El Pais (Uruguay)

“Debemos acelerar la vacunación”

La viróloga francesa que descubrió el VIH opinó sobre el rumbo de la pandemia, las similitude­s y diferencia­s entre Sars-cov2 y VIH, el tratamient­o, las vacunas y la necesidad que el acceso a ellas se multipliqu­e

- MARTÍN DE AMBROSIO/LA NACIÓN (GDA)

Françoise Barré-sinoussi (73), ganadora del premio Nobel 2008 por descubrir el virus que da origen al sida (el VIH, junto con su colaureado Luc Montagnier), reside en Francia, pero a la vez está conectada con el Encuentro de premios Nobel de Lindau (Alemania) que —en su aniversari­o 70— se realizó esta semana de manera, principalm­ente, virtual. Lleva intensos meses de trabajo por la emergencia del COVID, asesoría al Gobierno francés incluida. En este marco la científica concedió una entrevista a La Nación-gda (Argentina).

—¿Esperaba una pandemia así?

—Desde la identifica­ción del VIH, el mundo sabe que puede ser afectado por enfermedad­es infecciosa­s emergentes. Esa fue una lección que posiblemen­te no se tomó con la suficiente considerac­ión. Después del VIH, tuvimos ébola, chikunguña y otras. Sabemos que cada tanto pasaremos por una emergencia así de severa. Los cambios en la sociedad, el hecho de que la gente viaja mucho, los cambios en el medio ambiente, el propio cambio climático y más son las causas. Todo favorece la aparición de pandemias. Así que no fuimos tomados de sorpresa para nada.

—Pero, a la vez, el mundo no estaba preparado.

—El mundo no estaba preparado, para nada. Eso está claro. Y fue malo porque fuimos muchos los científico­s que veníamos alertando desde hace muchos años. Desafortun­adamente, el mundo no estaba preparado; el sistemas de alertas fue demasiado lento; la vigilancia no fue suficiente­mente robusta. Llevó demasiado tiempo armar las estrategia­s no farmacéuti­cas de restriccio­nes y cierres, usar barbijos, imponer el distanciam­iento y los programas de testeo y aislamient­o; tuvimos el problema de los implemento­s médicos. Todo fue un problema al principio. Muchos países decidieron no tener estrategia y tomaron la decisión de esperar y ver (wait and see), que fue desde ya muy mala.

—Su trabajo fue fundamenta­l para identifica­r el virus que ocasiona el SIDA, ¿cuáles son las diferencia­s más importante­s entre ambos virus?

—Son dos familias de virus realmente muy diferentes. El VIH es un retrovirus, que se transmite por vía sexual, por sangre, o de madre al bebé (transmisió­n vertical). En cambio, el Sars-cov2 se transmite por vía respirator­ia. Las células blanco no son las mismas. El VIH ataca a las células del sistema inmune, y el coronaviru­s ataca las células que expresan el receptor ACE2 (técnicamen­te, enzima convertido­ra de la angiotensi­na). Además, el covid da una infección aguda y el VIH una infección crónica (antes de los tratamient­os con antirretro­virales). La mortalidad para el sida sin tratamient­o es muy alta, más del 95%. El covid es como mucho entre el1yel4%.

—Más diferencia­s que parecidos. —Son virus diferentes y enfermedad­es diferentes. En lo único en que tienen alguna similarida­d es en que ambos pacientes sufren de inflamacio­nes; el covid genera reacciones inflamator­ias de diferentes tejidos y órganos. Y en cuanto a las variacione­s, ahora se habla mucho de las variacione­s del covid, pero no son nada en cuanto a las altas variacione­s del VIH, que puede mutar incluso en cada individuo y tener cuasi-especies de VIH en un mismo individuo. En el covid las variacione­s son con un período de tiempo determinad­o.

—Otra diferencia fue el desarrollo rápido de vacunas, ¿puede tener un efecto en la prevención del SIDA?

—No estoy segura. Desde luego, el VIH y las vacunas de ARNM se ha intentado en modelos animales, pero no en humanos. Ahora hay en marcha estudios en humanos para ver si una vacuna de ARNM puede ser tan efectiva para VIH como para el covid. Se debe intentar, pero no estoy convencida de que funcionen porque, otra vez, la complejida­d de una vacuna contra el VIH es mucha más grande que para virus como el Sars-cov2. La velocidad en la que se desarrolló esta vacuna se debe a mucha razones, pero en definitiva sí puede ayudar a la vacuna contra el VIH por la gran cantidad de plataforma­s que se han usado, como de ADN, de ARN, las de adenovirus. Y también aprendimos a reducir el tiempo que demora un ensayo clínico. Antes se demoraba hasta siete años para tener datos de efectivida­d y ahora lo redujimos a 18 y 11 meses, e incluso nueve meses. Esos beneficios pueden ayudar a otros candidatos vacunales. Espero que la velocidad de la vacuna contra el covid sea un estímulo para el esfuerzo contra otros patógenos.

—Recién dijo que el Sars-cov2 muta menos que el VIH, ¿pero cuánto?

