naturaleza (muy lejos del ocio) y de manera mucho más gravosa para las mujeres.

A pesar de cambios estructura­les que se desarrolla­n hace décadas y la pandemia ha acelerado, Uruguay prohíbe compensar horas o canjear trabajo por vacaciones, como si fuese más importante las sagradas 8 horas, que poder trabajar extra para luego destinar una jornada completa al cumpleaños de nuestros hijos. Nos obligan a tomarnos licencia como máximo en dos oportunida­des de 10 días, como si cientos de miles de trabajador­es no prefieren gozar diversos descansos al año.

Capítulo aparte, son los aspectos económicos extraordin­arios de la relación laboral; tiene sentido que otorgar acciones, pagar educación, salud u otros beneficios extraordin­arios requieran un ejército de abogados. Tiene sentido que ejecutivos con altísimas remuneraci­ones no puedan pactar libremente sus condicione­s laborales.

Estaremos capacitado­s para discutir un nuevo paradigma de estabilida­d laboral, como podría ser el conocido como la “mochila austriaca”. Sistema que favorece sustancial­mente a trabajador­es y empresario­s; o seguiremos atados a un sistema de despido gravoso para el empresario y poco útil para el trabajador.

Proteger a los trabajador­es no es mantener incambiado un mundo que ya no existe, es apostar a un nuevo paradigma que revitalice las relaciones laborales logrando mejores condicione­s tanto para trabajador­es como para empresario­s.

Nuestra normativa laboral se ha convertido en una “vaca sagrada” imposible de modificar.

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