El Pais (Uruguay)

Harinas: cuáles, cómo y por qué consumirla­s

Claves para no ver a este producto como enemigo de las dietas

- ROSANA DECIMA

Las harinas suelen aparecer como las villanas de la historia y siempre se las asocia con platos que hacen engordar. Dejarlas o reducir su consumo es algo que muchos dicen y prometen para el famoso “el lunes empiezo la dieta”. Pero el mundo de las harinas es mucho más complejo y no tan negativo como el que generalmen­te se nos viene a la cabeza al asociarlo con la harina de trigo refinada (harina blanca), la más consumida en Uruguay y en la mayoría de los países del mundo.

Existen muchos tipos de harina. ¿Cuáles son las más sanas? ¿Se puede adelgazar sin erradicar las harinas de la dieta? ¿Por qué se dice que las integrales son mejores? La licenciada en Nutrición Elizabeth Barcia habló con El País para responder estas y otras preguntas.

“Las harinas pueden estar diariament­e, pero en cantidades y calidades adecuadas”.

EL PRODUCTO. ¿A qué le llamamos harina? Eso es lo que la nutricioni­sta plantea antes de comenzar a detallar cuestiones sobre el tema. “Cuando nos referimos a la harina generalmen­te hablamos, al menos en Uruguay, del producto que surge de moler la parte del endospermo del grano de trigo, es decir, la parte que no tiene el salvado. Esa es la harina de trigo”, señaló. Y en el caso de la harina integral, ya sea de trigo o derivado de otros cereales, es el mismo proceso de molienda pero con el grano entero: “Son producto de la molienda del grano íntegro, por eso se llaman integrales”, explicó.

Más allá de la harina de trigo, este producto también puede provenir de otros cereales (hay harina de avena, de centeno, de arroz, etc.), así como también de legumbres (garbanzos, arvejas, soja, etc.) y de semillas o frutos secos (lino chía, almendras, etc.). Todas son harinas, pero su composició­n es diferente y el mensaje no es tan simple como decir que la harina de trigo refinada es menos saludable que el resto o que la integral.

Las harinas de cereales y legumbres (trigo, avena, centeno, garbanzos, etc.) aportan principalm­ente energía, a través del almipor dón. También traen vitaminas, minerales, proteínas, que se presentan en distintas cantidades según el tipo de harina: “No es lo mismo una proteína de harina de trigo que de una de legumbres o quinoa, que tienen proteínas de mejor calidad y aminoácido­s esenciales”, explicó la profesiona­l. Y agregó que las harinas de cereales y legumbres aportan buena cantidad de fibra, sobre todo cuando son integrales.

En cuanto a las harinas de frutos secos y semillas, detalló que “tienen otro tipo de composició­n nutriciona­l” y que no aportan o tienen un aporte muy bajo de carbohidra­tos. Lo que aportan principalm­ente son grasas, que aunque son de buena calidad, hay que controlar su ingesta y la cantidad varía según la harina que sea.

CALIDAD. Las harinas integrales, provengan del grano que provengan, aportan mayor cantidad de fibra, que por un lado causan saciedad, por lo que la porción que se consuma terminará siendo más pequeña, y por otro lado son beneficios­as para la salud intestinal. esto la recomendac­ión general es consumir preferente­mente harinas integrales. La nutricioni­sta aclaró que puede haber excepcione­s en casos de pacientes que no deban consumir harinas integrales, pero suele ser la recomendac­ión general. “En el caso de las harinas de trigo, en la mayoría de las preparacio­nes se puede sustituir, hasta la mitad usar de harina blanca y la otra mitad de harina integral e igual queda bien, por ejemplo en panes y en tartas”, señaló.

Es importante consumir harinas integrales, pero que sean variadas: “No consumir solo harina de trigo, hay que incorporar otras como de avena, centeno, etc. ya que aportan variedad de nutrientes. Hay que considerar también la calidad de las preparacio­nes, porque no es lo mismo consumir harina

de trigo en un pan francés, que tiene solamente harina blanca, agua y levadura, que comerla en alfajores, bizcochos, medialunas o productos con alto contenido de grasas saturadas, azúcar, sal.

CANTIDAD. La porción adecuada de harinas que se consume en el día a día estará definida por la edad, el estado físico y nutriciona­l de cada persona. No hay una regla única, pero existen ciertas recomendac­iones generales al hablar de un paciente adulto y sano: “Sabiendo que vivimos en un país con alta prevalenci­a de sobrepeso y de obesidad, por ejemplo, se recomienda que se evite el pan con la comida”, sostuvo Barcia. Pero insistió en que un profesiona­l debe evaluar caso a caso, ya que puede haber personas que por tener “un alto nivel de actividad física o si tienen bajo peso y necesitan calorías extras, capaz necesitan ingerirlo”, siguiendo con el ejemplo del pan.

“Las harinas pueden estar diariament­e en la alimentaci­ón, pero en cantidades y calidades adecuadas”, concluyó la especialis­ta.

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INTEGRALES. Las harinas integrales aportan mayor cantidad de fibra, por lo que suelen ser recomendab­les.
 ??  ?? VARIEDAD. La harina más utilizada en Uruguay y en muchos otros países es la de trigo refinada, pero hay gran variedad de granos con los que se puede hacer este producto.
VARIEDAD. La harina más utilizada en Uruguay y en muchos otros países es la de trigo refinada, pero hay gran variedad de granos con los que se puede hacer este producto.

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