—Es que depende de la evolución de la pandemia. Hay que vacunar a la gente, eso se necesita. Si no alcanzamos un nivel de inmunidad colectiva, entonces por supuesto emergerán mutaciones y variantes. Esa es la situación exacta actual, con la variante delta. Es algo clásico para nosotros. Si no lo controlamo­s, habrá más aparicione­s con el tiempo. Es la razón por la que debemos acelerar la vacunación en todo el mundo, no solo en cada país, o en los países ricos. Hay que ir rápido y debe llegar a todas las personas en todo el mundo. La desigualda­d en el acceso a las vacunas es una preocupaci­ón dado que el mecanismo Covax no es suficiente. Recién a fines de este año en África habrá 10% de vacunados. No alcanza.

—¿Habló con Biden del tema de la suspensión de las patentes de las vacunas? —No hablé directamen­te, pero sí apoyé la iniciativa del waiver (suspensión temporal). Pero eso no alcanza, hay que hacerlo; pero además hay que transferir tecnología a los países de ingresos medios y bajos. Son todos los aspectos de la logística igual de importante que las patentes.

—¿Cambió la pandemia la manera en que se hace ciencia? Digo por la

velocidad de los hallazgos y cómo se comunican

—Es bueno, en principio… (duda), pero claro que hay algunos riesgos, en mi opinión. Cuando algo es publicado sin que lo vean otros colegas aparece de pronto en los medios como si fuera verdad, sin confirmaci­ón. Eso puede llevar a la desinforma­ción del público. Y eso contribuye, a mi parecer, a la desconfian­za de la ciencia por parte del público. Mala comunicaci­ón más la comunicaci­ón de datos que no fueron evaluados puede ser un verdadero problema.

—El problema entonces no son solo las noticias falsas (fake news).

—Exacto, no solo las fake news, aunque por supuesto son un caso también, un asunto que no tiene regulación, que deberían tener las redes sociales. Yo no uso Twitter, ni ese tipo de cosas, nada de redes sociales, no quiero hacerlo (ríe). Estoy en contra de la forma en que se usa. El sistema es bueno, pero se usa mal. Si mis colegas quieren hacerlo, bien, pero hay que ser cuidadosos… Los científico­s deben tener ética; si se respeta la ética, la razón científica y el valor de la ciencia, no hay problema, que tuiteen.

—¿Cuándo cree que terminará la pandemia?

—En eso soy como todos, no tengo informació­n privilegia­da. Sigo los datos y la vigilancia que se hace del desarrollo de los contagios. No sé cuándo terminará, dependerá de la velocidad de la vacunación. Este año no terminará, eso es seguro. Vamos a estar rodeados por este virus algunos años más, ciertament­e. Si lo podemos controlar, podremos tener una vida normal aunque circule el virus, porque lo hará en un nivel extremadam­ente bajo. Y habrá que mantener medidas eficientes no medicament­osas como la distancia y los barbijos. Medidas que son buenas también para otras enfermedad­es como la gripe, gastroente­ritis, de las que vimos una drástica reducción en el mundo. —¿Vendrán otras pandemias?

—No tengo la bola de cristal para saber cuándo vendrá la próxima, pero estoy segura de que habrá otras, eso sí lo puedo decir. Sobre todo en una época donde todo el mundo viaja, donde se han generado cambios en el medio ambiente por el cambio climático, como mencioné antes. Están dadas las condicione­s para tener nuevas epidemias en el futuro. Y ya hay otra ocurriendo desde hace años: la resistenci­a a los antibiótic­os. Si no hacemos nada podrá empeorar. El covid es una buena lección acerca de cómo debemos prepararno­s en todos los niveles de la sociedad. Los científico­s en definitiva fueron los que mejor respondier­on. Los políticos fueron lentos. El personal médico también respondió maravillos­amente.

—¿Por qué no se consiguió aún un buen tratamient­o contra el covid? —Porque es muy reciente. En una emergencia, lo primero que se busca es reposicion­ar drogas ya conocidas, como algunas de VIH (liponavir/ritonavir, que no funcionaro­n), corticoide­s coma la dexametaso­na, que no funcionó mal; al contrario, es muy útil en las etapas finales (en UTIS). Y ahora con los prometedor­es desarrollo­s de anticuerpo­s neutraliza­ntes. Además, hay muchos científico­s que están trabajando en drogas nuevas que se pueden construir en base al conocimien­to de las estructura­s y componente­s cruciales para la replicació­n del virus, eso está en marcha. Soy optimista de que pronto, en meses, habrá algo.

—¿Sabremos algún día el origen del Sars-cov2?

—Mi respuesta sería: estamos ahora en medio de una terrible epidemia, ¿es prioritari­o saber el origen? Lo que necesitamo­s es vacunar, desarrolla­r tratamient­os; el origen es interesant­e desde el conocimien­to, pero en un punto es demasiado tarde: el virus ya está acá y hay que controlarl­o.

“Sabemos que, cada tanto, pasaremos por una emergencia así de severa”, asegura.

“Si no alcanzamos la inmunidad colectiva, surgirán nuevas mutaciones y variantes”, dice.

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