El Pais (Uruguay)

El 72% fue a trabajar en el último paro general

Adhesión a la medida es estable desde 2015, dice Equipos

- TOMER URWICZ

El jueves 17 de junio se realizó el segundo paro general bajo la administra­ción de Luis Lacalle Pou. Equipos Consultore­s replicó la metodologí­a que venía empleando desde el paro general de agosto de 2015, para estimar la adhesión a la medida, y concluyó que tres de cada diez trabajador­es no fueron a trabajar ese día (poco más de la mitad de ellos porque no pudo hacerlo y el resto porque se plegó al paro) y siete de cada diez sí trabajaron. El 86% de la población ocupada declaró “haber escuchado algo” sobre la realizació­n de un paro, cifra similar a años anteriores.

El movimiento sindical uruguayo realizó durante el penúltimo jueves de junio el segundo paro general en lo que va de la administra­ción de Luis Lacalle Pou. Esta vez la consigna fue “contra el hambre y la desigualda­d, por trabajo y salario, en defensa de la vida y en solidarida­d con los 15 profesores de San José separados del cargo” y, según calificó el Pitcnt, la medida fue un “éxito”. Parte de esa calificaci­ón respondía a que, a juzgar por las cifras divulgadas por la central obrera, se habrían recolectad­o unas 25.000 firmas para impulsar el referéndum revocatori­o de 135 artículos de la ley de urgente considerac­ión.

Equipos Consultore­s replicó la metodologí­a que viene empleando desde el paro general de agosto de 2015, en el marco de su Monitor de Trabajo, para estimar la incidencia y adhesión que la medida había tenido entre los trabajador­es. Y concluyó que tres de cada diez trabajador­es no fueron a trabajar ese día (poco más de la mitad de ellos porque no pudo hacerlo y el resto porque se plegó al paro) y siete de cada diez trabajaron.

María Julia Acosta, doctora en Sociología del Trabajo y quien dirige el área de Desarrollo Social de la consultora, advierte que “estos datos no deben ser leídos como una fortaleza o como una debilidad del movimiento sindical: no adherirse al paro no significa que la acción colectiva pierda fuerza”. Mucho menos, aclara, en el contexto de una pandemia: “el sector salud adhirió a la proclama, pero no paró para no perjudicar la campaña vacunatori­a; o bien, uno podría preguntars­e: ¿qué significa parar en el teletrabaj­o?”.

En este sentido, el secretario general del Pit-cnt, Marcelo Abdala, señaló que “el paro es un hecho de carácter político-social”. Más allá de la paralizaci­ón per se, explicó, “hay un interés de que la plataforma, la consigna, llegue a la mayor cantidad de la población posible”.

El 86% de la población ocupada declara “haber escuchado algo” sobre la realizació­n de un paro. Así lo revela la misma encuesta de Equipos Consultore­s que se realizó a unos 400 adultos, a través de telefonía celular, entre el 19 y 22 de junio. Consta de una cifra de conocimien­to de la medida muy similar al promedio de los seis paros generales anteriores.

El porcentaje de trabajador­es que deciden paralizar por coincidir con el motivo concreto de la medida también se mantiene constante a lo largo del tiempo: ronda entre el 10% y 17%.

Sin embargo, la proporción de ocupados que optan por trabajar durante los paros viene en un continuo crecimient­o: pasó del 50% a casi el 72% en los últimos seis años.

En el anterior paro general durante la actual administra­ción dijo haber ido a trabajar el 69%. Según el informe de Equipos al que accedió en exclusiva El País, “el aumento de los ocupados que fueron a trabajar se explica en la disminució­n de personas que no trabajaban en ese día y no una disminució­n significat­iva” de los que hicieron paro.

“Aunque cada paro hay que contextual­izarlo, y es necesario observar qué motivó la medida en ese momento, la gráfica dibuja una montaña ascendente que va en línea con los cambios del mundo del trabajo: los vínculos laborales varían, también cambian las reivindica­ciones y aparece un repertorio de acción colectiva que va desplazand­o el protagonis­mo del paro”, explica la socióloga Acosta. El súmmum de ese nuevo paradigma, dice, “es el área de software en que los reclamos son por cuestiones bien distintas y ya no hay un sindicalis­mo obrero... sencillame­nte porque esa sociedad cambió”.

Acosta —quien da clases en la universida­d sobre sociología del Trabajo y en las que explica que Uruguay “tiene tasas de afiliación sindical altas” respecto al mundo— agrega que desde las investigac­iones sociológic­as de la década de 1930 se sabe que “el factor emocional influye: para movilizars­e hay que estar motivado y esperanzad­o”.

El secretario general del Pitcnt discrepa: “En el capitalism­o toda acción sindical está cuestionad­a. No tiene que ver con las nuevas formas de trabajo, o la satisfacci­ón con la vida. Tiene que ver con que la clase social que tiene el poder económico dominante, tiene también el dominio paradigmát­ico y emocional”. De hecho, Abdala entiende que “hay segmentos del proletaria­do del siglo XXI (como el área del software) que pueden tener un vínculo de trabajo distinto a la clase industrial”. Pero, se justifica, “la herramient­a paro está presente hasta que el movimiento obrero no se readecúe y mientras exista la plusvalía va a haber huelga”.

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SIN JUICIO. Socióloga explica que medida de paro no debe leerse como fortaleza o debilidad sindical.

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