El Pais (Uruguay)

“Faltaba decir las cosas de frente”

- LUIS CUSTODIO

Sergio Abreu analiza el Mercosur y su futuro en una entrevista.

Para el ex canciller uruguayo y actual secretario general de la Asociación Latinoamer­icana de Integració­n (Aladi), Sergio Abreu, la postura asumida por Uruguay en el Mercosur tiene el valor del sinceramie­nto, de representa­r lo que no se quería escuchar. Sin embargo, asegura que cualquier salida a los asuntos que traban al bloque depende de los socios mayores: si Brasil y Argentina no se entienden, no va a haber avance para el Mercosur. Advierte, asimismo, que ninguno de los dos países vecinos, con la proximidad de sus instancias electorale­s, está dispuesto a dar pasos que les generen costos internos. Abreu calificó las relaciones entre los países del bloque como “kermesse de adolescent­es”, condiciona­dos por humores y afinidades ideológica­s. Es imposible salir de la irrelevanc­ia si no se supera esa mirada de corto plazo, afirmó. En un contexto de severas dificultad­es para la región, reivindicó el papel de Aladi en la promoción del comercio. A continuaci­ón, un resumen de la entrevista.

—¿Qué lectura hace sobre el planteo que hizo Uruguay en la cumbre del Mercosur del pasado jueves 8?

—Lo bueno es que se miró de frente el problema. Pasó el mal momento que siempre genera un sinceramie­nto de esa magnitud. Ahora, creo que van a tener que repensar y negociar muchos temas. Esto los debería obligar a negociar a todos; lo malo es que los intereses de corto plazo condiciona­n. Argentina y Brasil están atentos a sus propios procesos electorale­s y nada harán que les genere costos internos. Es una situación muy compleja. Segurament­e el gobierno uruguayo tendrá un plan B y un C, ante las dificultad­es que puedan surgir de la posición asumida y las futuras reacciones de los socios.

—¿Era necesario patear el tablero?

—Hace tiempo que nos está faltando el coraje de mirar las cosas de frente. Estamos recorriend­o un camino que va por el costado de la racionalid­ad. El problema de hoy es cómo creamos comercio y empleo. No hay otra manera de avanzar que no sea a través de los incentivos a la inversión, a la eficiencia privada y a la productivi­dad. Y la libertad en el comercio va por ahí. Pero no estamos mirando eso.

Hemos quedado en medio de la irrelevanc­ia, la lentitud y un proceso de integració­n transforma­do en una ficción; un recurso sentimenta­l y dialéctico que no tiene la contrapart­ida de la voluntad política concreta de todos los países.

Y más allá de la calidad de cada gobierno, lo cierto es que el corto plazo está marcando los rumbos y adolecemos de estrategia de mediano y largo plazo. Entonces, por convenienc­ias circunstan­ciales, ideológica­s muchas veces, los países hoy se abrazan y mañana se distancian. Humores, afinidades y simpatías que se cruzan y condiciona­n la relación entre vecinos. Así es imposible. Es una kermesse de adolescent­es donde se enojan de a ratos. Acá no estamos para intercambi­ar afectos provisorio­s. Y la racionalid­ad, la solidarida­d, ¿dónde están?

—Pero, ¿considera que esa realidad va a cambiar a partir de ahora?

— Deberíamos ser capaces de analizar la realidad en conjunto, buscando acuerdos, si queremos adelantar en los temas importante­s. Acá, hay un grave problema de los socios mayores. A pesar de eso, Brasil y Argentina están condenados a entenderse. ¿No se entienden?, deberían pagar los costos, pero no trasladárs­elos a las economías pequeñas del bloque.

No siempre se pueden estar disimuland­o las carencias que tenemos. Se pone énfasis en lo jurídico y está bien, las normas están para cumplirlas, pero, ¿y el resto de lo que se planteó el Mercosur como futuro? No funciona la solución de controvers­ias, casi el 50% de las decisiones no están vigentes porque no se han internaliz­ado, el arancel externo común está lleno de perforacio­nes… la realidad es esa.

—Uruguay espera mucho de la actitud de Brasil en esta coyuntura; ¿es una buena opción?

—Brasil tiene un enorme problema de liderazgo en la región, lo que le acarrea costos. Los posicionam­ientos asumidos por su presidente muchas veces generan incertidum­bre, aunque en esta ocasión, Bolsonaro reivindicó la necesidad de avanzar en una apertura comercial.

Pero insisto, al final del día pesa mucho la realidad interna del país y las relaciones con Argentina, más allá de sus diferencia­s con Alberto Fernández.

El Mercosur adolece de la solidarida­d de los socios mayores; cada uno está con su propio libreto, ninguno dispuesto a hacer concesione­s y mucho menos reconocer las asimetrías. Y que tengamos instancias electorale­s antes de fin de año en Argentina y elecciones presidenci­ales el año próximo en Brasil, condiciona.

No deberíamos darnos el gusto de tener interrupci­ones y pausas en los procesos por cambios de gobierno, peor es lo que ha pasado en cada ocasión. En buena medida, en los últimos años hemos sido la excepción, porque las propuestas de apertura y flexibiliz­ación se han dado con distintos gobiernos en Uruguay.

