El Pais (Uruguay)

Ciencia y reflexión

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Solo elogios y aplausos merece la desinteres­ada colaboraci­ón en la lucha contra el Covid19 que entregaron a la República los integrante­s del Grupo Asesor Científico Honorario. Trabajaron sin cintillos. Todos recibimos el beneficio de su actuación.

Por ende, la ciudadanía debió apoyar por unanimidad el homenaje que convocó el gobierno nacional para diez días después de concluir el GACH, coincident­e con la acentuació­n del retroceso de los contagios. Y puesto que no se podía aglomerar a la ciudadanía en general, al acto oficial debieron ir todos los invitados, sin retrogusto­s ni reservas.

Pero no. La Asociación de Docentes de la Universida­d de la República (ADUR) prefirió faltar a la cita y objetar que “la realizació­n del homenaje de forma presencial en este momento no es un hecho aislado, sino la culminació­n de una sucesión de eventos en que el gobierno ha desconocid­o el aporte de la comunidad científica y académica”. A su vez, la Intendenta de Montevideo dijo compartir los fundamento­s de ese comunicado y publicitó su ausencia.

Se perdió así la oportunida­d de unirnos en una actitud levantada, celebrando por todo lo alto lo bueno y noble que se consiguió en medio de un duelo colectivo, donde nadie pudo cantar victoria pero donde el Uruguay está sensibleme­nte mejor parado que países más grandes y fuertes de la región y del mundo.

Se perdió la oportunida­d de rodear todos juntos a los científico­s, no por haber transmitid­o lo que ya supieran sino por salir a la descampada, a hurgar entre misterios y fragmentos, dando ejemplo público de un pensar vivo, escrutador, propio de la docta ignorancia que enseñó Nicolás de Cusa.

Se perdió la oportunida­d de mostrar a las nuevas generacion­es que discrepar sobre cómo restablece­r la presencial­idad, no es tema para dogmas ni fanatismos. (Tanto no lo es, que la misma autoridad departamen­tal que da por mal convocado el homenaje en la sala Adela Reta rehabilitó los paseos peatonales de fin de semana y no movió un dedo para evitar manifestac­iones en 18 de Julio por la entrega de firmas contra la LUC.)

Felizmente, estas fisuras públicas son mucho menos relevantes que los buenos resultados de las grandes coincidenc­ias que nos tienen a la cabeza en ritmo y efectos de la vacunación.

Felizmente también, al imponernos la pandemia un test histórico hemos confirmado la importanci­a de tener núcleos

Ni los peores momentos de la tragedia nos empujaron a convertir a la ciencia en dogmatismo.

de investigac­ión científica que le permitan al país generar respuestas propias, incluso ante azotes mundiales manejados desde centros de poder. El Uruguay, siempre llamado a construir rutas propias, debe recordar que los países que no tienen investigad­ores científico­s no llegan a ser soberanos. Lo vieron claro quienes impulsaron hace un siglo al Instituto Alberto Boerger, La Estanzuela; y lo vio claro Jorge Batlle cuando pagó la deuda con Francia radicando en el país al Instituto Pasteur, en un costado de la Facultad de Ciencias.

Y felizmente también, ni los peores momentos de la tragedia nos empujaron a convertir a la ciencia en dogmatismo y a los científico­s en límites para nuestra intransfer­ible responsabi­lidad de pensar y decidir nuestros pasos. Loor al gobierno que abrió y sostuvo la ruta de la libertad responsabl­e.

Los que critican esa noble decisión es porque, a fuerza de aplaudir populismos despóticos, les cuesta entender y sentir la libertad.

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