El Pais (Uruguay)

Gossip Girl está de vuelta

Se estrenó la nueva versión de la icónica serie adolescent­e.

- BELÉN FOURMENT La serie original se estrenó en 2007 y catapultó a la fama a Blake Lively.

Hay otra niña consentida en el pueblo, nuevas secuaces de pocos escrúpulos y otra voz anónima dispuesta a armar lío ventilando chismes. Gossip Girl está de vuelta, adaptada al siglo XXI pero con la misma motivación que en su primera vez: exponer cualquier detalle escandalos­o en la vida de chicas y chicos de la elite neoyorquin­a, y entretener a una audiencia que sin empatizar con ningún personaje, igual se engancha y se enamora. Es el poder de la ficción.

El reboot, reinicio o la nueva versión de esta icónica ficción juvenil llegó el jueves a HBO Max, que estrenó el primer episodio (vendrá uno por semana) y tiene en exclusiva a la Gossip Girl original. Funciona también como secuela, porque aunque los personajes originales no están, sí son referidos y no se descarta que puedan aparecer.

Josh Schwartz y Stephanie Savage repiten como creadores y también repite Joshua Safran, que atiende como showrunner. Es el mismo equipo que estuvo detrás de la serie estrenada en 2007 y terminada en 2012, sobre las vidas de adolescent­es ridículame­nte adinerados y poderosos del Upper East Side de Manhattan y centrada en la amistad —y eventualme­nte rivalidad— de Serena Van der Woodsen y Blair Waldorf, personajes que llevaron a la fama a Blake Lively y en menor medida a Leighton Meester.

Todos sus dramas, secretos y aventuras eran expuestos por una bloguera que se presentaba como Gossip Girl (Chica Indiscreta en español) y cuya verdadera identidad se revelaba recién al final. Todos consumían sus novedades, que marcaban agenda, el desarrollo de los vínculos y hasta los picos de popularida­d.

El reboot es básicament­e una actualizac­ión 2021 de la historia, con nuevas caras encajando en similares modelos de personajes, una trama ligerament­e modificada respecto a la ya conocida y un nuevo enfoque. Porque si el anonimato de la narradora era el gran gancho de la serie original, aquí se entiende que no se puede abusar del factor sorpresa y la partida empieza con las cartas sobre la mesa.

El resto de la nota, hay que avisar, tiene spoilers.

La nueva “chica indiscreta” —cuya voz en off sigue siendo la de Kristen Bell— no se revela sino que surge ante los ojos del público, que se vuelve cómplice del juego al manejar más informació­n que los protagonis­tas. Es la herramient­a a la que, después de escuchar de la bloguera que nueve años atrás ponía contra las cuerdas a Nate Achibald, Serena, Blair y toda su pandilla, acuden unos desesperad­os profesores de secundaria, hartos de ser humillados por sus arrogantes alumnos y decididos a demostrar que pueden tener el control. Esa escena aporta un par de datos a los seguidores de la primera hora: Nate se volvió importante y Dan Humphrey hizo carrera como escritor. Era de esperar.

Sin una relación como la de Serena y Blair que romper, esta Gossip Girl de cuatro cabezas liderada por la docente Kate (Tavi Gevinson) arremete contra Julien (Jordan Alexander), la chica más popular del lugar, rapada, caprichosa pero de corazón noble, y su medio hermana Zoya (Whitney Peak), humilde y recién llegada al colegio por una treta que todos desconocen. Sueñan con ser las hermanas del siglo pero su primer día juntas termina en declaració­n de guerra en la que se disputarán hasta el interés amoroso, Obie (Eli Brown).

Todo será contado a través de las redes sociales ya que el canal de Gossip Girl ahora es Instagram. El índice de popularida­d lo marcan los seguidores, así que una etiqueta en la foto correcta puede disparar la fama y una pérdida de followers suena a tragedia máxima. Las laderas de Julien son community managers preocupada­s más por cuidar una marca que por la amistad.

Entre eso y el hecho de que los profesores recurran a semejante plan imposible que consiste básicament­e en exponer y vulnerar a sus alumnos, esta Gossip Girl se toma a sí misma menos en serio que la original. Si aquella caía en climas telenovele­scos con un melodrama exagerado y cansino, esta tiende a un tono más paródico o satírico que le sienta bien. Es una comedia y eso alivia el placer culposo.

Sí se toma en serio la cuestión de encajar de mejor manera en el siglo XXI, con un elenco diverso que incluye protagonis­tas afroameric­anos, personajes queer y hasta a una actriz trans, la mexicana Zión Moreno a la que se vio en Control Z de Netflix.

“Creo que esta serie es definitiva­mente un reflejo de nuestros tiempos y de cómo la gente ha evoluciona­do para entender que lo queer no es algo tabú: es algo normal”, dijo Moreno a Efe. “Y creo que lo hace de una manera muy auténtica. Me parece que representa lo queer sin decir explícitam­ente que un personaje es queer y pienso que ese es el camino a seguir”.

En la diversidad racial y la conciencia social sí hay una intención explícita, por si acaso: en el piloto hay una línea sólo para recordar que los personajes originales eran “pura gente blanca” y malvada, con tendencia al abuso de poder.

Pero el mal no es asunto étnico y eso viene a probar esta Gossip Girl, ambientada post pandemia y que se mueve con glamour y estilo al ritmo de Billie Eilish y Rosalía. Los conflictos están ahí y siempre hay una red social dispuesta a mostrarlos, y alguien con ganas de ver. En tiempos de streaming, los clics marcan la audiencia y eso también es la popularida­d que, en esta serie, es lo único que importa.

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