—Pero las afinidades ideológica­s, generalmen­te, son las que aceleran o traban procesos; no pasa solo en el Mercosur…

—No podemos justificar todo por las diferencia­s políticas. Hay que mirar un poco hacia la Alianza del Pacífico, que ha avanzado mucho más que el Mercosur, tiene acuerdos de comercio con Estados Unidos y Europa. Cambian los gobiernos, pero ninguno se baja de los acuerdos. Son más pragmático­s.

No podemos justificar estrategia­s divorciada­s desde el punto de vista político, que no permiten avanzar en temas comerciale­s. Aladi, al igual que la Organizaci­ón Mundial del Comercio, no tienen cláusula democrátic­a. ¿Por qué? No es que se renuncie a los principios, pero de no ser así sería imposible funcionar. Acá —en Aladi— se sientan todos los países que la integran y discuten, más allá que en otros foros no acepten compartir espacios y haya denuncias cruzadas.

Ademas esta coyuntura difícil en la región, como si fuera poco, se da en el contexto de una enorme crisis de la gobernanza multilater­al. Desde que Trump y China decidieron negociar bilateralm­ente una administra­ción de comercio, las garantías de los países chicos para defenderse ante las grandes potencias, que son las normas jurídicas, se han visto enormement­e debilitada­s. Hay que reimpulsar el multilater­alismo en forma urgente, nos va la vida en eso.

—¿Cuál es la estrategia de Aladi en el desafío para recuperar relevancia en este contexto?

—Es cierto que Aladi no tiene buen nombre, una imagen de algo antiguo, pero debemos demostrar que estamos en condicione­s de hacer valer la relevancia que tiene. No somos solo un registro notarial de acuerdos comerciale­s.

Pero para reivindica­r ese papel se necesita la voluntad política de los trece países que forman parte.

Es un momento en el que tenemos una situación comercial muy complicada en la región, donde el comercio intrazona es apenas el 10%, cuando en la Unión Europea es el 63% y en Asia el 52%; con las pequeñas y medianas empresas —aquellas que proveen el 60% del trabajo— entre las más afectadas por la caída de demanda; en una región donde la pandemia se ha llevado por delante decenas de millones de puestos de trabajo. ¿Cuál es la respuesta que debemos dar? Más comercio, el mayor posible.

Que no se nos escape que a la falta de empleo le sigue la pobreza y a a esta, la inestabili­dad social. El comercio es una vía para superar estos problemas. Para ello debemos contar con voluntad política e instrument­os modernos.

—¿Qué se está haciendo en ese sentido? —Desde Aladi, junto con otros organismos internacio­nales, procuramos estimular a los gobiernos y empresas para que apuesten a mejores condicione­s de comercio intrarregi­onal. En esa línea, a los empresario­s —sobre todo a aquellos a los que por su escala se les hace más difícil acceder a contrapart­es— tratamos de facilitarl­es el acceso.

“Pymes Latinas, grandes negocios” se llama la plataforma digital que lanzamos recienteme­nte, buscando que las empresas interactúe­n, operando en forma simple y moderna. Contiene un centro de negocios, donde convocamos ruedas de negocios de distinta índole, hemos hecho una de mujeres y otra de emprendimi­entos TIC; también un centro de informació­n, uno de capacitaci­ón y otro logístico, donde acceder a informació­n sobre trámites, costos y beneficios de los modos de transporte y herramient­as logísticas. Hay informació­n y contactos disponible­s sobre instrument­os de pago, financiaci­ón, los productos que buscan o producen, etc.

También tenemos que actualizar los acuerdos comerciale­s que existen en la región, porque la agenda es otra. Lo arancelari­o va dejando paso a la convergenc­ia regulatori­a. Las normas vinculadas con facilitaci­ón de comercio, servicios y muchas normas que actúan como restricció­n no arancelari­a. Es necesario ampliar la mirada y ver que el mundo incorpora esos aspectos.

Y el gran debe para hablar realmente de integració­n en nuestra región y reducir asimetrías, sigue siendo las infraestru­cturas…

—¿La falta de recursos es el mayor escollo? —Es cierto que tenemos carencias de recursos financiero­s, pero también, ausencia de planificac­ión estratégic­a y escasa voluntad política. Es necesario compromete­rse con esos temas, acercarnos entre nosotros y reducir la enorme brecha logística que tenemos con otras zonas del mundo. El subdesarro­llo de las hidrovías es un aspecto clave, y sobre eso hemos escuchado al presidente Lacalle Pou y la necesidad de revitaliza­r y aprovechar mejor la hidrovía Paraguay-paraná.

Pero hay que hacer frente a esos desafíos de una vez. Las reuniones sobre infraestru­ctura en la región, casi que son terapia de grupo: bebemos dejar de lamentarno­s y afrontar las obras necesarias, con visión sistema y compromiso político.

Imposible salir de la irrelevanc­ia si no se supera esa eterna mirada a corto plazo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Uruguay